domingo, 31 de marzo de 2013

Las siete sillas de Mérida

Las siete sillas de Mérida. Granito de Quintana de la Serena y bronce, 2001

El libro de barro
El año 2001 realicé una "escultura biblioteca" con el título Las siete sillas de Mérida. Entre los libros de bronce se encuentra una pequeña caja que bien puede ser una puerta abierta a la contracción del mundo; ¡allí cabe todo! Es un espacio singular donde se pueden hacer múltiples lecturas, un punto de encuentro metafórico para recoger las ideas que puedan producirse a lo largo de los siglos. El lugar es pequeño pero al mismo tiempo inabarcable. Todo queda reducido a una pequeña urna que descansa en el tercer anaquel de la segunda silla. Allí se ocultará algún día El libro de barro.

El trabajo puede ser realizado seguidamente, o dentro de 20 o de 200 años, solo hace falta confianza en la acción. Entender los mecanismos del libro de barro es aceptar que todo queda implicado en la materia, incluido las palabras escritas. Se ha de aceptar que el barro es un disco duro que aunque se llegue a formatear, siempre queda presente las huellas pasadas, y además quedan memorizadas sus infinitas transformaciones. También hay que tener confianza en el lenguaje del tiempo, ver cómo se deposita y se comprime en los depósitos del río. Los elementos ocultos condicionan el devenir, lo podemos ver cada día y podemos tener la certidumbre de que lo recóndito ejerce una fuerza misteriosa sobre la realidad presente. Esta abertura imaginaria fue experimentada años atrás (“La ventana, 1974”) y fue la consecuencia de la acción de tirar una piedra y abrir un agujero en el lugar señalado para mirar aquello que nos regalaba el pasado.

Si en Mérida se oculta el tiempo en forma de restos producidos por los humanos, el río Guadiana lo transporta en forma de barro, lo acumula en las riberas o lo acarrea hasta el mar. La acción que lleva este nombre contempla el tema de las ideas implícitas en toda la historia de la Ciudad-libro y el río-libro, y añade aquí un registro nuevo; -la llaga del tiempo queda escrita sobre el fondo material y es parte imprescindible en el contenido de la biblioteca.-

El motivo de esta intervención fue la de abrir en la escultura una puerta imaginaria, un espacio donde el barro permitiera performances infinitas igual que pasa en el lecho del río. Quise construir un lugar donde tuvieran cabida todos los autores, todos los credos y lenguajes que con su acción añadan algo innovador a la memoria de la vida.

Las siete sillas no es un trabajo encerrado en la forma de la escultura, es una obra que permite todo tipo de intervenciones, también y especialmente las aportaciones literarias. Es una maniobra conceptual realizada para evocar la memoria perdida, el dulce rincón de la amnesia, la ocultación que con el tiempo toma sentido en forma de fósil.
La biblioteca tiene un número determinado de elementos fijos, pero disfruta de un espacio simbólico que la hace accesible y permanentemente viva como lo es la acción del agua en la ribera.

El libro de barro es una propuesta conceptual que juega con la metáfora y permite que la biblioteca sea una paradoja singular. Es un tropo que ilustra y hace posible que los pensadores tengan una percepción diferente de la escultura; ¡en realidad ella es el hogar del pensamiento más que ninguna otra! Son los autores los que han de depositar sus creaciones con sólo pensarlas. La biblioteca mira expectante y en un lugar discreto se abre el receptáculo del concepto, un hueco donde todas las narraciones tienen su lugar, máxime si están escritas sobre la albardilla del río. Mañana o en un futuro lejano, la biblioteca será identificada como uno de los signos que hacen la ciudad diferente a las demás; sólo en Mérida se ha abierto un espacio para los pensamientos furtivos y sólo allí tiene lugar el dulce rincón del olvido. Por otra parte, el libro de barro permite que la biblioteca sea una obra con infinidad de autores; ninguna otra tiene un espacio reservado a lo indecible. Por ello se necesita la colaboración de todos aquellos que piensen que las capas de barro que acumula el Guadiana en su ribera, son en realidad soportes en blanco, telas para pintar, papeles para escribir, arcilla para modelar, materia que podemos humanizar y ocupar con el dulce juego del pensamiento. De ésta manera se puede hacer que los libros se llenen de contenidos presentes y futuros; palabras de los días que emulan la canción del agua.

Sé que es duro asumir nuestra condición transitoria; para un escultor es difícil hacer actos efímeros, ocultos a la mirada de los demás, pero pienso que también es gratificante ser fértil por un instante y morir en una sola noche como ciertas mariposas. Es alentador escribir con el dedo en la pared y pensar que los ojos humanos no pueden ver nada pero la temperatura de la mano ha dejado un rastro de calor que es detectado por el fino sentido de la serpiente.

jueves, 28 de marzo de 2013

Sensaciones

Luz que viene del sol. La Comella, 2013.

Sensaciones
El corazón del mundo esta presente alrededor nuestro y su ritmo se manifiesta en cada una de las expresiones visibles en la naturaleza. Ella respira y nos da aliento; no se activa con los instrumentos de la razón, no utiliza el juicio en nada de lo que hace, sólo actúa por leyes físicas, por impulsos necesarios y parece que se mueve en los avatares del azar. Su manera de proceder esta movida por tracciones vitales y el pulso del mundo danza en ella de manera sincrónica y lo más importante; ¡lo comparte con todos!
Nosotros tratamos de manera despectiva la naturaleza, más aún los impulsos del corazón, -las emociones son irracionales-, pensamos, pero de tanto en tanto nos damos cuenta que la mayoría de nuestros actos también son irracionales y que la ley universal es la que lleva el control de todo.

Aunque aparentemente parece que para nosotros todo se manifiesta como un hecho cultural, en realidad nunca podemos sustraernos de las seducciones de la luz, de las dependencias de la vida, del viento que nos anima, de los infinitos caminos que nos indica el destino; ellos presentan y acuñan en nuestro cuerpo su manera de proceder. Incluso los procesos de investigación científica emulan los procedimientos que la naturaleza ha desarrollado desde los inicios del tiempo. Por ello hemos creado también el arte, como un objeto de substitución, como una manera de comprender los misterios que de ella se desprenden.

