miércoles, 29 de junio de 2011

La Ocarina

Ocarina. 2011 Tarragona
La ocarina.
Ayer, tres de abril de 2011, mi hijo Víctor y yo fuimos al encuentro de un recuerdo que amenazaba con perderse en el olvido, eran canciones disueltas en los estribos del aire.
¡Conseguimos evitarlo!
Intencionadamente hicimos un trayecto recorrido hace ya ocho años y evocamos aquel momento para tomar distancia y recuperar la memoria. También como aquel día, el cielo era soleado con sombras ligeras, con claros luminosos y nubes rápidas. Pensé que seguramente también las calles de la ciudad estarían agitadas. Era domingo y probablemente los paseantes rondarían festivos. Víctor me dijo con un gesto que sólo yo puedo entender...
A la ciutat, entre les persones, el temps llisca sigil·losament, no desentranya cap misteri però deixa les seves petjades invariables en cada un de vosaltres, en mi no signifiquen res.—
Pensé en voz alta para que él compartiera una reflexión de nivel como la que me acababa de hacer... El tiempo fluye sin cesar, pasa sin adjetivos y deja huellas en el rostro que describen nuestra vida, también las deposita en ti.

— Papa, jo encara tinc nou mesos.—
Lo miro sorprendido y sigo empujando la silla. Llegamos hasta la piedra que antaño me sirvió de asiento; la misma con el mismo semblante nos estaba esperando. Los recuerdos se agolparon en mi mente y una sombra inquietante me llenó de pesar…
!Han pasado tantas cosas dolorosas!
Para tomar aliento y seguir adelante rescato el eco de aquel día; presto atención y pienso que las piedras son urnas con recuerdos permanentes. Mientras siento el cuerpo dolorido y en el cielo las nubes dibujan estelas a los ausentes, yo hago acopio de recuerdos. Pienso que allí mismo escribí unas notas que ahora leo para reconstruir los hechos…
Es trece de febrero del 2003 cumplo 55 años, Víctor tiene 12, cada día pesa más, cada día tengo menos fuerza. Camino cansado después de más de tres kilómetros de empujar su silla. El dolor me quiebra la espalda y el ánimo… ¡No se que vamos a hacer ahora!
Él habla solo, yo le contesto de manera mecánica. Con los años se ha creado una fórmula acordada entre los dos, después de mil repeticiones sabemos todo el uno del otro…Estoy sentado en una roca que linda el camino, todo aparece bello en este instante, es un momento reconciliado, el que añoro cada día. ¡Un momento feliz; estado leve que pasa y saluda el pecho con la brisa que viene del mar!
Tomo asiento en la misma piedra; ella estuvo esperando silenciosa, sin decir nada. Se ha detenido en una época equidistante y no palidece nunca, solo el agua, el viento y la gravedad de los días tintan su rostro. Preside el lugar como entonces, tiene la misma forma, el mismo color, la misma textura. ¡Su tiempo no es el nuestro! Es una roca calcárea, tiene pequeños orificios, eso la hace esponjosa y singular, parece un hormiguero abandonado, una maraña de corredores sin destino. La observo atentamente y deletreo sus pensamientos, quiero gravar su rostro en mi mente, formar un recuerdo mineral que exhale preguntas permanentes.
Víctor le dice con los sentidos oblicuos…
He vingut a veure´t, ¡t’enyorava després dels anys!
La mira con aquellos ojos huecos que solo él sabe hacerlo. De su boca sale un poco de baba y un suspiro, al instante se pierde entre los corredores perpetuos. Acerco el oído a uno de ellos y presto atención; mis sentidos también tienen el timbre pétreo y en aquellas galerías se extravían…
Sigo atento a los rumores cautivos; ahora se revelan ante mi en una historia interminable. Oigo canciones de entonces y rescato un fragmento de: El flautista de Amelin.
¡Están ahí, tan serenas, tan presentes!
En la silla, mi hijo Víctor se ha dormido. Tumbado en el suelo miro el cielo y oigo un siseo indescriptible. Es el aliento del mundo que respira en su pecho y allí, en la piedra, queda inscrito al instante. Me acerco a uno de los orificios pequeños, pongo el dedo en su boca y el silencio lo invade todo, de su vibración natural no queda nada. Con los dedos abro y cierro las espitas, los huecos se activan en pequeños intervalos. Suena un ritmo que altera el ánimo, nunca antes se oyó algo así, es una combinación misteriosa y perfecta. La piedra le canta al tiempo acumulado, al rumor de los vencidos. Su espíritu percute con el siseo del viento y entona acordes indecibles. La sinfonía se extiende por los campos, los ojos se inundan de perlas diminutas, el pecho se hechiza de inquietud y los valles se llenan de notas armoniosas. El cántico hace temblar los colores del cielo y al instante el techo del mundo se cubre de nubarrones negros.
¡La tierra se abre de emoción!
En un estremecimiento se agrieta el suelo, bajo mis pies se cuartea y en sus entrañas dejo caer estos murmullos…


¡Canta ocarina misteriosa!

