sábado, 17 de marzo de 2012

Búsquedas y encuentros





La cueva de Valls. 1974, Reflexiones entre búsquedas y encuentros.

Búsquedas y encuentros
En uno de los viajes que realicé a Reus el otoño de 1974, encontré una pequeña cavidad al lado de la carretera que va del Vendrell a Valls, (Tarragona). Iba en una motocicleta y llamó mi atención de tal manera que hizo detenerme al instante. La cueva estaba hecha en una piedra tosca, como de hormigón, y el tiempo y la erosión habían hecho desaparecer los rastros de las herramientas.
De aquel pequeño espacio emergieron preguntas que todavía no he contestado y se presentaron temas que he trabajado en todos estos años. Después de muchas horas en divagaciones he llegado a la conclusión de que son motivos eternos y deduzco que cada persona tiene que experimentarlos y pensarlos por si misma.
La utilidad de la cueva era poco clara, debía servir para casos de urgencia, de refugio necesario, quizás, de cámara para mantener la comida y el agua a la fresca. El viento, la lluvia y el polvo habían dejado una cubierta de tierra ferruginosa y polvorienta en el suelo. En medio del espacio ovalado había una piedra de pequeñas proporciones que hacía de centro o quizá de asiento.
Estuve un buen rato mirando aquel lugar ocupado por la piedra, ella lo llenaba plenamente, lo significaba de manera indefinida; ¡era el habitante...! Aparentemente parecía no tener ningún valor especial pero establecía la idea central del discurso. En el primer momento creaba una situación mentalmente cómoda, no había nada que pensar, todo era simple y transparente. Era un agujero apacible: un hueco ocupado por una piedra callada.  Después de observar la tensión estética y simple de aquella escenografía, le hice una fotografía  sin muchos preámbulos. Al hacerlo, al encuadrar y eliminar el contexto, el lugar se tensó inesperadamente. La  presencia de la piedra instalada en el centro tomó un relieve extraordinario. Ella sola formulaba una pregunta cargada de incertidumbre que llegó a fascinarme.
El espacio se habría en la roca como una puerta misteriosa; estaba ahí, ocupado por una señal que lo llenaba todo y creaba una imagen plena de sugerencias.
¿Era el huevo primordial encobándose con la luz del sol?
¿El trono del hacedor en el centro del mundo?
 ¿La palabra muda que espera el fonema sagrado que la reconoce y le da nombre?
Lo que fuere…, era un enigma que llenaba mi mente de misterio y su ausencia creaba una herida permanente; han pasado 38 años y todavía es presente…
Quise retirar la piedra para hacer la segunda fotografía y el espacio quedó totalmente vacío. Ahora se presentaba ante los ojos con una presencia angustiosa, desamparada, sorprendente y misteriosa. ¡La ausencia la había llenado de oscuridades! La cueva estaba deshabitada ante mi, el espacio mostraba su cualidad intrínseca: la nada. La nada moraba el lugar y con ella la fuerza evocadora del enigma. El ocultamiento se presentó de pronto como una niebla inquietante que lo inunda todo…
Detrás de ese velo, que es mi mente y sus registros, he querido mirar siempre y lo he hecho con la convicción de que se trataba de comunicación directa con la materia...
 La mirada no puede captar más allá de los fenómenos físicos pero la mente puede interrogarse sobre cuestiones metafísicas. Mi memoria quedó sin referentes y vibraba cautiva en un suceso del pasado, ¡no podía olvidar! Había quedado atrapado entre las telas del tiempo y ya nunca podría sustraerme de la experiencia de observar los hechos en su conjunto. ¡Todos los instantes están unidos en el presente! La cueva podía estar llena y vacía a la vez. Todo quedó impreso en la memoria y pienso que algún resto, alguna señal que proyectó de la piedra, era presente y excitaba mi retina.
La señal se había convertido en una herida, más tarde en una llaga que no se ha cerrado nunca.
Acción de poner una A en el centro de una piedra. Museo de Reus Con Pere Salabert y Eva Gregori. 2005
Pal()bra

Pal( )bra es el lugar vacío formado por la desaparición y ocultación de la (A), la cual queda en silencio en el alma de un estuche de cobre o entre el paréntesis de dos mitades de piedra. Este espacio se sitúa más allá del lenguaje y de la comprensión de las cosas, por tanto significa también el misterio de todo aquello que la razón no es capaz de comprender ni describir. A mi entender, es el enigma de la sustancia de las cosas que escapa a la mirada, es, en definitiva, el territorio donde el lenguaje se deshace en polvo, en sutiles cristales de sal. Trás esta desaparición los razonamientos intentan resolver el problema con otros recursos expresivos, con sonajas de colores y dosis de ilusión esperanzada.
La palabra se desenvuelve bien ante la presencia de un mundo espiritual muchas veces sobrecargado de fantasía. Sobre este asunto no creo que sea necesario hablar más, ni  buscar razones esclarecedoras. No se ha de perder el tiempo analizando aquello que no pueda ser analizado. Nos basta con la dosis de poesía y en ella hay que depositar todo el valor. Considerando la debilidad de nuestros recursos expresivos, la fragilidad de la comunicación y la incertidumbre que genera todo intento creativo, una expresión bella nos reconcilia con el mundo y con ello estamos pagados...