Como pasa en otros campos del saber, la humanidad intenta encontrar en el arte la manera de substituirla, doblegarla, domesticarla y convertirla en paisaje pintoresco, en réplica inocente. Pero siempre emerge la intención de aumentar la sensación de poder, el deseo de tener el control sobre el caos del mundo. No obstante este sigue ahí, amenazante e indómito. Pensamos que ya está todo controlada, pero en realidad hemos creado una trampa de sensaciones. Estamos sumergidos en una ciénaga construida con nuestras propias perversiones y nos hemos convencido, con la complicidad de las palabras, que ya no formamos parte de la naturaleza; estamos fuera de su círculo de influencia. Nos hemos formado la idea de que ya podemos prescindir de aquello que somos: naturaleza que crea cultura y conciencia. Pero yo afirmo que somos materia cargada de pasado y futuro que se desgrana entre las manos, se manifiesta en la obra por un instante, tan sólo por un instante.

El hombre quiere ser naturaleza que se expresa a un ritmo de producción diferente al que le ha asignado su condición animal y por ello crea los atajos, las herramientas de la ciencia y el arte para llegar a la esencia de las cosas en un tiempo creado por él, es más, él desea liberarse de su esclavitud de manera simbólica, desea regresar al paraíso articulando las abreviaciones. Toda la historia de la humanidad esta motivada por las ventajas del atajo, y todos los inventos de la ciencia, la evolución tecnológica y las creaciones artísticas no tienen otro objetivo que la lucha contra el tiempo: triunfar sobre él es esquivar el dolor y la muerte, triunfar sobre él es doblegar su poder absoluto y emular en todo lo posible el poder creador de las manos de Dios.

No hace falta aclarar que se trata de una quimera, de la cual, algún día saldremos para caer en otra no menos conflictiva. Vivimos entre los sentidos, doblegados por las sensaciones, interferidos por las emociones y solamente podemos enfocar el mundo por un instante; ¡tan sólo por un instante!

De esta realidad obtusa no despertamos nunca, de este sueño que presenta los perfiles de una escultura de niebla, solo podemos sacar una conclusión: todo es abierto, revisable, hipotético y generador de perplejidad. El arte es otra mirada más, otra puesta en escena de los destinos humanos. En algunos casos ni siquiera es eso, es el reflejo tibio de una vaguedad. Los secretos que oculta el mundo, los misterios que regala, se hacen obra en el hecho de pensar; esclarecer aquello que miramos es una actividad siempre revisable. La luz se cuela entre las ramas, la humedad eleva el contraste, aumenta el brillo, se hacen visibles las moléculas de agua; ¡nos regala el pálpito de un instante!
El arte es un juego simbólico que imita lo divino, para ello pone en acción todos los saberes del ser humano y lo hace con la voluntad de testimoniar la “verdad”. La obra tiende a querer ser la expresión de lo verdadero fuera del marco de las circunstancias; lo consigue en contadas ocasiones; ¡la duda es el estado permanente! Es lo que estoy intentando hacer aquí al apuntalar las ideas con todos los soportes a mi disposición, y lo hago con la convicción y el deseo de esclarecer las incertidumbres que me acompañan.

miércoles, 27 de marzo de 2013

La ventana

Ventana, acción 1974. San Andrés de la barca. Recreación, 2013. La Comella Tarragona.

La ventana
Por motivos que aún desconozco, ayer rehice una acción que había hecho el año 1974 en San Andrés de la Barca. Tiré una piedra al aire lo más lejos que pude; después, siguiendo la acción que haría un perro en busca de un hueso arrojado al aire, fui al lugar donde había caído. Al llegar acaricié la herida producida y después la enmarqué en un radio de no más de treinta centímetros; ¡era una ventana abierta al pasado! Con un deseo indefinido y una tranquilidad poco habitual en mí, contemple todo aquello como un hecho extraordinario y extraño. Más tarde, con la metodología de un arqueólogo, empecé a descubrir capas delgadas de tierra y a recoger muestras significativas de los materiales que se encontraban allí ocultos. No buscaba nada en concreto, ni tenía que hacer un estudio cronológico a la manera de un geólogo; tan sólo buscaba la presencia de las cosas que tenían algo que ver conmigo: tierra, piedra, raíz, caracol, un trozo de vidrio, etc. ¡Fue apasionante! La vida y la muerte estaban presentes en la historia de aquel palmo de tierra, allí habían dejado sus rastros con precisión, se habían reunido todas aquellas cosas en diferentes momentos, como si entre ellas hubiera un destino común, un nexo preestablecido.

Vistos con cierto asombro, aquellos materiales sin atributos, aquel lugar sin referentes, tan especial como cualquier otro, se mostraba lleno de tesoros naturales. Allí se ocultaba una historia apasionante en cada una de sus páginas; todo estaba implicado y sólo hacía falta revelarlo a los ojos. Cada una de las cosas que aparecían estaban escritas por el tiempo y esperaban ser abiertas y leídas con asombro, o bien con la vista puesta más allá de las apariencias. Todo brotaba de manera resplandeciente; ¡pensé que era soberbio el flujo de la realidad cuando aparece ante nosotros!

La ley de los cambios había dejado su sello impreso, era la muestra de su memoria. Una biblioteca natural se presentaba como testimonio de un pasado que era presente todavía. Por aquel motivo, y también por la acción del azar, desde aquel momento se creó un vínculo especial y directo con el lugar; prueba de ello es que ahora escribo estas líneas pensando en el encuentro, recordando los hilos que todavía quedan tejidos en mi memoria, ellos son la evidencia de aquella experiencia. Encontré grabadas o dormidas en la tierra señales reconocibles, había una base común entre aquel espacio lleno de presencias ocultas y mi existencia, y eso para mí fue revelador en un momento que estaba muy sensible a aprender en esta dirección.

