miércoles, 30 de octubre de 2013

El pozo de los susurros






El pozo de los susurros

En una roca saliente del camino han estado trabajando con máquinas de perforación, han creado un gran estrépito para realizar un pozo de más de cien metros de profundidad y unos quince centímetros de ancho. Muy cercade la boca del pozo quedan los restos de la maquina perforadora, unos cilindros de piedra y montones de arcilla de diferentes colores dispersados y disueltos por el agua. Pienso que esta ventana en la tierra puede ser el hueco para recoger mis confesiones, mis murmullos y preocupaciones, el hueco donde dejar los secretos sin ningún temor a ser mal escuchado.
La pequeña boca esta delante de mí como una llamada sin voz, como un buzón que espera recibir el correo y mis penas a cada instante. Es una puerta que no tiene destinatario alguno, es la conexión con un lugar remoto y permite el envío de recuerdos a los abismos del olvido. Ese es un de los espacios que he cultivado entre los temas de las ocultaciones. Delante de aquel pozo me pregunto insistentemente sobre cuestiones imprecisas, sobre las cosas que se esconden abajo y las que pueden ocultarse desde arriba. También sobre la presencia estética de éste lugar, espacio de resonancias invisibles. Me sorprende el poder que puede desprender un lugar así, más aún si es utilizado como una urna de susurros.
En las ciudades tendríamos que hacer agujeros así para dejar caer en él las penas de los afligidos; sería como un servicio público más. Podría estar junto a los buzones de correo, también ellos son puertas de la esperanza. Tengo varias esculturas que las dedico a este menester, espacios para susurros, ruegos y plegarias. En el tronco de la encina grande (Le llaman el árbol del dolor y hablaré de ella en otra ocasión), se abre una cavidad que también sirve para aliviar los pesares del pecho y desde el primer día que vinimos a la Comella he estado pensando sobre el uso que le podía adjudicar a esa ventana que me conduce a la raíz de las cosas. ¡Ella es una presencia estable desde hace muchos años!

CEN







La Masia restaurada. 

CEN
“Comella, Escultura y Naturaleza” (CEN) es un parque con piedras y pensamientos en un bosque mediterráneo. Está situado en el término de Tarragona y se encuentra a dos kilómetros de la ciudad en la carretera dirección Pont d’Armentera. 
La masía ya está restaurada y los exteriores vestidos, reconoceréis algún aspecto de las ruinas que encontré. Esta muy cerca del barrio San Pedro y San Pablo y dentro de los pinares del santuario de El Loreto. La Comella, Escultura, Naturaleza es también una propuesta cultural que une la experiencia escultórica entendida como vivencia existencial y la relación con la naturaleza como patrimonio a conservar.
Es un trabajo que está en proceso de realización avanzada y espera la consideración del público para que sea una realidad tangible y compartida en el futuro.
Agradezco la colaboración y el interés que han puesto las personas que han seguido el periplo del proyecto, más aún les agradeceré si lo hacen extensible y hacen suyas las propuestas. Cuidar la tierra es "mantener la casa limpia"; en ello nos va el futuro…
A continuación publicaré el proceso de realización de algunas obras, también algunos vídeos que se han hecho. Pero toda la información que pueda aportar no es nada con lo que podeis encontrar en una visita a pié de obra; ¡estais invitados...!
Como la vida es breve y todo se puede malogar, dejo estas anotaciones como testimonio de que he estado con vovotros...

domingo, 27 de octubre de 2013

Anell de pedra






Es la obra que presenta el compromiso con la naturaleza, una alianza en La Comella. También es el tema central de la tesis doctoral.  Granito de la ex URSS. 1975-2001. 17x3,20 m. de diámetro.