¡rumbea el suplicio de los años!
Entre regurgitos de roca y barro
Se oyen gemidos de un niño
y en su pecho no corre la brisa
que antes llegaba del mar…

Víctor masculla una voz incomprensible, se eleva entre los árboles, se alza y se pierde …
!Ara s’escolten les veus dels vençuts …
...són mormols de pedra! —
Regresamos con los recuerdos envejecidos. Caminamos hacia atrás para repetir los mismos pasos, para invertir las mismas palabras, los mismos gestos. En casa sigue la misma lucha contra el olvido, hace veinte años que suenan y giran las mismas canciones, una y otra vez suenan en un carrusel interminable…

martes, 28 de junio de 2011

Políticos y paramecios

Susurros en un agujero: Acción de Laia Manonelles. Mont-fred, Lleida 2006

El agujero parlante
Hola, buenos días, le digo al agujero… ¿cómo quieres que te llame?
Y él contesta a su aire, sin atenderme, realmente es un interlocutor lúcido que administra los conceptos de manera limpia pero pasa olímpicamente de mis preguntas, ¡no se por qué las escribo!…


—La política es por naturaleza el arte de hacer posible una idea motivada por el beneficio y contrapuesta a otra que busca el mismo fin. El principio se mantiene invariable desde el origen de los tiempos, los primeros paramecios ya lo practicaban y tenían a su favor que las estrategias eran más sencillas. Los procedimientos pueden variar pero todos son perversos, eliminar al contrario con cualquier instrumento al alcance. Sobre este principio se basa el concepto de evolución. El engaño es ineludible y solo se justifica cuando el resultado es favorable y viene acompañado de una época de bienestar social. No obstante su efectos perversos, no podéis administraros sin los políticos, su acción es obligada aunque consista en el triunfo de una idea sobre la destrucción de las demás. —

Agujerito, agujerito, ahora ya no se habla de evolución, es más apropiado el término simbiosis y colaboración mutua. ¿ Oye, cómo quieres que te llame?

—Teorías, vosotros la aplicáis según la conveniencia. Las ideas no tienen entidad física, pero si se agitan, si se repiten una y otra vez se devienen letanía en la mente y trazan un surco imborrable que llega a estremecer de emoción. Como puedes ver amigo mío, la idea es una semilla que puede crecer y someterse a mutaciones sorprendentes. Un concepto se encadena con otro y generan un sentimiento que puede ser colectivo y este modifica la comprensión de la realidad y por consecuencia el sentido del deber. A eso le llamáis fe, conciencia política, sentido de pertenencia, defensa del honor, la equidad, la libertad y la justicia, amor a la patria, a los colores, la lengua, al RH y a las canicas verdes… —

Tengo que llamar las cosas por su nombre, de lo contrario me pierdo.

—Para defender esas realidades fermentadas con vuestros intereses tenéis que destruir las acciones de los otros, los diferentes sobran, los contrarios a vuestros ensueños son los muros a derribar; entonces se entra en el juego político y consiste en difamar, mancillar, humillar, calumniar y aniquilar al otro. Es el método que se utiliza con la convicción de que reduces su poder y destruyes su presencia. El vencido lo pierde todo y el botín es repartido entre los tuyos como se hizo siempre. Queda claro, el político y el aparato inductor de sueños se lleva la mejor parte. Si no se consigue nada llueven tiempos oscuros con la desgracia de los vencidos. Todo el sueño queda oculto en el pozo del dolor para ser reciclado por la historia o recuperado en generaciones futuras. —

Me parece que eres simplón en tus conjeturas, hay personas de buena fe que actúan movidos por un sentimiento noble y generoso. En realidad sólo eres un agujero parlante, ¡no se como te escucho!

—Transgredir estos sentimientos gregarios lo tenéis moralmente penalizado, lo entendéis como traición y es deber de todo militante emocional correr un velo disuasorio sobre las voces que maculan el “proyecto común…” Por grave que parezca el conflicto de ETA, para algunos es el deber indiscutible de cada “vasco”… se hace obligado ser cómplice de sus actos por acción u omisión. —

Mira que llegas a ser hueco, las luchas las mueve el amor, el sacrificio, los principios y la entrega personal en beneficio colectivo.

—Los enemigos ya se han percatado de las intenciones, te han visto crecer peligrosamente y están alineados en combate. No son la visión inicial del sueño, no aparecen como un espectro en la senda, son un contratiempo arriesgado, una lanza en el camino que puede borrarte de la historia... —

Es verdad, en el mejor de los casos estamos en tregua permanente.

—Con los años alguien ha sacado provecho del conflicto y poco a poco todo se olvida. Las placas anuncian las nuevas calles, los monumentos recuerdan a los héroes, y los verdugos se visten de nobles caballeros y realmente aparentan serlo. En esa nueva realidad se fecunda otra idea que hará estremecer de espanto.—

A mi parecer la gravedad está en el menudear de los días…
—Claro, en otro plano se encuentra el delito menor. Por embarazoso que resulte el caso Palau, el escandalo Prenafeta, el caso Gürtel, las prejubilaciones de Andalucía, etc. Pensáis que siempre fue más grave el exterminio cometido en Dachau, Treblinka o el caso Watergate. Aquí no existen “The Smoking Gun” para tirar de la manta, no se puede tirar de ella, el mantón está cogido por los cuatro extremos. Toda la tramoya del gran espectáculo es visible y no hay reparo en mentir ante las cámaras a plena luz del día y eso os deja al amparo de las ocultaciones inocentes. Ahora sois conscientes de vuestros ensueños y tenéis adicción al poder en sí mismo sin ningún reparo. Podéis seguir aumentando el conflicto entre pactos, tapujos y triquiñuelas y hasta podéis sedimentar la idea y difundirla para vivir en la certidumbre de que el triunfo de la justicia está al caer… Ya nadie lo cree, sólo los que sacan provecho del asunto se disputan el botín con una sonrisa franca... —

¡Puafh!... la mala baba cae al suelo. Menos mal que hoy la bolsa ha subido unos puntos…

viernes, 24 de junio de 2011

Eructos y héroes.