Pensé también que el azar lo había dispuesto y que todo había sido señalado por la caída de una piedra. Sobre ella se dispuso una nueva experiencia, en la cual habían intervenido infinidad de variables, peso, tamaño, fuerza de lanzamiento, gravedad, dirección del viento, trayectoria, etc. Todas aquellas circunstancias eran el camino sinuoso que abre a cada instante las bifurcaciones de nuestro destino; aquel hecho se convirtió en una lección admirable sobre las posibilidades que tenemos para aprender ejerciendo la observación directa. Allí llegué a entender los mecanismos del tiempo y comprender su letanía azarosa, por ese motivo la vida y la muerte los siento apasionadamente unidos, están en cada uno de los pasos que trazo; son mi camino, mis brazos y trabajo con ellos.

En la tierra duerme el pasado y se adormece el presente; es el lecho natural de la vida. En el barro fértil del río escribo noche y día, construyo un libro de barro. Veo como allí caen millones de señales, signos que quedan impresos, son los restos que vamos dejando los seres al fenecer. Es la memoria que queda implicada y se hace presencia fósil, palabra que deletrea el pasado; son semillas vivas que esperan. Son huevos dormidos que se activan y emergen cargados de nuevas propuestas, pensamientos que florecen como formas vivas.

Al final del trayecto no somos polvo, somos barro que se piensa, limo de río dispuesto a ser modelado, siempre preparado para ser reciclado; ¡papel perdurable para escribir el presente!

Entre pensamientos tanteo qué he de hacer; me contesto y dibujo sobre el suelo. En ocasiones muy especiales, también deseo dejar un testimonio sobre la tierra, deseo señalar la presencia por humilde que sea.

¡Que pretensión¡ querer aportar un grano de arena en el páramo de la eternidad. Ese es nuestro gran pecado y la causa que nos envilece y al mismo tiempo nos hace como seres humanos. Si el hombre tiene algún interés como criatura viviente es por el deseo imparable de trascender su propia vida, de dejar marcas humanas en el tiempo, de señalar en el bosque tenebroso los pasos con migajas de pan, de ahí la propuesta de: El libro de barro.

lunes, 25 de marzo de 2013

Misterio

Acción de hacer camino. Colabora: Sebastián Majadas. San Andrés de la Barca. Barcelona 1974

Misterio
Hay momentos en la vida que nos llenan de dolor, otros de dulzura y muchos de hastío y avandono. Vivimos en el trasiego permanente y avanzamos en soledad; ¡así hacemos camino! Sentimos como las envolturas emocionales nos colman de preguntas y constatamos que no siempre se encuentran respuestas apropiadas. En esos instantes de incertidumbre el ser es la única cuestión relevante, quizá es la única en el proceso del pensamiento, cuando la soledad delata la existencia y la describe escindida de su soporte material. Justamente ahí radica el trágico enigma del ser y en su descarnado cuerpo queda desubicado, escindido de su condición física. Dentro de la envoltura emocional sentimos como nace la fuerza creadora y el poder evocador de la poesía. La intuición recoge la memoria derramada, la acaricia hasta dejarla en vilo y la tensa y cimbrea en los límites de la razón. En esos líndes tenemos que encontrar los espacios para afianzarnos espiritualmente y sobretodo, para sentir una relación nueva con el mundo; ¡ renacer se hace necesario...!

Los limites de la realidad se pierden justo donde acaba la comprensión racional de la misma y hemos de convenir que los límites de la materia se encuentra en el extremo sinuoso donde aparecen y desaparecen las probabilidades; ¡las partículas! Su acción azarosa nos recuerda mucho a las imágenes furtivas que se generan en la mente. Estas, cuando aparecen, huyen hacia el fondo oscuro y desaparecen sin dejar rastro. Así las experimentamos a cada instante, algunas visiones no afloran nunca más, otras persisten y se hacen obsesivas. No podemos verlas a capricho pero sabemos que están ahí, que en el rodar del pensamiento vuelven a aparecer de manera persistente. No parece razonable pensar más allá de los límites de éstas visiones, hacerlo sería dar lugar a la fantasía y destronar el misterio del ser. Pero ese lugar de apariciones físicas, de descargas de energía mental, surge de un fondo preconsciente donde se guardan las experiencias pasadas, las escenas vividas, los amores perdidos, las ilusiones frustradas; ¡sin propósito ni intención alguna allí se esconden! Son los últimos rincones donde se ocultan los secretos vedados al pensamiento; si no, pregunto, dónde van a parar mis súplicas, donde las imágenes que arranco del lecho del río.

Es un espacio misterioso que seduce a la razón y ahí, justo en ese umbral de silencio, aparece una seductora luz al tiempo que parpadea una penumbra visionaria. Es posible que sea ahí, en el lugar del olvido, donde se forme un hueco revelador y al pisar su suelo se satisfagan las preguntas demandadas. Quizá ahí se abre el templo de la intuición, donde se guardan las cenizas del pasado y reverbera la nueva verdad. La mente entra en el territorio lirico de la poesía y con un espasmo repentino se desgrana en los actos épicos de la historia.

La creación se sitúa en los límites del olvido y ahí renace, se renueva la pregunta para resplandecer en una nueva aurora. Es pues en esa biblioteca oculta donde reverbera su voz y donde se encuentran las respuestas a situaciones nuevas. ¡No puede ser en otro lugar! Es el escenario vedado a la razón, cerrado a la voluntad, pero que en ocasiones opera la intuición y aparece el acto creativo de manera lúcida y certera.
Tenemos que acordar que es así; ¡no podemos ser geniales cuando nos viene en gana…!

Quisiera pensar que también allí van a parar todas las imágenes creadas dentro de nuestro mundo mental y, cuando se entra en el territorio de la muerte, probablemente en ese vacío sin límites, también habite la memoria plegada de lo que hemos pensado. Así, comprimidos al infinito, ahí quedan registrados los sucesos dispuestos a ser recuperados, a ser reciclados en el saber colectivo. Quizá es el vertedero intelectual donde van a parar los restos de todas las palpitaciones vividas, allí se funden en la disolución del ser. Es por ello que el abismo que nos conduce al otro lado de la realidad, el que nos induce a una acción suicida y nos precipita en la nada, nace en las sombras de nuestra propia memoria. Allí es también donde se esconde el olvido y donde crece el dulce silencio de la amnesia.