Anell de pedra

Eran las doce del mediodía, tenía 26 años y caminaba por los montes del Garraf. Miré el sol y con piedras pequeñas hice un círculo en el suelo. Cómo es que me acuerdo…? porque entonces trabajaba conceptos de espacio y de tiempo y las doce era una referencia estable. El doce es un numero solar y a él me atenía entonces y me atengo ahora. Después lo hice con hierba, pon palos secos y con todo lo que me cayó en las manos. Así me quise unir a aquellos montes misteriosos, terribles, secos, endurecidos y quemados. Así quise suturar las heridas que las fabricas de grava y cemento abrían en la tierra; aquellas canteras me impresionaron y me formaron, ¡fueron mi biblioteca…!

En casi todas las culturas el círculo es una de las formas con mayor carga simbólica: entre las muchas cosas que representa escojo la semejanza con el sol y las implicaciones vitales que él tiene para la vida. Ese fantástico acontecimiento nos hace contemplar el espectáculo más asombroso; el cantar incesante de la naturaleza. Nada se le puede igualar y es tan poderosa su expresión que de ella surge un concepto difundido entre mis reflexiones… “la realidad estética…”

La obra “L’anell de pedra”, no pretende representar abstracciones ni nada que tenga que ver con las religiones antiguas o actualmente establecidas. No obstante es una obra que asume la necesidad humana de unirse al mundo. No se si lo consigue, menos aún agotar sus reservas de significado, de hecho prescinde de todas las valoraciones para centrarse en el sentido de la alianza y aspira a ser un recordatorio estable por muchos años. Esto no elimina la posibilidad de que aquel que lo desee pueda hacer las lecturas que crea oportunas… todas están ahí, durmientes, y si hay la voluntad para mirarlas y son de provecho bien venidas sean.
La opción de la forma es largamente meditada; socialmente el anillo comporta un compromiso, una serie de obligaciones que no son palabras o rituales más o menos exotéricos. En mi caso son los trabajos realizados que he expuesto últimamente. Son intervenciones comprometidas, obligaciones asumidas, responsabilidades ejercidas; ¡han sido mi vida!

Siempre emergen cuestiones éticas en el tamo de las ideas; en la granza de los propósitos nacen vías nuevas. Durante años se maceran lentamente y en ocasiones generan actitudes estéticas, políticas y morales, son vectores que se manifiestan en las obra y que en algunos casos el hombre se encuentra en el centro. A mi entender esa obra es patrimonio a rescatar… el tiempo trabaja a su favor ya que siempre estamos necesitados de apoyos de esta índole. No anhelamos la redención, buscamos la manera de mitigar los niveles de incertidumbre y las obras "firmemente apoyadas en el suelo" pueden hacerlo.

Contenidos formales
La obra es una alianza con la tierra, es la escultura que ha orientado todo el proyecto de la Comella y parte significativa de mi vida. Naturalmente que también he realizado temas marginales y que he hecho obras que mejor no hubieran nacido.  No obstante me encuentro cautivo en la incertidumbre y complacido en la trampa de las eternas repeticiones, la forma circular me lo recuerda.
El anillo es la representación gráfica del pacto, pero tiene uniones y connotaciones con el origen de la materia y de la vida; yo no puedo evitarlo, como no puedo negar la similitud formal con los crónlech del neolítico y las influencias del Land Art... También podemos ver que está unida al movimiento de los astros, al crecimiento expansivo de las ondas sobre el aire y el agua y también es la imagen del tiempo circular. El círculo de piedras todavía tiene connotaciones religiosas importantes ya que representa la eterna repetición y la perfección de la forma, pero en el caso que presento; "L'anell de pedra" habla de otra manera de unirse al mundo.
Se trata de una idea sencilla y a la vez comprometida, presenta y representa el pacto y la reconciliación con la vida; ¡todas las formas de vida". En la Comella no es una obra más, es la piedra sillar, el contrato y el testamento firmado sobre el suelo. El concepto implica la acción respetuosa hacia la naturaleza y apuesta por la intervención siempre que sea para mejorar las condiciones de vida en su conjunto. El deber hacia la sostenibilidad es parte implícita de la obra; este es el rostro material y el testamento que deja escrito en "Palabra oscura". (Obra situada en la biblioteca Xavier Amorós de Reus)