Mar Sánchez, Los Monegros, 2005

Eructos y héroes.

El aleteo del mundo nos pesa a unos más que a otros y en el reparto, algunos quedan sometidos, abatidos por la carga viral que les toca.
El presente relato trata un aspecto especial del sufrimiento humano: el fracaso.
Tras la derrota de sus ideas, el superviviente queda permanentemente dolido y pervive en la esperanza de un futuro reparador.

Le comunico el asunto al ya anunciado agujero y este se niega a contestar; pienso si será por la complejidad del tema…
Al final empieza su discurso arrollador y sin pausas.
—Las ideas políticas, religiosas, estéticas, son el fruto del pensamiento forjado en los avatares de la historia y la realidad de los hechos pueden ser interpretados, vividos y gestionados de muchas maneras. La resultante de estas contingencias sociales hacen que el fin perseguido pueda ser heroico o infame para algunas personas y según el caso para toda una nación. —
¿Así pues el dolido puede ser un héroe o un infame. Igual que el creador, su trabajo puede estar en el museo o en el almacén de trastos viejos. Su valoración será siempre según concluya su apuesta personal en el seno de la sociedad?
— Queda aclarado en el juego de las opciones; cada persona escoge su camino mediatizado por el contexto y la fortuna, el desastre o el triunfo no siempre dependen de él. El ser se hace así mismo interferido por la ilusión y el sufrimiento y sus ideas están tejidas con las fibras del héroe y el villano. El ser se forja lentamente entre el fracaso y la gloria y está habituado al sabor de la aceptación y la derrota. Vive en una tregua permanente y se indigna hasta la locura al comprobar que las flatulencias, los eructos del opositor, son motivo de bendición. Entonces piensa en la injusticia, la confabulación y la perversidad humana y se convence voluntariamente que el tiempo fragua una realidad alineada con su causa. —
¡Es un enigma la conducta humana¡
En ningún momento nos pasa por la cabeza que la realidad del otro es de la misma naturaleza y que en el enfrentamiento de esas miradas contrapuestas nace el desencuentro y el dolor.
—Se tiende a especular que la verdad suprema siempre florece con el tiempo, es la respuesta simple del que vive en el sueño…
Piensa que es una tregua mezquina y equívoca ya que el dolido olvida que la quimera es fruto de su invención, vive en el error permanente y espía el hecho de ser combatiente pero no triunfador. Al final de sus días intuye que él no entrará en el paraíso, en el territorio liberado y se conforma con el triunfo de una batalla póstuma.
El dolido se ha enrocado entre palabras y se sacrifica para purificarse en la derrota; la muerte es la única vía que le queda para transitar hacia la gloria. En sus días de certeza quemó las naves, ¡ya no puede regresar! Decidió que no había error posible en su elección; ¡o triunfar o morir! —
Y el principio de la felicidad, ¿donde queda?
—Ya no la busca, formado en la batalla, en el agravio permanente, se hace inflexible de pensamiento e incapaz en la negociación. Huraño, acecha como un gran depredador, siempre vigilante y apunto para el último asalto. El dolido se cree elegido. Él es el guerrero de una causa invencible y si su acción le conduce al sacrificio, esa será su mayor victoria ya que lo sitúa directamente en la tumba del héroe, por tanto en el triunfo ante la muerte. Ya no tiene otras opciones para afianzar su nombre sobre una piedra.—
¿Oye, dime... el sacrificio es un acto generoso, es una condena autoimpuesta, es la renuncia a la vida o es una opción estética?
—El dolido es un creyente, no cuestiona en ningún momento la realidad que siente en el corazón. Puede tomar muchos caminos y fracasar en todos, pero no fracasar en sus convicciones, el se siente sujeto por unos principios y a ellos se debe. No los cuestiona nunca ya que si lo hiciera todo su andamiaje mental caería al instante. Proteger los principios es el acto más torpe de la humanidad, es defender la ceguera a ultranza, anteponer las causas sin valorar los efectos y no aplicar nunca una auditoría intelectual a lo que se hace.
El dolido también puede representar su dolor y hacerlo con mucha más convicción que el verdaderamente herido, puede adoptar un rol supremo y como un iluminado gesticular una performance mil veces ensayada. Puede cubrirse se dignidad y hacer la travesía de la vida en solitario para no ser descubierto, mostrarse con la voz que sustenta el pedestal de un pueblo, escribir los versos del alba en el momento oportuno y esperar a que estos germinen como malvas en el corazón humano...
Siempre hay que malpensar. Si yo no fuera una piedra tendrías que dudar de todo lo que afirmo. Piensa que la mayor ambición se oculta entre gestos desprendidos y yo no te cobro nada por esta retahíla de pensamientos. —
¿De donde saca el dolido la fuerza para sostener su carga?
—El pensamiento del dolido es un generador de energías sorprendentes, sobrepasa los peldaños de la bondad y la maldad humana y se recluye recóndito en su mente, filón interminable de donde saca el valor y la fuerza. El dolor es energía pura en la punta del puñal y los caídos siempre son daños marginales que no merecen ser tenidos en cuenta. Con el tiempo lo olvida todo, los medios empleados y las contradicciones se funden en su mente y esta queda pulida y encastada en sus ojos como un diamante. Noche y día aguarda el instante para emerger como salvador, se imagina que le esperan los cánticos de gloria y se prepara para el eterno amanecer. —
¿Mientras tanto qué hace, se complace en la queja permanente, se deleita en la confabulación y la venganza, se abate por sentirse contrahecho y mal pagado por su obra y sacrificio?
—Sueña, siempre sueña, se siente guardián de la verdad eterna. Es un miliciano invisible de causas invictas y se sitúa en el trono de la justicia universal, levita por encima de los demás y no reconoce otra moralidad que aquella que el ha forjado en la lucha clandestina. Su sacrificio le otorga ante si mismo unos privilegios que puede aplicar con impunidad. Cree que es el latido de la tierra que conmueve el pecho y piensa con ello que así proporciona sentido a la vida colectiva. —
¿Cómo, después de las derrotas aún no se han enterado?
—Sin darse cuenta, poco a poco se deviene en el constructor de artificios, se ha habituado al silbar de la metralla y le llama la adicción al fracaso. El que siembra en la derrota, cultiva las sementeras del amor sublime, el gobierno imposible y el odio eterno; tiene la intriga fermentada en la boca. —
¿Con el tiempo, ya consumada su vida, debe caer de hinojos ante sus propios ensueños y quedar ensimismado mirando el frontón de los cielos. Él no es tonto, sabe que la luz divina no es la única esperanza y la realidad del otro puede hacerse inevitable y obligada?
—Del origen del conflicto no queda nada en él, ahora es el escultor del deseo que modela el pensamiento con lacras, pústulas, llagas, rencores, agravios, corazas y duricias. Una lista interminable de traiciones, deslealtades, felonías y engaños lo han derrotado. Con todo ello deja un rastro imborrable en el alma de los que ya nacen vencidos, sus hijos y los hijos de sus hijos... Espejo de la condición humana que se mira en el pozo del dolor para sentirse limpio ante la inmundicia de su propia pequeñez…—