Estos han sido los pensamientos y los pasos titubeantes que me han conducido a las ocultaciones. En el interior de la materia duermen los pensamientos y en su lecho hermético, en su lugar sin sombras, espero que se guarden mis quejas eternamente. Des de allí han de reverberar los textos que se escriben sobre el agua, sobre el barro, la tierra o en el aire, ideas terminales que se encierran en el corazón de una roca. Textos que describen las pasiones de la vida, lazos de amor y de odio, ¡en fin, humanos¡
En el espacio mental han estado llenos de energía, humor y compromiso; ¡ahora descansan, han regresado al sueño mineral! Ellos han sido el néctar de la más fértil de las primaveras, ¡la única que nos ha dispuesto la vida¡

sábado, 23 de marzo de 2013

La mirada creativa

Espacio mínimo. Riera de Maspujols, 1978


La mirada creativa

La creación es implícita al ser si este se encuentra unido a la construcción del mundo, si es capaz de sentir intuitivamente como se recrea la gran obra a cada instante. El universo es un templo asombroso y un solo átomo es una réplica microscópica de su esplendor. En sus espacios inabordables podemos entrar con la mente y sentirnos como dioses. En ciertos momentos tenemos estas intuiciones y en el silencio de aquel templo diminuto nos vemos numinosos, ingrávidos e inmortales.

La escultura-templo se hace expresión del lugar sacro, es un oratorio sombrío que inquieta y estremece. Es un lugar para poner los pies con firmeza, sentir la soledad del ser y experimentar la integración absoluta con la materia. Entre sus muros silentes se descubre la unión de los contrarios, el cuerpo físico cohabita con la energía que desprende los cortes de roca. Ella es presente en todas las direcciones, se cuela por los poros y anima los sentimientos. No puede ser de otra manera, la temperatura irradiante entra y sube hasta la mente y se convierte en palabra, en reflexión sobre la sutil presencia de la realidad estética.

El hecho de estar unido a la naturaleza mineral nos subyuga, nos unce a sus movimientos, a sus leyes y procesos. Su palabra muda nos enlaza con lo esencial y nos anuncia el momento de callar; es el perfume metálico que se destila en la vida y nos recuerda que estamos en proceso, que somos un cuerpo burdo que dispone de un tiempo limitado para sentirse y pensarse. En ese instante de consciencia nos enlazamos con el fondo material, nos sentimos dentro de la roca y formamos parte de ella. Es entonces cuando su naturaleza se modifica y se transforma en reflexión y de ella sobreviene un acto transcendente e innovador. Entre sus sólidos pliegues constatamos como el signo material se ha hecho pensamiento; ¡ahora ya es sentimiento que nos transforma!

En nuestra imaginación sucede todo, es un espacio singular donde se manifiestan los cambios y lo que acontece se deviene en emoción, ella es la marmita de los milagros. Al interactuar con el mundo, pongamos como límites los muros de el diminuto templo, nos damos cuenta que en la mente ocurre un suceso extraordinario, la piedra que nos sustenta se hace imagen en la memoria. Un surco se graba en la mente y en él queda inciso el recuerdo. En la pantalla mental la mutación misteriosa pasa de impulso material a pensamiento; ¡así se deviene en acto creador! Así lo constatamos al sentirnos transformados, al notar como el contacto con la piedra se deviene en pensamiento. Pongo los pies en aquel suelo frío, duro, enjuto y siento su firmeza como parte de mí, eso me reconforta por un instante. Los muros marcan los límites y todo se dibuja en lo concreto, lo físico, no obstante la mente entra en un estado de turbación, en una turbulencia emocional; los sentidos se activan, se conmueven y pueden hacerte llorar. Así percibimos como la roca transforma la mente y se deviene en llanto.

Todo este discurso resulta demasiado fantástico, pomposo y afectado, pero no es difícil de entender. No deseo vestirlo de hermetismo para alejar su comprensión, deseo que su existencia me resulte cercana, familiar, fácil de asimilar y accesible para todos. Pienso que la creación es aquí un estado conceptual que nos permite ser divinos y el hecho me cautiva. La realidad estética es fácil de practicar, en verdad sólo tenemos que soplar el polvo del tiempo y mirar como se presentan los cambios, como se funde nuestra acción en una realidad nueva, estética, asombrosa y admirable. Quiero decir que con sólo el hecho de observar el paisaje ya lo modificamos, lo situamos en el contexto de la reflexión y así se deviene en acción estética, en mirada transformadora.

Al trazar una línea imaginaria, una acotación como idea, ya estamos modificando la realidad. Si dibujamos una línea que una los vértices de la montaña, que relacione sus cumbres con la intensidad de las emociones que provocan, ya estamos modificando su geografía. Al dibujar su gemido sobre el cielo y dejarlo volar en la mente como si fuese una semilla, ya contribuimos a la fecundación de la tierra. Si soplamos un diente de león y lo vemos como se desliza por el aire, ya lo estamos viviendo de manera creativa y al instante notamos como se activan las percepciones inusitadas. Son los sentidos los que nos informan sobre la realidad estética, después las intenciones le cambian el valor.

Si tomamos una piedra, la lanzamos al aire y posteriormente vemos como cae en vuelo libre, como se deja sentir para predecir la caída, si miramos su fino trazo y constatamos como se desvanece al instante, ya estamos contribuyendo en un acto de encuentro moral con los efectos de la naturaleza. Al escuchar su desplome y acariciar la herida que deja en el suelo, provocamos el encuentro causal y asumimos el compromiso ético y estético.
Sí, así lo he decidido. Podría arrojarla con otra intención y hacer daño…!