Aunque su imagen proviene del disco solar, tenemos que ver su reflejo en la actividad que despliega en la tierra, su aliento es el que mantiene las formas vivas; la obra está ahí para recordarlo.
El sol lo es todo: él nos da la luz y el calor que hace posible que podamos vivir, pensar, crear metáforas y relaciones simbólicas, escribir, contemplar y sentir emociones que nos hacen percibir la realidad pletórica de contenidos... Por este motivo ahora tenemos que prescindir de la retórica simbólica y centrarnos en él ya que es el que hace girar nuestra mente y la naturaleza entera. Él es la fuente de donde emana toda la escenografía que podemos ver, "realidad" que, en el mejor de los casos, se deviene en goce estético...

sábado, 26 de octubre de 2013

Bosque renacido.






El bosque nuevo ya tiene presencia.

Bosque renacido.
Animado por la limpieza y ayudado con la aportación de tierras contemplo con satisfacción como el bosque ha cambiado el rostro, me mira con alegría y me protege al pasar; ¡es un espacio nuevo! Cada año que pasa permutan las escalas y las vistas y las obras que en principio resultaban perdidas y excesivamente grandes ahora se acoplan al lugar y se hacen en él.
El bosque es un ente vivo donde se puede dar cierta biodiversidad, donde todos colaboran por interés mutuo y contribuyen en una simbiosis compleja. La vida se da con cierta facilidad y ésta reacciona según los estímulos externos e internos. Los externos: la lluvia, la tierra, el espacio, el sol y la compañía. Los internos: el equilibrio entre las relaciones mutuas, las diferentes especies que conviven y el trato y las canciones que les susurro cada día. Las canto cuando paso con el tractor quitando las malas hierbas. Parece que no es importante pero retirar un matojo en su momento es dar alimento oportuno a la planta que queda. Siempre hay la manera de ajustar lo que es injusto. Para mejorar las condiciones de vida hay que adaptar las almas a las posibilidades del lugar; en ocasiones suena cruel. Así lo pienso y lo hago con remordimientos, pero a su vez espero recoger el fruto del trabajo realizado. Me imagino el futuro paseándome por los caminos totalmente a la sombra y no pienso arrepentirme de los miles de plantas que he tenido que sacrificar. Ya se lo que estáis pensando, que quién soy yo para decidir sobre la vida y la muerte…
¡Soy el jardinero de las tierras baldías, el que riega el rosal y sacrifica la grama, “soy la mano de Dios”, el que dispone aquí, en el mundo vegetal, quién ha de vivir y quien ha de morir…!
Cuando lo hago ya siento el frescor de la tierra y puedo pensar que han sido mis manos las que han trazado el camino del que será algún día bosque nuevo. Así me siento culpable y triunfador; soy la mano exterminadora que teje con cadáveres, con cenizas de almas inocentes, el manto verde de mañana…
No hace falta esperar mucho, ya las estoy viendo, ahora puedo contemplar las encinas y acebuches resurgidos, la vida se ha hecho más vigorosa, han tomado el sol y el aire y se elevan con cierta envergadura. Los pinos han robustecido el tronco, se han apoderado del suelo y los que nacieron después del incendio ya superan los cuatro metro de altura. Pienso que todavía tengo que quitar unidades, que no hay espacio para que todos puedan vivir con dignidad y aquí entro en contradicciones importantes, cuestiones que me sangran; quién soy yo ahora, después de la primera amnistía, para determinar quién queda y quién ha de morir. Cada árbol es ya un ser conocido, familiar, lo he visto crecer y algunos les puse nombre…
Yo decido y asumo con dolor la responsabilidad del pacto.
La vida es un estado de la materia que ilumina y descubre un concepto superior; se piensa así misma y decide que hay que vestirse con dignidad. No es suficiente vivir de cualquier manera ya que podemos escoger: podemos trazar nuestros caminos, limpiar los bosques o dejarlos selváticos por indolencia, cultivar los campos o dejarlos yermos y pasear banderas, recoger las aguas o pasar sed y llorar la ausencia de dios, aportar tierras o quemarnos los pies en la roca viva hasta convertirnos en camaleones. Todo eso y mucho más cosas podemos escoger. También podemos elegir el fin y cerrar el ciclo; ¡adoptar la forma del Jacinto! Así suena el requiebro de la palabra póstuma que se deviene en verso…
Llevo varios días hablando sobre temas que me han descrito; ¡quizá delatado! Los que me han seguido y me conocen deseo que sepan el significado de lo que estoy haciendo. Mi trabajo como escultor no tiene sentido si no se entiende el contexto donde se produce. Intento unirme al mundo, religarme con él con las herramientas del escultor y los olores del pan. Pienso que la naturaleza nos asiste, en mi caso ella y yo somos la misma cosa. Juntos vivimos y morimos cada día. Morir no ha de asustarnos, es la única cosa certera que ha de pasar si estamos vivos.
En el hecho de encontrarnos unidos al mundo, de pactar con él, entra en acción la primera obra que define el proyecto de la Comella, "L’anel de pedra"…