El motín del boquerón


El agujero parlante.  Acción de: Isis Zoe Albarenga. 2004

Con la presión atmosférica y el tínnitus crónico hoy me siento espeso, me gustaría escuchar alguna cosa ligera para entretenerme…

Le pido al agujero: por favor, una bagatela verbal…


—¿Te cuento el motín del boquerón...?—

Vale, cuenta...

—Queréis ver la verdad en un granito de arena y sentir en la palabra el timbre solemne que blande la bandera. Estáis dispuestos a todo por un día de esperanza…
¿Sigo por aquí...?, sigo...
Cualquier relato para niños puede ser el texto de una alianza sagrada, el fermento burbujeante que produce alucinaciones. Sois los seguidores del ensueño y podéis arrojaros al martirio si sois llamados a ello. Lleváis el voto a la urna con la fidelidad de un pensamiento esclavizado y congregáis multitudes por un juego de pelota o por el libro de la indignación. El día señalado, un brillo hipnótico entra en vuestros ojos y la llama de una pasión trágica ensombrece vuestra conciencia. Estáis dispuestos a ser raptados en procesos larvados, a ser devorados con rebozos de harina, tenéis el síndrome del boquerón. Piensa que el militante secuestrado no sabe que lo está y justifica con ardor la entrega de la confianza. Sois tan estrechos de mollera que si es necesario depositáis la vida con orgullo por una causa que puede ser primitiva y ridícula. Para algunos la realidad es una semilla manipulada genéticamente que han hecho crecer en su mente y no son capaces de exterminarla. Para muchos otros son ya la semilla misma. —


Le he pedido una bagatela y el sigue soltando lastre para elevarse sobre mis confusiones…
—Es tan débil el alma humana, tan endeble el soporte personal, que la palabra se hace tangible y representa el único rostro de la realidad. Por medio de la reiteración, del arrullo permanente, la mentira se deviene existencia mental y en esa caja de fulleros duerme el virus cultivado, la trama mortífera que hace de la carne estiércol para el jardinero invisible.
Para consuelo de la humanidad, es tan raquítico el mensaje, tan chapucera la palabra utilizada, tan poco convincente el objetivo, que más de la mitad de la población ya no escucha el discurso y ha abandonado el juego.
El movimiento de los sin voz han llenado las plazas por inanición más que por indignación y con buen tono han dibujado con brocha las expresiones más brillantes sobre papel de paja. Los alevines se han amotinado, se han puesto en marcha con un grito unánime. —

¡Qué no, qué no nos representan qué no!

Es verdad, recuerdo el canto y una paradoja que me dejó estupefacto. Es una gran pregunta sin respuesta posible…

¿Como podemos apretarnos el cinturón y bajarnos los pantalones a la vez?

—Un clamor sin gobierno puede derrocar los ejércitos más poderosos, pero es un ciempiés sin ojos que se desliza sin objetivos claros y ordenados.—

Quizá no hay un jardinero en el 15 M, (le digo). Es posible que el pensamiento individual sea la flor excitada de todos los pensamientos y el sentir colectivo se exprese por la boca de algunos y esa circunstancia nos haga ver en ocasiones realidades diferentes; esperanzadas, rebeldes, utópicas, creativas, deformadas, malnacidas y actitudes disolventes…

— Tonterías, el poder condiciona la trama de la vida y sin apenas daros cuenta os dejará sentados en el infortunio y la derrota. El deseo frustrado, la ilusión que se evapora con los años, los caminos que se abisman en la nada son sus castigos.

