jueves, 27 de noviembre de 2014

Os dejo la insolencia de la propia verdad. Testamento de Caín el Hermoso.


Os dejo la insolencia de la propia verdad

Testamento de Caín el Hermoso.

La “verdad” es la puerta de la confusión: os la dejo para que transitéis por ella convencidos y con impostura. Para que hagáis las simulaciones de los justos, las caricaturas de los sabios, las meditaciones que buscan la firmeza del roble. Realidad para que quedéis extraviados en ella, aparentemente pensativos y dignos, disipados en paseos inútiles por corredores sin fin. Os dejo su poder de confusión para que aumentéis la dicción a los discursos altivos, convencidos de que sois el camino más florido de la vida…
Escuchad las “verdades” disueltas entre la insolencia del barítono: ese es mi señuelo. En su pregón fastuoso dejo todo dislocado. Su acento ya es temido y su vehemencia crea adicción en los oyentes: ¡es dependencia abominable!Entre los labios de los oyentes transpira el temor de los que rezan con los pies atados y en sus ojos aterrados relumbra la queja de los vencidos. Algunos deambulan en el corredor de las naranjas, otros caminan dando saltitos como los gorriones, los menos envían mensajes de despedida a sus seres queridos. En todos anida la esperanza: llegará el día de la torna, cuando el arma de Caín este en sus manos...
En un tajo y a pleno día se “ejecutan las palabras proféticas”. El cuerpo se balancea en el aire y el filo del cuchillo siega una que otra vida. Su voz vuelve a repicar detrás de una capucha negra: sermón que corta el aliento y aumenta la señal desesperada.

Ahora es el momento de los muyahidines: entre los inmensos arenales de Irak se desenfunda el acero: allí estaban dormidos los legajos de Caín. Con el alarde de siglos se han levantado los agravios y los campos se han llenado de estandartes, cementerios clandestinos y cañones acoplados en camionetas Toyota.
Parece que en el mismo espacio conviven la víctima y el verdugo, el bien y el mal, nuestro cuerpo y nuestra voluntad: ¡unidos forman la muchedumbre! Espacio donde se da todo y el juicio de los hombres queda prendido en la memoria mineral. Ahora el testamento de Caín es roca diminuta, como polvo en el aire. Su palabra queda suspendida en la historia, expectante ante la tozudez del mundo. Los ojos lloran, el cuerpo se agita y transpira en la mortaja del pañuelo de la realidad.

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