Son actos conscientes, leves, sencillos y entregados, pero hay que dejarse traspasar por ellos. Al hacerlo con la intención de aprender, con la curiosidad de sentir emociones incontestables y abiertas a lo asombroso, caemos en la cuenta de que somos parte activa del juego que impone el eterno respirar del mundo.

jueves, 21 de marzo de 2013

Pensar y sentir

De como los canteros separaban la unidad, Cantera romana. El Medol.
El arte como escusa

El objetivo del arte no es ir en la búsqueda de la felicidad, tampoco la de decorar muros, aumentar el estatus de los vanidosos, satisfacer a los poderosos, certificar la maestría del autor y sus habilidades sociales al pretender conjugar la verdad. El objetivo es prestarnos ojos nuevos para ver de otra manera y con ellos aprender; ¡hay que rehacerlo todo! Con los de hoy puedo ver como el misterio se esconde en el espacio áureo de la materia, con ellos puedo ver como se insinúa en su lecho luminoso y a la vez como se oscurece ante mis observaciones. Contemplo un tesoro espiritual que se oculta entre los repliegues del secreto y puedo presentarlo en el plano de la obra, fundirlo entre los actos cotidianos; ese es hoy el compromiso.

Pienso que el creador es el jardinero de las emociones, el productor de realidades estéticas. Él se cuida de las semillas del río, de los ruejos caldeados por el sol y piensa la manera de implantarle ideas con sutileza. Poco después se decide a cultivarlas, las toma entre las manos, les sopla y las anima con cierta embriaguez. Creo que en esta acción revestida de misterio, en éste acto de demiurgo, de chamán erecto, el arte siempre reencuentra su función humana, no obstante hay que estar alertados, ¡nada y todo es verdad! Tenemos que pensar por un instante, tan sólo por un instante, que el poder del absurdo habita en los señuelos de la razón, que entre las trampas del pensamiento se esconde el autoengaño. Vemos cada día como en ocasiones se aplauden los eructos de un niño, en otras, aquello que a los ojos del común de los mortales aparece como insensato. Así vemos como aquella sinrazón revestida de locura, pasa a ser para algunos un acto revelador; mirar si no el libro de Pere Salabert, "Teoría de la creación en el arte."Akal/ Arte y estética.

Pensar y sentir

Pienso por que puedo, quiero y me han enseñado a pensar y por tanto me gobiernan todas las incertidumbres de lo pensado; ahí se cierne una parte pequeña, diminuta del mundo. No dispongo de soportes estables donde poner los pies, es por ello que hago servir la metáfora y construyo un templo encima de una roca, es una pequeña capilla para pisar con firmeza; ¡así me siento confortado! Allí pienso que todo es parte de lo mismo y lo puedo sentir en plenitud; ¡todo es muy sencillo! Mis pensamientos son también requiebros minerales y los noto como suben por los pies, como la gravedad cae sobre el cuerpo, la presión modela las piernas, los contrastes de energía delatan la temperatura, las luces encienden los ojos, los pitidos en los oídos destilan el clamor de los sólidos, la erección del bello electrifica los sentidos y la rigidez en el esternón describe la tensión del lugar…; todos son juegos de la materia que se reflejan en mi pues formo parte de ella. Los giros de los átomos me conectan y enlazan con la roca, sus luces se retroalimentan y se contemplan en el eterno juego de la creación y la expresión.

La pequeña capilla es un laboratorio espiritual y en él se sumergen los sentidos hasta quedar fundidos, perdidos y en algunas ocasiones encontrados hasta llorar de emoción.

miércoles, 20 de marzo de 2013

Materia y poesía.

Clara es un nido material como tú, un nudo enlazado como yo. 2013
Materia y poesía.
No existe nada más venerable, luminoso, conmovedor y expectante que la danza de los electrones uncidos al núcleo. En su eterno y efímero ritual hacen giros pareados, avenidos o enlazados para formar un átomo. A escala diminuta el universo entero se repliega y se muestra radiante en ese espacio diminuto. Todo el principio sosegado del universo es su obra, a todo lo que nos rodea le impone su ritmo, es un chito de giros sensuales; ¡una cópula incansable de creación ilimitada! Es un requiebro material que nos mantiene en estado animado, activo y conjugado; ¡ese es el gran misterio! Entregado al amor de la luz, fundido con ella y cambiando su identidad entre partículas y ondas, su existencia se hace solemne, mayestática y poderosa; es una revelación al reproducir el acto de la creación.

Clara es una piedra cerrada formada por trillones de moléculas, una sola de ellas es un poema inigualable; es el madrigal de los átomos. En ella la materia se une y cohabita enamorada, se machihembra solemne, excitada, precisa, ordenada, probabilística y poética. Entre sus besos la creación se manifiesta activa en todo su esplendor. Es un principio eterno que hace girar las ruedas y chispear los pedernales, los hace retozar en un espacio extasiado de placer. Es un lugar donde las voces suenan a capela y la comunicación es plena e instantánea. Ahí se recrea a perpetuidad el entrelazamiento del universo y la unión de los contrarios. La piedra blanca antes de ser abierta se muestra ininteligible y secreta, es principio de unidad. Esta es pues la fuente del misterio, la que anunciaba la omnipresencia de Dios y el flujo fantasmal del Spin paradójico. Una danza rica en significados, expuesta a interpretaciones y abierta a todo tipo de creaciones. (Mirar: paradoja EPR)

Materia animada
Actualmente no necesitamos un espíritu teosófico a la manera de Kandinsky o Mondrian para transcender la materia; la podemos animar conceptualmente y delegar en ella los valores estéticos y espirituales que necesitamos. La materia habla y podemos presentarla tal cual es, sin manipular su carácter ni modificar su voz. Mantener su personalidad, conservar su poder y potenciar sus cualidades es hacer un artefacto para el pensamiento con un fragmento de realidad. La obra puede ser una piedra que mira por la ventana y a su vez piensa por nosotros. O también podemos abrirla con un martillo y poner dentro una idea que destile todos los requiebros del lenguaje, todos los deseos inconfesados. Podemos escuchar su voz oracular y atenderla como razón fundamental, como expresión de la única realidad tangible. También podemos entrar en su interior con las armas del pensamiento y ocupar sus espacios vacíos, observar sus vestíbulos solemnes, sus salones majestuosos y quizá a través de la teoría insensata de Feynman, actuar en ellos y sentirnos como en casa. Un viaje mental al interior de la materia para ver el rostro dorado de Dios, para dejar subyacer en sus misterios y secretos las peticiones no atendidas, las preguntas nunca contestadas.