El fracaso es el viento que trae la venganza y renace en cada omisión, en cada olvido. La derrota es una daga sigilosa que deja anilina añil en los ojos… —

(Le digo). Si la vida es lucha permanente, si hemos de admitir la derrota, si no hay triunfo que no pase por la muerte, entonces no nos queda otro consuelo que vivir el camino con esperanza. El 15 M es el sueño de un instante…
¿Una bagatela?
Me mira con franqueza y parpadea con una palpitación para contestarme.

Es el motín del boquerón, al final de todo la mente queda vacía, rueda por la pendiente como una roca blanquecina, es un guijo rodante que ríe sin cesar.—
Mirar video: http://www.youtube.com/watch?v=Vr9BTyug4FA&feature=youtu.be

domingo, 19 de junio de 2011

El verdugo

El hueco del tirano livio. Foto de Nicolás Echeverría. México. D.F.

El verdugo

El tirano de este relato empezó con el porte y el mensaje del arcángel S. Gabriel y ahora tiene el rostro de los gestores del exterminio. Entre otras torturas y perversidades de la guerra sucia, ha llegado a dar Viagra a sus tropas para que tuvieran más fuerza viril y así humillar al enemigo al violar a sus mujeres. En su juventud fue vencedor en una guerra justa y sus seguidores lo aclamaron como a un héroe iluminado; fulgor que el socialismo revolucionario no ha sabido mantener en ninguna circunstancia. Todas los triunfos del pueblo han sido siempre secuestrados por tiranos que tomaron como suya la victoria, la patria y la bandera.

Su primer encuentro con el poder fue una bendición para el país, parecía que por fin llegaba luz a la tierra quemada por el sol y la desidia de los hombres. Tomó posesión de los poderes, su palabra era ley y gobernó un territorio diverso como un beduino gobierna su jaima. Al igual que Mao Zedong escribió El libro rojo, Saloth Sar, (Pol Pot) Monarquía o democracia y Fidel Castro daba mítines de seis horas, él escribió El libro verde en una tierra seca y lo llevó a las escuelas como si se tratara de la palabra revelada. También como aquellos se creyó en público que era profeta, el guía esperado y su posición en la historia era de condición imprescindible. Se vio así mismo como el iniciador de una dinastía faraónica que cambiaría el norte de África y dedicó esfuerzos ingentes en ensanchar el territorio en todas las direcciones. Sus ideas de grandeza no llegaron más allá del territorio que él había encadenado con palabras y puñales cortos.

El verde, el color de la esperanza, era su color en una patria de negro y arena. Con el petróleo secuestró el pensamiento y la voluntad general del país y se hizo indispensable para la codicia de occidente que mantuvo con él una complicidad permanente. Se le toleró todo tipo de excentricidades, podía pasearse por el mundo como un sátrapa con su corte de “vírgenes” entrenadas en artes marciales, —la guardia amazónica — y mearse en medio de su jaima en una reunión de jefes de estado. La hilaridad y la risa era la solución a una situación cruel vestida de payaso estrafalario o de beduino iluminado. Con su máscara impostada, supo pilotar el poder sin compasión, repartía prebendas y recogía con ello mayores cotas de poder, así hasta convertirse en el verdugo de Libia.

De la codicia de los demás nació el tirano, de la debilidad humana el verdugo, de la complacencia y la ignorancia, el esperpento camuflado con los movimientos revolucionarios de una época. El engaño se extendió por el mundo entre los jóvenes más idealistas. Se le llegó a nombrar el Che Guevara norteafricano; fue una más de las visiones que compartimos. En el 1977 creó la Jamahiriya, el estado de las masas, termino que llegó a emocionarnos a los que habíamos sido resistentes al régimen de Franco. Todo fue una alucinación, la semilla de los sueños que crece en manos sigilosas y se transformó en muro de dolor.
Si darse cuenta se creyó su propio relato y con el mayor de los cinismos creó una de las farsas más sangrientas de la historia política. Con la inteligencia de un felino tomó posesión del territorio y lo sembró de huesos enemigos. En los últimos estertores del régimen proclamaba el amor que le tenía el pueblo, mientras un ejercito de mercenarios bombardeaba las ciudades y destruía los opositores con fuego indiscriminado.

Los relatos sobre el verdugo son interminables, su capacidad de exterminio fue pequeña porque su población lo era y nunca tubo ningún poder fuera de las dictaduras que el mismo ayudó en África. Son remarcables sus compañeros de viaje, Idi Amin y Bokassa. Ayudó a alimentar los delirios revolucionarios, se implicó en la Masacre de Múnich, en el caso de Lockerbie y los grupos terroristas las FARC, el IRA y ETA.