El relato.
Determinadas imágenes quedan grabadas para siempre, hieren el espacio bruñido de la memoria y allí se quedan como un arquetipo permanente. Creo que la piedra dejó en el pensamiento una pústula que me ayuda a recordar, una señal permanente que hace de la ausencia de la letra una llamada firme para invocarla y hacerla presente. Quizás todo aquello tan sólo era una ilusión dulce, pero fue un hecho que despertó reflexiones y obras que la hicieron significativa en mis años de escultor. La señal incipiente ha crecido y se ha formulado en la obra.
Es  cierto que la vivencia del hecho no es transferible a los demás, el instante nos pertenece como  herencia personal. Nuestras experiencias nos hacen, anidan en el recuerdo y empujan nuestro destino, nos modelan los sentidos y no podemos desprendernos de ellas nunca.
Ahora, por más que intente narrar los hechos con  la máxima pulcritud, con precisión en el uso de la palabra, estoy seguro de que no despertaré en el lector más interés que el que se desprende de un relato curioso. La perplejidad está presente: en cualquier narración, siempre queda la duda de si se trata de un hecho experimentado o una invención de la mente. Seguramente estas palabras ya están lejos de los pensamientos y sentimientos que experimenté entonces, lo que si queda claro es que todavía tienen energía para hacerme pensar, emocionarme y escribir.
En nuestras recreaciones, en las invenciones que tenemos que formular para entender y presentar el mundo, siempre hay una parte de ficción; es inevitable. Me dispensáis esa parte ya que no es mi intención vivir del relato, yo soy escultor…
Sabéis que la mente es una productora de realidades y cada instante genera la imagen que antes no existía. Sin ser del todo conscientes, somos inventores de pasado al narrarlo y con ello, condicionamos nuestro futuro. Aquellas experiencias me hicieron y aunque no son plenamente transferibles, quizá el lector tendrá una experiencia parecida, aproximada y enriquecedora, si  contempla la Capilla turkana o la Ventana del asombro. Espero su complicidad y su entrega abierta a la naturaleza, ella, la naturaleza, es la voz más poderosa de la creación…

viernes, 16 de marzo de 2012

Palabra oscura.





Palabra oscura. 2001-2002
(Fragmento del texto sobre la obra)
Como sonajas muevo los dedos, hago actuar a las manos: con el dedo punzo un agujero en el barro, lo hago tan profundo como me es posible.
¡Soy constructor de formas!
-Después pienso.-
Acerco la boca a aquel espacio pequeño y deposito una idea prolongada; como quien deja caer una semilla en la tierra, espero a que germine en primavera.
Actúo y también sé pensar, ¡aunque torpemente!
Cierro el agujero y allí queda oculto el mensaje como un misterio permanente, desde allí irradiará energía como una luz oscura y débil, desde allí emanará una idea estética y ética si existen ojos inquietos para mirarla y aceptarla. Para sobrevivir entre ciertas actitudes hacen falta complicidades...


Sin descanso vuelvo a hacer la misma operación tres días y tres noches. El barro comienza a endurecerse, el dedo ya no puede entrar y las palabras empiezan a quedar en superficie.


¡Lo doy ya por acabado, no soy suficientemente fuerte, me falla la voluntad!


No todo está perdido,  sé con certeza que en la urna sigue abierto el espacio para muchas más acciones y que todo está dispuesto para empezar de nuevo. La razón me dice que sólo es cuestión de agua y energía para volver de nuevo a la experiencia inicial y la necesidad estética me induce a continuar
siempre en círculo.
Dispongo del sol, es un eje central y no me siento solo, siempre rodeo el mismo problema, el pacto i la alianza con sus producciones...

sábado, 3 de marzo de 2012

La sonaja


El fundidor de los limbos agita las semillas,  Foto de Fénix o la ciudad del sol. 2010


La sonaja
Al día siguiente se despertaron con los primeros rayos del sol y vieron por el tono de luz que todo estaba previsto bajo las lonas del cielo…
Seguidamente los dos danzaron a un tiempo y aconteció lo que ya conocéis por la historia: El amante de arrayanes. ¡También por este lado el tema está concluido!
Como veis, el círculo se está cerrando y harán falta acontecimientos extraordinarios para que los relatos puedan continuar…
Cuando germinó la semilla y con ella la trama de: Ció ante la ventana del asombro, una visión espectral enmudeció su semblante y quedó convertido en el esclavo de sus palabras. Sintió también que su voluntad estaba secuestrada por las respuestas amables pero esquivas.