Los deseos de saber aumentan; ¡queremos certidumbres! Las preguntas que pendían de las ramas del árbol del paraíso ya se han agotado, pero algunas han mutado en los sinuosos espacio de los átomos y su permanencia llega hasta nosotros con un relincho ensordecedor. Durante millones de años han estado ahí y aún florecen sus giros cimbrados.

Propongo un templo a su ardor, un espacio para grabar la palabra justa; ¡esta será una vez más la obra oculta! Subrayar en la luminosa oscuridad la presencia del pensamiento humano, describir en su memoria secreta los ruegos no atendidos. También dejar testimonio de la necesidad de trascender; es decir, susurrar allí la parte inmortal que habita en nosotros. Deseo iluminar sus salones, ya resplandecientes, enfocar el lugar con los ojos de la razón hasta formar la gran biblioteca del pensamiento humano. Llenar de ideas cómplices con la vida la bóveda de los misterios, ocuparla con el concepto de realidad estética. También, depositar en ella el aleteo de un pre-sentimiento que comulga con la eternidad.

La ambigüedad me llena de temor; ¡hoy, una piedra abierta me ha asistido!

domingo, 17 de marzo de 2013

La palabra


Pal ( ) bra.  La piedra sin nombre, Museo de Reus. 2002. Acción con Pere Salabert, Abel Figueres  y Eva Gregori

La palabra

Después de cada acción se procesan las emociones y en su lecho nupcial se recrean, fornican y nacen los nuevos pensamientos. Posteriormente llega la palabra y se convierte en la llave para el reconocimiento de las cosas pensadas. Primero es la acción, la mano y la piedra frente a frente. Después se excitan los sentidos con la gran batería de emociones y sensaciones, farfullan ecos con aproximaciones y balbuceos, después se asoma el nombramiento y la elección de los fonemas que  designan los significados. ¡Es sorprendente! En ese instante aparece la creación de manera súbita; ¡es una acto sagrado! De la nada florece una idea que mueve los impulsos mentales y con el tiempo se hace conducta y valor moral, concepto estético, actitud política y mil maneras de ver el mundo. Es muy sencillo, la mano y todo el abanico sensorial presentan una propuesta sin objetivo ni nombre. Los ojos la observan y la mano le asiste con un martillo. Primero aparece el albor asombroso de algo nuevo, una idea amanece en la mente y después, poco a poco, aquel dibujo sonoro se hace fruto de un conocimiento complejo.

La mano toma la piedra, y de un golpe la abre como un libro inmaculado, los ojos ven el color, el contraste, el tono y una gama incontable de matices. Los oídos escuchan el estampido, la yema de los dedos describen la textura, la temperatura, la gravedad y con todo ello, poco a poco aparece el reconocimiento. Entonces constatamos como los sentidos deletrean los sucesos y se transforman en emociones reconocibles y aprendidas. Pero el motor de todo el proceso nace en la mano, es ella la que presenta la idea al resto de los sentidos. Ella voltea la piedra, la acaricia y deja en su interior una letra, la cierra y después la cuelga en la pared como un arma cargada de futuro.



Pal(a)bra

Con la palabra nunca tenemos despejada la duda, en realidad con ningún lenguaje se ordena el territorio común, tampoco el de las ideas personales y menos aún la comunicación plena y deseada. Casi siempre tenemos que recurrir a otros enunciados y para ello hacemos servir recursos paralelos; interjecciones, signos con los ojos, guiños con la boca, movimientos con la frente, contracciones en el cuello y gestos con las manos. Usamos al color, el volumen, la materia, el papel, etc. todo para intentar explicar aspectos que siempre quedan oscuros. Con ningún lenguaje se agota el torrente de significados que surgen de una piedra partida por la mitad y menos aún podemos comunicar a los demás lo que sentimos, se hace una acción imposible. No podemos hacer partícipes a los demás de las emociones que sentimos al escuchar, ver y tocar las lágrimas de un niño; ¡siempre quedamos perdidos en la duda!
En cuestiones de comunicación nunca queda nada claro, los contextos, la oportunidad y el interlocutor siempre modifican los contenidos. Sabemos que los referentes pierden o aumentan su significación cuando aumenta o disminuye el interés por ellos. En una obra de arte esa ambigüedad aumenta hasta dimensiones de locura, pasa de paranoia individual a inercia colectiva, así se crea una situación que puede ser entendida como de pura irracionalidad. Pienso que perdemos el sentido de la proporción hasta la extravagancia. Pero lo más interesante es que ese fenómeno se da en todas las áreas del saber, tanto en la faceta científica, como en la cultural y más aún en la emocional; todo queda confuso en la acción creativa. Más borroso todavía si el razonamiento es perverso, canalla, obtuso y dislocado. Para poner un ejemplo cito concretamente la voz de Clara; el murmullo de su boca nos dejó perplejos, la piedra liberó un clamor indescifrable y yo sigo intentando descifrar su contenido. El día que lo consiga prometo contarlo todo.