Lo que más me duele de esta historia es que yo celebré su victoria cuando la figura del Che decoraba mi mochila. Hoy me miro las manos y me horroriza ver en ellas las señales del verdugo. Con vergüenza las miro y me hastía totalmente el cinismo de la propaganda política; ¡cuanta mentira se vierte todavía sobre los jóvenes! ¡cuántas maneras hay de vender el engaño! Cuantos tiranos están creciendo sigilosamente entre nosotros… Aquellas asambleas de ilusos son ahora el deshonor en mi memoria y me pongo a pensar si mis quimeras no serán el eco del pasado más remoto, la balada del verdugo que vive oculta entre los sueños. Me pregunto si el carnicero no permanece siempre, por los siglos agazapado, oculto en la mente de cada generación que ansia dar sentido a la palabra justicia. O bien que, entre las ilusiones de juventud, la palabra justicia, libertad, igualdad… son fruto de la emoción noble que nos mantiene en la esperanza: una iluminación estética y delirada que nos precipita en la historia. Quizá es la respuesta deseada que embellece por un instante la cara obscena del mundo. ¡Nada más que eso!

Me sigo preguntando si el movimiento del 15 M no tiene ya sus carniceros larvados, ocultos entre tallos tiernos, camuflados a sabiendas o sin saberlo. Si los movimientos nacionalistas, independentistas y el trasfondo pacifista y ecologista no será una maniobra sutil que nos reserva el destino. Sospecho de todo y de todos; aparte de las palabras, del airear de los signos y las banderas no veo nada realmente constructor en la acción de estos movimientos y si veo algo se parece a una fosa común repleta de cadáveres. Los montes están abandonados y arden como luminarias, los ríos infectados y sucios, los pueblos desertados se hunden, los caminos se pierden y todos hablan de respetar el medio ambiente, de la patria, de la democracia y el bienestar del pueblo. Es una algarabía de charlatanes que cuando tienen el poder se estiran en los sillones de mando como cisnes en un estanque.

De todas maneras hay que seguir adelante, la política es necesaria y el mejor sistema es el que renueva las urnas; por lo menos tenemos la posibilidad enviarlos a casa antes de que terminen el cadalso. No obstante hay que vigilar los movimientos de los que toman el mando, el poder crea dinámicas perversas y saben secuestrar el pensamiento; en ellos está encubada al semilla de los próximos verdugos. ¡Estad atentos queridos , estad atentos!; sean de derechas, de izquierdas, verdes o amarillos, hay que estar siempre vigilando sus armas cortas. Los verdugos matan con tu complacencia, primero llenan los oídos con los gozos de la victoria, después dejan el pecho sin aliento y los campos teñidos del color de adormideras…

lunes, 13 de junio de 2011

Mojiganga. Al ilustre Strauss-Kahn



Metamorfosis en un segundo. Strauss-Kahn el día siguiente...

Mojiganga

Llevaba el apellido del gran emperador de China, se creía destinado a gobernar uno de los países más poderosos de Europa, estaba bien considerado y tenia detrás las consignas más nobles de la revolución de los desheredados. Todo era ordenado en su mente y en su vida; era tal su fortaleza, su equilibrio intelectual y científico, que parte de la economía mundial dependía de las decisiones de su mente. Baste esta breve introducción para sopesar las consecuencias históricas del presente relato.
Probablemente lo sucedido fue un instante fatal señalado en su destino, así lo evidencian los hechos. Queda claro que todos los signos se confabularon para que los pequeños errores aparezcan como la evidencia de la perversidad, la acción de un monstruo desbocado que hay que erradicar de raíz.

Estaba en New York, la jornada había sido agotadora y estresante; había asistido a varias reuniones al más alto nivel y cada una de ellas lo habían excitado y marchitado varias veces consecutivas sin tener la oportunidad de descargar el peso de las simientes. Un ritmo así no es fácil de sobrellevar y menos controlar aunque él era un hombre bregado en las grandes batallas y aquel no era su último día, pensó con la intención de serenarse.

—Un impulso genital azota mi mente y yo se como calmarlo.—

Antes de regresar a casa tomó una baño caliente y frío, quería reactivar la sangre y sentirse limpio y entero. Tenía el hábito de hacerlo con los choques térmicos del agua a la que añadía sales estimulantes. Aquel día le puso un poquito de “ola de marfil”, pensó que se lo había ganado. Por lo sucedido se deduce que no midió bien los porcentajes y cuando salió del baño tuvo una erección súbita que le llenó de asombro y del poder de un caballo. La tomó en la mano y no supo que hacer con ella, era un arma amenazante que no tenia acomodo en aquel instante. Fuera del baño, en el dormitorio, se oyó el redoble caminar de unos zapatos de aguja. En su desconcierto pasaron unos segundos, tiempo suficiente para que los astros se alinearan y cambiaran el rumbo de las cosas. Como un pitbull de presa, la fatalidad se precipitó sobre su cuello y ya no le soltó.

Una doncella de habitación había entrado para ordenar las sábanas, abrir la ventana y quitar el polvo. Ella pensó que la habitación estaba vacía y se relajó en los gestos. Tenía mucho trabajo con la limpieza y lo hacía con destreza y alegría, eso le ayudaba a pasar los días y sentirse feliz y realizada. En cierta manera era el alma purificadora del lugar, la que daba alegría a las gregarias alcobas de los hoteles. Al levantar el brazo para abrir la ventana su vestido se elevó tres centímetros y medio, apoyó el muslo sobre las orejeras de un sofá de cuero, dejó ir un movimiento sensual de la danza taraxinha y para completar las coincidencias fatídicas, enseñó un poquito las corvas…
Fue la desgracia devenida por la suma de pequeñas contingencias en el día a día. Los placeres naturales destilados en los ojos fermentaron y los espontáneos y diminutos requiebros del tiempo se ofuscaron al instante; todo se confundió en aquella sala de fatalidades. Un brillo involuntario entró por la retina de ambos, quizá un neutrino sediento de notoriedad que desencadenó un tsunami en las respectivas mentes. De esa circunstancia equívoca nació el error que destruyó la vida del rey de las cumbres y dibujó el rostro pulido de la humillación femenina.