¡Otra vez el calvario!
-Pensó-

Estaba atrapado entre los señuelos del corazón; ¡el suplicio permanente! Él tenía colgada del cuello la piedra del dolor, las manos eran llagas lacerantes y por los ojos destilaba el jugo del sufrimiento. Sabía lo que le venía encima, había padecido el trance y se dio cuenta que en el pecho se abrían de nuevo las herídas de la amargura.

Sea cual sea el dilema dijo:
-¡Ahora hay que seguir!-

Él ya había  perdido una hija del mismo nombre (Ció), la que se hizo aurora en el momento de nacer, y ahora le tocaba transitar el mismo sendero, padecer los mismos quebrantos, quedar enterrado en el mismo surco.
Entonces se acordó de la piedra, el canto de río que llevaba en la mano, lo abrió y cinceló en una de sus caras la primera letra del nombre de la mujer esperada. (  ) La volvió a cerrar y la ató con los finos tendones que sacó de sus brazos. Después se la colgó al cuello como un talismán y empezó a caminar con el propósito de no parar nunca.
El agua de la otra mano ya se había perdido; sus dedos eran porosos, piedras de un erial sin límites; ¡ya no quedaba ni una gota! En el camino transitado, en las plegarias descritas, fue lluvia que empapó la tierra. Hacían falta ríos inagotables, borrascas endémicas, pero en aquel tiempo no llovió: él la repuso cada día con los veneros de sus ojos.

Entonces, ella le dijo:
Tú eres fuerte ante el dolor, ¿Cómo puedes soportarlo?
Él contestó:


De las llagas del corazón nadie sabe la verdad. Nadie siente como yo las tinieblas que cubren mi laberinto, nadie puede transitar los corredores de la mente.
Mis plegarias no pueden ser escuchadas; ¡quizá sin pretenderlo deseo que no se atiendan!
Se que nada germinará de este cuerpo tembloroso y derrotado…

Hizo una pausa larga, pensó y meditó con cuidado las palabras que tenía que añadir y así terminar el agobio de los primeros tiempos.

¡Quería finiquitar las suplicas…!


La verdad de mis ojos, la realidad que me emociona y estremece hasta el llanto, es que soy hijo legítimo del barro, limo y fermento de río, ¡un tallo tierno que puede morir de añoranza…!
Se hizo un silencio largo, interminable, de cuarenta días, ¡de cuarenta noches!…
¡No hay nada que hacer, ahora lo comprendo!


-Adiós, amada!-

Los oídos están tupidos de embelecos y ante el abismo de las situaciones sólo cabe precipitarse en ellas…

-Entonces dijo la última palabra-


- Si algún día se desploman los lienzos del miedo y el surco se llena de simientes nuevas, yo lo celebraré con la sonaja del pecho y tu sentirás el amanecer como aliento renacido.-

viernes, 2 de marzo de 2012

II Encuentro


Las sombras tienen razón de ser... están muy adaptadas al cuerpo. La Musara. Tarragona  2010

II Encuentro
Un día de primavera, confundido entre las luces del alba, lo encontró encaramado en una piedra. Firme como un vigía, rápido y preciso, hacía girar en el aire un paraguas plegado. Con él ahuyentaba las tinieblas y con el brazo extendido y la mano entreabierta acariciaba los rayos del sol. Los dejaba pasar a capricho y en ocasiones los atrapaba para beberlos más tarde a sorbos chiquitos.

¡Era una visión insólita, quizá extraordinaria!

Allí danzaba de manera compulsiva; como un poseído saltaba, subía y bajaba sin cesar y a su vez, lanzaba al aire puñados de tierra para que el viento la esparciera como calima. Encorvado pero fuerte, pesado y frágil de corazón, se movía como un danzarín inspirado.
Ella lo miró con atención y vio en él el sembrador de sueños; también el que demanda permanentemente sin ser atendido. Le preguntó con un chasquido inaudible en los ojos.

-¿Qué sueñas tan de mañana?-

-A lo que él contestó-


Busco a la madre tantas veces vaciada... ¿?
¡Ahora se trata del nacimiento de un ser con la mente enfocada…!

Aunque madura, ella tenia todos los atributos para seducir al instante; sacó del blusón un pecho turgente y teniendo invertida la mano, apretó con el índice y el pulgar el botón del pecho izquierdo. Al instante, de él surgió un chorro de leche cálida y fresca que trazó una elipse preciosa en el aire. El hilo blanco surcó espacios inconfesables y fue a parar a los labios del fundidor de los limbos, atravesó la garganta y encendió todos los fuegos internos…

No hace falta relatar nada más: él tomó el néctar de su cuerpo, lo destiló en la sangre y quedó seducido al instante. Su cuerpo se transmutó en las semillas del mirto; ya conocéis, las que quedaron ocultas en el surco... ¡memorias de un hecho ya relatado!