lunes, 10 de noviembre de 2014

Memoria del agua



Os dejo el agua, su memoria y la confusión del pensamiento
Jacques Benveniste: inmunólogo francés nacido en París en 1935-2004, fue un "immunólogo cainista especializado en los efectos ilusorios". Fue premio Ig Nobel en Química dos veces. Su trabajo esta en proceso de revisión. En su momento fue muy discutido y criticado: con esto ya basta... Su hipótesis de trabajo fue la memoria del agua y “demostró” que el agua contenía propiedades aplicables a los que padecían alergias y a los principios homeopáticos. Basaba su tozuda afirmación al observar que algunas personas tenían reacciones graves sin motivo alguno, sólo con nombrar la causa de su mal ellos se ponían enfermos. Aplicó a su teoría un “concepto homeopático”. Mezcló una minúscula cantidad de veneno de avispa con grandes cantidades de agua y después tomó un poco de este liquido y lo volvió a diluir varias veces, tantas que ya era imposible que las moléculas del veneno pudieran entrar en contacto unas con otras. Pero el agua seguía creando histamina en la misma proporción. ¿? Benveniste afirmaba que el agua había “memorizado” la degranulación de basófilos disparada por anticuerpos IgE (del grupo de la inmunoglobulina E). Además llegó a ser más atrevido: llegó a afirmar que estas propiedades del agua no se perdían aunque se enviaran las informaciones por internet. ¿?
El experimento de Benveniste tiene muchas puntos discutibles, también él era hijo de Caín el hermoso, pero sus polémicas conclusiones me han tenido entretenido muchos años. Sus propuestas eran estéticas no científicas y el concepto de memoria del agua me ha servido para ironizar sobre el principio de permanencia: el mantenimiento del enigma, la gestión del misterio.
Ahora no es el momento ni el lugar para desentrañar esta incógnita, pienso que más bien merece la pena conservarla. La propuesta de Benveniste me sirve como soporte para situar el testamento de Caín en un lugar hipotético y este hecho tiene una importancia extraordinaria.
La teoría general de la relatividad nos dice que toda la materia tiene un espacio de operaciones comunes y que los recuerdos fatales, las paradojas y el principio de incertidumbre se ocultan en él, en  su vacío. La molécula del agua es sencilla: H2o, dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno. Su sencillez la hace aparecer transparente y a su vez es la forma más bella y eficaz para la vida. Como materia es un diluyente y en su seno contiene substancias minerales imprescindibles. Sus entrañas físicas son indescriptibles: son portadoras de infinidad de sales y minerales que en algunos casos constituyen las causas del mal. En sus jugos navegan los átomos de la locura, las moléculas de la perversión y las partículas del dolor.
El agua es el soporte ideal para contener el concepto, ahuyentar la sed y divagar por caminos vaporosos… Es un elemento alquímico, así queda reflejado en las curaciones milagrosas con agua bendita. Con estas cualidades, su cuerpo mantiene el pecado, faculta el perdón y contiene las posibilidades para encontrar la absolución del primer crimen. 

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