Comunicación

En los actos comunicativos hacemos un despliegue de referentes significativos para intentar llegar hasta el alma profunda del ser humano, pero siempre nos quedamos incómodos y confundidos, expectantes ante el intento y la duda. Los lenguajes también deforman el pensamiento y en muchas ocasiones no son capaces de presentar un espacio donde solazar el espíritu. Ninguna palabra es suficientemente robusta como para construir la catedral del alma, ningún sonido iguala la emisión que emite la queja de una piedra al romperse. Ninguna expresión puede ella sola dibujar los contornos del mundo y encontrar así la plenitud del ser. No obstante dependemos de las voces fuertes, de las obras que desvelan los misterios, todas ellas nos hacen confiar en algo impreciso y sus conjeturas nos dan sosiego.
Estamos hundidos en el absurdo y romper piedras para escuchar su voz ya se ha convertido en una disciplina espiritual, quizá en una fuente del saber. Los lenguajes suelen ser torpes pero cada uno de ellos ilumina una porción de realidad y su aportación es significativa si la gozamos y cuestionamos al instante, si crecemos con ella y seguidamente avanzamos un paso hacia adelante. Cualquier pregunta que genere pensamiento ensancha los horizontes de la realidad. Sin estas respuestas parciales, sin las motivaciones que nos empujan hacia el saber, ¡sin dudarlo, nuestro mundo seria mucho más pobre!
El lenguaje, cualquiera de ellos, honra el lugar donde actúa, si no es así es que ya esta contaminado por la historia. El acto creador que no es capaz de construir nuevas emociones y reflexiones, es que está muerto y sólo reconstruye los espacios aprendidos. El que no presenta la realidad estética y en el mejor de los casos representa su voz firme, o está exánime o está moribundo en el acomodo de lo establecido; es una idea en estado de putrefacción, que decora más que consuela.

Nacer del olvido

Sabéis igual que yo que no existe el lugar donde ocultar el olvido, tampoco donde estar seguros de que compartimos con los demás la misma realidad, por tanto, nos tenemos que habituar a vivir en la incertidumbre y hablar un monólogo con las piedras hasta el fin de los días.
El acto de pensar no es la contemplación de las ideas que se replican, ni los juegos de palabras de los que manejan la certidumbre, más bien es aquel que gobierna las voces que emergen del olvido, que luchan para aparecer con miradas nuevas y que emergen de la amnesia de la historia como voces portadoras de sentido. Pero ahora es muy difícil atender las novedades. Hemos construido una sociedad de autistas donde nadie escucha otra voz que no sea la suya, a su vez, nadie habla con voz propia. Muchas voluntades están secuestradas y afirman como propio lo que les ha sido dictado. Las personas se han hecho gregarias y ya no oyen el timbre ni las campanas de la tierra. Escuchan, sí, los silbatos de su regimiento, la plegaria de sus ventrílocuos, las oraciones de sus beatos. Se ha iniciado una lucha ciega, una batalla de intereses obtusos que crecen sin límite y con ellos nos vamos a ir directos a los prados del exterminio… Para qué queremos la libertad si previamente hemos cedido las llaves de la razón a los verdugos, para qué más justicia si previamente y voluntariamente la dejamos en manos de los "herejes", que es lo mismo que tirarla en el pozo del olvido.

Sosiego

El lugar del sosiego espiritual se presiente como algo fuera de nuestro alcance; ¡siempre duerme en la esperanza! Ahora es ausente o en todo caso es un propósito ajeno a lo razonable. No puede haber sosiego ya que fácilmente queda atrapado por infinidad de circunstancias políticas, estéticas, de clase o ideológicas. La calma se pierde y no existen espacios para el sosiego, es parte de la estrategia que impone esta sociedad de modorros aposentados. Hogar de rabosos donde se sobrevalora el fin y desaparece el dolor que causan los medios. Ahora todo es posible y nada nos conmueve; "los defensores del pueblo ya están en el poder".
En ocasiones el sosiego se encuentra en la poesía de un instante, en la revelación que exhala el aúllo de una piedra, en la comunión mística con la obra y sobre todo, en el escenario añorado que presenta la naturaleza. Es el lugar esperado, el bosque imaginario, el jardín perdido, la icaria restaurada. Sabemos que los contornos nublados del paraíso están ahí pero siempre se intuyen fuera de nuestro alcance. Están ahí y esperan salir por las puertas del olvido, nosotros seguimos ávidos de sus promesas de calma. Son como lagos azules pero aparecen como piedras que se destrozan ante los ojos, se confunden entre las definiciones, entre las promesas y las peticiones. Son ruegos que no pasan de ser solicitudes perdidas. Padecemos el desamparo como peonzas que dormitan en la memoria, somos cascajos en el lecho del río, pero en ocasiones se estremecen como nosotros y nos alertan, nos anuncian el derecho a la calma y su voz se hace apoyo fuerte; ¡la obra nos acerca a un estado de consuelo!
¡Queridos...! el arte ya empieza a ser un camino abreviado, un atajo para llegar a los lugares del descanso y el sosiego.

viernes, 15 de marzo de 2013

Los pensamientos de Clara


Con un golpe se abre por la mitad. 2013

Pensar que se piensa
Dicen que el hombre fue hecho del barro, parece ser que fue sí, yo pienso que fue creado del légamo protozoico; ¡hoy ya petrificado! Pienso que una cadena de sucesos se enlazó a la inteligencia del tiempo y fue la que depositó experiencia en la mente igual que se decantan las aguas turbias sobre el lago. El saber se fue acumulando entre las capas de lodo y las moléculas enamoradas, los enlaces se unieron y hoy forman las piedras que vemos en el lecho río. Pienso que algunas realidades del pasado prevalecen en la mente mineral, nos atraviesan y ahora son quimeras latentes en los espacios Alfa; ¡ya me tienen agotado, rendido ante tanta incertidumbre!

Ahora pienso que todo ha quedado implicado en la materia para ser pensado, que somos moléculas enlazadas en la roca y memoria replicante entre células. Somos cuerpos que se han extasiado con el placer de la creación y han llegado a contemplarse hasta quedar unidas a un destino gozoso o desdichado. Somos cuerpos minerales que vivimos en el señuelo, confundidos en la ilusión y siempre exhalando la queja como respuesta. Pienso que la mente se han fundido en un acto gregario hasta crear el músculo inteligente y de esta manera se ha formado la pasta del recuerdo, el archivo biológico y cultural que hoy presento en las Siete cajas minerales; ¡con cuidado las he llenado!