viernes, 25 de octubre de 2013

Los Caminos




Caminos de La Comella.

Los Caminos

El trayecto y los pasos que dejamos forman la representación gráfica de la vida ya que ésta no es otra cosa que los senderos que transitamos. Cuando terminamos el viaje se acaba el camino para nosotros; se paran los pies y se termina la senda, así cerramos el ciclo y regresamos al lugar de partida.
Dicho esto pienso que el apartado más importante en todo el proceso de reconstrucción de la Comella no lo trabajé debidamente y esto describe mi vida; ¡los caminos!
No se cuantos kilómetros de caminos se han hecho, posiblemente no hacían falta tantos, pero la intención era clarear el bosque y tener acceso a todos los lugares por un sistema de capilares cruzados. Ahora son la delicia de mis paseos. Cuando paseo por ellos me doy cuenta del tiempo pasado; entonces veo una manada de perros y gatos que me acompañan, todos juntos creamos una multitud bien trabada.
Los caminos me permiten el paseo libre, variado, aleatorio e impredecible. En realidad tiene mucho de laberinto abierto, en ningún momento te pierdes, tampoco sabes donde estás si eres nuevo en el lugar.
Como he dicho no hice ningún programa sobre el trazado, fue la geografía del lugar la que impuso sus reglas, la presencia de un árbol, una roca inabordable, una pared ya construida o bien respetar la calidad de la tierra allí donde la había, eran las pautas que seguía para trazar la ruta. En ocasiones la misma máquina tomaba la decisión, el terreno era tan irregular que tenía que hacer desmontes y rellenar vacíos para poder pasar. En otros tenía que aportar rellenos para igualar la pendientes. Estas maniobras me permitían crear grueso de tierra para que las plantas del futuro pudieran asentar las raíces y así poder subir generosas a mirar el sol.
Algunos caminos los pude compactar con grava, fueros pocos pero ayudó a saber que es lo que no tenía que hacer. La tierra batida es la mejor solución, solo tiene un inconveniente, que la hierba crece y cada dos meses hay que limpiarlos todos. Tengo un tractor que arrastra una segadora, con él hago lo más grueso, después, los rincones y el pié de los arboles lo hacemos con una desbrozadora pequeña… 

Esta faena será así hasta que los árboles sean grandes, cuando se apoderen del espacio, el sotobosque quedará dormido.

jueves, 24 de octubre de 2013

El incendio






Bosque quemado en proceso de regeneración. 