Así pasó: justo cuando ella estaba en aquel soplo reconciliado con el trabajo, él salió del baño y contempló la escena con asombro, recordó con gran emoción el relato de Robert Coover, y la serie de TV. los Tudor; esto fue su perdición. El era un poderoso y tenia que ordenar el mundo; la quiso disciplinar y enseñarle como correr la cortina sin hacer una danza Zouk. Fue su segundo error; se olvidó que llevaba el vergajo en la mano. Ella lo vio aumentado por la aparición súbita y lo sintió en sus carnes como un puñal penetrante. Como no podía ser de otra manera se asustó y en la carrera perdió el caballo y los estribos. Entonces empezó a saltar por encima de la cama, a corretear por el baño y escabullirse por la mesita de noche, etc. etc. En el zigzaguear seguía la danza iniciada en la cortina con ciertas variaciones Zouk machine.
Fue otro error; podía haberse plantado serena, mirarle a la cara con franqueza y decirle…

—Perdón…, pensé que ya se había marchado…—
Pero no lo hizo; su instinto atávico la dominó y gestionó mal unos instantes, empezó a correr y con ello contribuyó a despertar el acecho del depredador que tenía delante.
Los errores se fueron sumando, seguramente porque estaba escrito sobre las cimbras del cielo que así tenía que pasar. Por ejemplo, él podía haber dicho…
—Perdón, pensé que estaba solo y…—
Otro instinto ancestral se despertó en él: intuyó que si alguien corre es que es culpable y reclama un felino perseguidor. Fue pues un arranque involuntario, guiado por un impulso gravado con el tiempo en el paraninfo de su mente. Él era el rey de las cumbres y estaba destinado a poner orden, lo que hizo fue perseguirla con entusiasmo pedagógico y se olvidó que estaba desnudo. Con el vergajo en las manos, corriendo de puntillas y un poco encorvado la perseguía con pasitos rápidos y cortos. No se sabe si para tapar las vergüenzas o para apuntar mejor, el caso es que la perseguía con los empujes bien cogidos con ambas manos. No me canso de repetir la palabra y dibujar la imagen para ahuyentar las posibles lanzas que me van a arrojar por tibio y cómplice del suceso. La perseguía con sus atributos bien cazados y la increpaba con voz macerada… ¿queda clara su culpabilidad y mi posición sobre el caso?
—No ves esta arruga mal planchada, ¿aún no has quitado el polvo de la bombilla? ¿qué hace este pelo en el espejo? ¡ la cortina... no ves que la luz del sol es demasiado fuerte...!—
Fue creciendo la suma de confusiones y macerándose rápidamente el gran error que lo llevaría a los tribunales como a un pervertido sin control alguno.
Aquel hombre acostumbrado al mando no podía tolerar que su correctivo no llegara a su destino y aquel corretear por la sala y los efectos de la ducha con sales especiales le despertó de súbito el gran masturbador que llevaba larvado. Se subió a la cama se acordó de los consejos de Marcial y con ánimo de terminar en paz todo el asunto, tiró la cabeza hacia atrás, movió la cintura hacia adelante y le dio unos meneos… (manus turbare, que apostilló el hispano). Para colmo de la fatalidad el semen cayó sobre la alfombra y se mezcló con la saliva que ella arrojó encima con ánimo de despreciarlo y limpiarse la dignidad.
Quizá fue un exceso de agua fría, quizá se pasó con los gránulos de ola de cristal, posiblemente ella no hizo bien el gesto para abrir las cortinas y no conocía el relato de la doncella de Coover y menos aún compartía el desparpajo de Anna Bolena, el caso es que se asustó y salió de la habitación gritando y pidiendo auxilio. Otro error en la ya larga suma de fracturas del tiempo y en la aceleración imparable en la caída.
—¡Socorro que me violan!—
Gritó aterrorizada...
Fue la palabra fatídica y él también se asustó, se hizo cargo de la situación al instante y quiso poner un océano azul de por medio. Cogió la maleta y se marchó del hotel precipitadamente, fue su último error. Sentado ya en la zona business lo detuvo la policía, lo esposó y lo pasearon por todas las pantallas del mundo. Fue un escándalo universal provocado por una ducha fría y una retahíla interminable de errores, de destellos mentales y juicios atávicos.
Uno de ellos, quizá todos, se inició tiempo atrás; el jefe del cuerpo de seguridad había tenido un contratiempo en su viaje a París, le habían hecho sentirse un insignificante granjero de pollos y patatas de Idaho y tomó el caso con especial interés justiciero. Pensó para sus adentros mientras ponía las esposas y clamaba con cierta ironía a todas los medios de difusión.
—¡Mirad amigos, mirad que pececito de colores he atrapado hoy…¡ —
Los informadores se restregaron las manos, la noticia era un filón de oro en tinta impresa y tenia tanta salsa como el caso Lewinsky… alguien de la segunda fila dijo a la pantalla…
—¡Este es el instante en que los dioses se derrumban!—
Él se vio perdido, su instinto se abismó en la derrota, sus ojos se hicieron diminutos y su cuerpo quedó flácido y sin control. No pudo hacer nada y en un solo día su rostro de triunfador, de estrella en la cúpula del mundo, se convirtió en el de un delincuente de fechorías menores. Derrotado se encogió, se hundió hacia dentro succionado por su propia gravedad, los ojos se apagaron, la piel se hizo mortecina, la barba creció repentinamente y, en muy pocas horas, sus ropas perdieron el lustre y el porte.
¡Fue el fin; nunca por él esperado!
¡Alto... alto! En política nada se sabe y todo puede empezar de nuevo...