El incendio
Era media tarde de mediados de agosto y rondaba el año 1995. Fue todo precipitado, los que lo vieron en directo cuentan que cuando se dieron cuenta las llamas devoraban los árboles en un segundo. El fuego prendió al otro lado de la autopista Barcelona-Valencia y fue tan virulento que pasó al lado de la Comella y arrasó más de tres hectáreas de bosque. Los vecinos quedaron espantados, parecía que el mismo infierno había entrado dentro de casa y pasó mucho tiempo hasta borrar las señales producidas.
Cuando me hice cargo de la finca justo empezaban a brotar encinas, lentiscos, endrinos, acebuches, romeros, tomillo y el resto eran matojos secos y árboles muertos. A los tres años aparecieron los pinos, ellos solos se reprodujeron a miles. En cada palmo de tierra podían vivir varios, se apoyaban los unos a los otros como en un vivero. En su conjunto aquella masa verde crecía con vigor pero cada unidad era la expresión evidente de la miseria. La mayoría estaban condenados a morir y ha generar una floresta salvaje expuesta a un nuevo incendio. Ahora es el ciclo eterno de los montes mediterráneos, hasta que no se limpien como se hacía antes, los montes se consumirán en llamas.
Para aliviar la superpoblación tuve que hacer una operación atrevida; con la excavadora tracé un retícula imaginaria y limpié de matojos y plantas jóvenes el paso de la máquina. Allí donde había una encina la esquivaba, donde aparecía un olivo o árbol singular dejaba su espacio. Después aporté tierra, tapé la masa vegetal y allí donde quedaba un hueco replantaba encinas y cipreses. Así se trazó una reforestación ayudada por la aportación de tierras para tapar la roca y en algunos tramos aplanar las pendientes. Esta fue la manera de retener las aguas de lluvia y dar firmeza al suelo.
Se trazaron caminos nuevos y se crearon espacios para las obras siguiendo un discurso iniciado en los años setenta. Los bosques de la  Comella me han puesto a prueba, han sido una manera de poner en práctica muchas de las reflexiones pasadas y a su vez un debate intenso con la naturaleza. Ella ponía las normas con las rocas, los árboles, la tragedia, la luz y las tierras, yo las ideas y el juego de los abalorios…
Todo se hizo con la supervisión de los de la forestal; los agentes me mantenían vigilado y en algunos casos no estuvieron de acuerdo. Hasta llegaron a decirme que el bosque mediterráneo era así, los incendios lo regulaban...
-Aquí no se harán nunca secuoyas…-

Creo que hoy aprueban la intervención y pienso que podemos contar con ellos…

miércoles, 23 de octubre de 2013

Argos y el Chacal



 Maco, el vigilante actual. Se ha liado con una perra salvaje y se va con ella. Está enfermo y tiene que tomar sus dosis diaria. Lo tenemos atado para que no marche. 

Clara. Vino, estuvo un año y marchó sin dejar rastro.


Pistón, lo mató un perro asesino que apareció por la Comella. 2004
 Nero. Murió en la mesa de operaciones del veterinario. Se pasó con el bisturí y le cortó la yugular.


Escud y pistón el año de la nevada. Aunque tenían refugio estaban todo el día bajo la nieve.