miércoles, 8 de junio de 2011

Incesto


Aliento de piedra. De la serie: Susurros en un agujero. Acción: Montse... 2011
Incesto
Se encontraba totalmente abatido: sentado sobre una piedra angular y mesándose las sienes con los puños, ya enloquecido, se hundía en la angustia y la desesperación. Pensó en su familia con ternura: todos juntos fueron felices en aquella casa que centraba el paraíso. Su pensamiento se fortaleció por un instante; ¡fue sólo un instante! Ahora era una realidad mítica que le ahogaba en la melancolía. Recordó a sus amigos y añoró las fiestas jubilosas. Eran cantos en la noche que él animaba con las armonías que salían de sus dedos; ¡era un virtuoso! Se miró las manos, se cubrió el rostro con ellas y murmuró entre lágrimas...
—¡Estoy perdido!—
Reflexionó, meditó, escarbó entre los pormenores de lo sucedido y todos le llevaron al mismo lugar, a la misma conclusión; su destino estaba grabado en un código invisible, incrustado en su mente como un garfio, allí oculto, a la espera, probablemente vigilante desde tiempos remotos. Lo sucedido había crecido lentamente como un tumor maligno, pero se reveló dentro de él en un instante. Su vecina fue el catalizador, la enzima fatídica y la llave reveladora del secreto. Fue la onda que activó el nervio intangible, el que esperaba una cita trazada en el oculto mapa del tiempo.
Desde su dormitorio podía espiar cada día como su desventura le envolvía con el perfume genital de ella. Desde un pequeño seto podía sentir la textura, la luz y el color del deseo con la fuerza de un contacto apasionado. Con unos prismáticos la observaba y tenía referencia directa de cada detalle de su cuerpo. Sus ropas eran translúcidas, doradas como las luces del alba y su piel resplandecía mucho más con la distancia. Estaba casada, tenía hijos, era mayor que él pero su cuerpo le seducía hasta la obsesión.
¡No podía dormir y vivía en el insomnio permanente...!
Ella no era ajena al hecho de ser observada, pero entre sus miradas furtivas y el reflejo engañoso del mundo se tejían realidades diferentes. Sus ojos eran curiosos y jugaban con el ovillo de las vanidades, con la piedra que respira, el caso es que no supo ver el devenir. Él no quiso prevenirla del furor de sus instintos y menos aún esquivar la llamada.
En la mirada de él, en su mente enloquecida, se forjaban los sueños de pasados remotos y en ellos aparecía una realidad turgente, sensual y llena del poder procreador, era el mismo mensaje que en su día cubrió la manada. Su imagen le dibujaba el mapa de los placeres intuidos, el impulso creador del inicio de los tiempos, el pálpito viral que dio paso al origen de las especies y el final de las soledades.
Una llamada milenaria comprimía su instinto y le causaba pesares insoportables. Tenía que romper la membrana y unir las dos partes del ser primigenio, aquellas que se debatían en silencio y forcejeaban sin cesar. Era una quimera que se libraba en su interior y crecía lentamente oscureciendo todo.
Un día el incesto le golpeó justo en la puerta genital del cielo y enloqueció con la furia de un animal en celo y herido.
—¿Por qué no, si este veneno trastorna mi mente ?—
Todos los caminos eran terminales menos aquel que, como el de Ariadna, tenía en las manos el ovillo de la puerta oscura, el aleteo vírico de una idea y presentaba una salida jubilosa, un final acoplado en su destino. Era un mandato diseñado en la memoria genética, una dominante depositada allí por un antepasado remoto, la bestia eterna que hizo lo mismo que se venía haciendo durante millones de años.
Aquel monstruo hibernado en su mente despertó de súbito, se avivó en sus manos y le desbordó la razón. Quizá fue la semilla de los primeros homínidos que se excitó repentina y él no pudo hacer nada… La tomó como un raptor, sin pedir permiso y al instante, los campos y sus manos se llenaron de color púrpura y sus ojos se hundieron en los manglares oscuros de la mente.
—¡Fue un instante!—
Su instinto despertó en forma de monstruo y su cuerpo enfureció sin control. No pudo, no quiso, no supo parar y se abismó en sus ardores hasta perder los últimos estribos de la razón. Lo apostó todo en una danza mortal y allí feneció para siempre el joven de gestos amables, el pianista desdichado que amaba a Schubert y como él llegó a decir…
A veces el destino suele cumplirse en pocos segundos
Cuando despertó ya era el señor de las tinieblas y su trono era el mismo que ahora le ayudaba a recordar la puerta de salida, la que él tomó para entrar en los corredores originales de la vida, el abismo que se precipita en el tiempo y nos une con el aliento de las piedras…