Argos. Ya he relatado como murió y la importancia de su presencia. 2004

Los animales
En aquella vaguada ardiente empezaron a aparecer animales curiosos. Un día encontré una tortuga en el espacio que después vino a ser el taller, pensé que era un aviso claro y determinante. Interpreté que el tiempo sería mi aliado y que el mundo asociado a la simbología de la tortuga era el libro de las revelaciones. Cogí el animal y lo liberé lejos de la casa, dentro del bosque espeso; nunca supe nada más de ella. Cuando empecé a limpiar el corral de las cabras apareció una serpiente negra de buenas proporciones, me limité a mirarla y ella también me miró. Nos miramos con recelo y se marchó de manera sigilosa. Tampoco la volví a ver más ni han aparecido señales de su existencia. Interpreté que las sombras de la noche quedaban en franca retirada y el negro sería el color de mi destino. Aquel negro sería el que más tarde aplicaría en las pátinas de las esculturas de bronce. Al romper los precintos de ladrillo que tapaban las ventanas, vi como una manada de murciélagos pendía del techo; lejos de la asociación que se le da con demonios y vampiros, yo los vi como puertas a la inteligencia y dominio de la oscuridad.
De todos los habitantes de la casa los dragones eran los naturales del lugar, vivían bajo las piedras, las grietas y tejas y allí los dejé. Todavía corretean entre los libros y hasta pasean por encima del ordenador; son mis animales de compañía y nunca me han roto ni ensuciado nada; se comen los mosquitos y pienso que me liberan de la malaria. Interpreté su presencia como la más curiosa de las paradojas, la fealdad puede ser el origen de la belleza, el sigilo y la discreción la base de lo terrible... Lo que más me seduce de estos pequeños animales es el señuelo de su rabo, como pasa con las lagartijas. Cuando están en peligro se desprenden de la cola, esta empieza a saltar de manera aparatosa para llamar la atención mientras ellas se escapan. Creo que es una muestra de inteligencia superior en un hecho tan simple y sencillo. Tenerlas a mi lado es aprender de los secretos del mundo.
Ya más cercana la fecha para entrar a restaurar la casa, una perra salvaje parió una camada de cachorros en el bosque y uno de ellos me lo quedé: le llamé Pistón. Cuando tenía un año lo degolló a mordiscos un perro asesino que apareció por la masía, era negro y parecía noble; lo ahuyenté a pedradas; tuve miedo que hiciera lo mismo conmigo... Unos vecinos me regalaron a Escud, un animal amable que se escapaba a la carretera y tuve que atarlo. Al tiempo apareció otro, negro como la noche, le llamé Argos, como el perro de Ulises. Era un animal precioso y el que más he querido. Un día vino con síntomas avanzados de intoxicación; ¡lo habían envenenado! Lo salvé y al tiempo le picó un mosquito y cogió leishmaniasis. Murió calvo, lleno de garrapatas y pulgas y con toda la tristeza del mundo enganchada a los ojos.
Le hice un entierro como a un guerrero ya que era el animal más alegre que he conocido y el que mejor defendió la Comella, él será el que cuente el resto de los relatos con el seudónimo de Chacal. A su memoria dejo los avatares de amor que se despertaron en esta tierra. Su caso me afectó mucho, lo enterré en un lugar donde ahora he puesto las cajas de los hombres buenos. Su muerte provocó en mi una metamorfosis extraña, tanto que le escribí un libro con el nombre de “El Chacal en el desierto”. La figura del narrador, yo, se convirtió en un animal rastreador, solitario y enamorado de la soledad.

Encadenados

Uno se llama Escud,
es del color de la paja.

Tengo dos perros esclavos,
grandes, atados con cadenas.
¡también ellos añoran su libertad!
Si los suelto se marchan a la carretera;
jugando persiguen a los que hacen footing,
los tira de la bicicleta con un estrépito teatral.

El otro se llama Argos y es negro como el olvido,
con solo verlo babear espanta y si te mira de frente
ves el rostro de maligno. ¡Es bueno como él solo!
Cuando les suelto se vuelven locos de alegría
y al momento, dos lenguas largas y rosadas
cuelgan como banderas hasta el suelo.
¡Escud, Argos! Les llamo y, al instante
se arriman a la cadena, ¡al grillete!
Ya son adictos a su destino;
como los hombres lo
son a la muerte
por la patria.
Murieron los dos, a Argos le hice una tumba.
Ya no quedan restos, han formado una alameda verde.
Hoy un manada de conejos pasturan mansamente sobre ellos

y yo, en aquel lugar he instalado las cajas de los hombres buenos.