Pensamiento y sueño
La primera observación ya la sabíamos y los mitos sobre la creación nos recuerdan orígenes variados y poéticos. Pero extremando los conceptos, las teorías no nos sirven de mucho, casi de nada si no se acoplan a las percepciones y necesidades estéticas. Sabemos que la mente se hace, se forma en el tránsito con la vida y crece entre los actos del pensar y el vivir. Es igual que el hueco del río, él también se hace con el trasiego del agua y lo mismo que la roca, ella también se forma con los depósitos del tiempo. El río sueña plácidamente y susurra su sueño en la ribera hasta olvidarse de sí mismo. Al igual que algunas personas, vive sumergido en estados iniciales, minerales y permanentes. Pero en ocasiones el asombro nos despierta del sopor material y nos lleva a las cumbres del misterio. Cada día nos presenta algo nuevo y nos hace crecer al desvelarse en el secreto. Entonces nos asalta la pregunta, la mano toma la roca, el martillo la golpea, un estampido terrible sale por su boca... y aquello que se guardaba celosamente se revela como respuesta; ¡gime al instante!

El panorama que se presenta ante los ojos es asombroso, igual que al salir el sol cada día, es una creación de nuestros sentidos, una hermosa imagen para dar soporte y motivo a la vida. Parece una cosa insignificante, pero es sorprendente constatar como el mundo es diferente para cada individuo y en cambio no es así, ¡se da igual para todos! El ser se hace en la diferencia porque no puede hacerse de otra manera; por ejemplo, ¿quién escucha el aúllo de la piedras? El pensamiento se teje entre las percepciones y los procesos experimentales, se construye con los conceptos que cada uno es capar de dibujar y entender; ellos son los que dan forma humana al mundo. Con las ideas, las percepciones y conjeturas comprendemos donde quedan los límites. Aprender a mirar implica el deseo de ver, querer saber y distinguir el color, la textura, el peso, la temperatura, el tamaño, el sonido y el alma interna de un ruejo del río. Retorno a la faena, tomo otro canto en la mano y con la maza lo rompo por la mitad; ¡se abre con un bramido de espanto!


Una mordaza para contener su voz. 2013

Nombrar
En los bordes de la ribera el agua ha depositado su voz, queda oculta entre sus pliegues calcáreos y es silente entre cascajos mudos. Fue arrancada a pedazos de la roca madre, separada violentamente de la montaña, después los hizo rodar por la pendiente hasta redondear su rostro; ahora duermen en la ribera y no tienen identidad. Tomo otra de aquellas muestras y de un solo golpe se abre ante los ojos, así revela su origen escondido. Ella estaba ahí, esperándome, agazapada durante millones de años; ¡ahora la reconozco! El mundo que existe para nosotros es este, la piedra abierta ahora es presente y la sentimos palpitar ante nosotros. Así quedan asimiladas sus variables al depositarlas en la mente en un acto de creación; aquello que no existía ahora está con nosotros, se ha gravado en la mente. Es ya una idea nueva acompañada por sus propios argumentos; espero que para vosotros también sea así si leéis el  presente texto.
El mundo se revela lentamente, el crujido estaba escondido y un incalculable nido de fenómenos estaban esperando el golpe del martillo. Ahora es realidad mental, ya se ha hecho surco en la memoria y no es otra cosa que las evocaciones y sentimientos que ha producido aquello que hemos pensado, diseñado y bautizado al nombrarla. En un instante la hemos reconocido como parte de nosotros y ya no puede desaparecer mientras la mantengamos en el recuerdo. Está claro que la podemos olvidar y también perdernos en los equívocos. Sabemos que el encuentro puede ser fatal y confundirnos, pero es muy importante la actitud de buscar; ahí aprendemos. Somos conscientes de que estamos extraviados entre conceptos esquivos, que estamos ofuscados con nuestras certidumbres, que podemos dedicar el tiempo pensando bajo los efectos Alfa, pero para salir de él hay que buscar, cambiar, aprender y luchar...

Le llamo Clara y hace honor a su nombre, es blanca y no tenía nombre, por tanto su existencia era desconocida antes de encontrarnos. Ahora habita entre las ideas con cierto orgullo; la pueden ver en todas las pantallas del mundo y es la protagonista de esta reflexión; ¡ella me esperaba y la ofrendo para que sea luz en los ojos! Tenemos que considerar que tan sólo el universo “conocido” forma la imagen que configura la realidad y Clara ya está entre nosotros, conocemos su lamento, su voz vibrante y después del estampido hemos visto también su lado oculto.

Caos
Sabemos que estamos rodeados por los límites de lo conocido y también, que un milímetro más allá se encuentra el caos infinito de lo desconocido. Nos mueve cierta avidez de certidumbre, nos acunamos en el deseo de saber la verdad, queremos poseerla como argumento de poder, ese es el mayor de los argumentos. No obstante tambien tenemos la necesidad de traspasar las fronteras y crear disposiciones nuevas que resulten permutables; ¡las hipótesis nos alimentan! Cuando esto sucede nos consideramos creadores de orden y nos vemos investidos por una razón superior. Pero en realidad nos gobiernan pensamientos furtivos, luces que se mueven entre leyes físicas y que a nuestra escala no pueden ser controladas; ¡el caos se hace presente y nos amenaza! Quizá también nos protege del hastío y nos mantiene alertados, atentos, y nos avisa con destellos de luz mental, con ráfagas que toman entidad entre los cascotes de la materia y las ruinas del pensamiento.
Mirad como las piedras aspiran a configurar orden, a ser las obras que nos recordarán, a formar claves del pensamiento que serán evocadas;  pues bien, todo eso es un señuelo. El tema se hace aún más confuso cuando lo invertimos, éstas imágenes furtivas, los aullidos de roca que en ocasiones se insinúan como estables, estas ideas elaboradas y presentadas como esculturas, son balbuceos que añoran la eternidad pero pueden desaparecer ante los ojos. Pues bien, así me suele ocurrir cada día, no son otra cosa que modelos que se verifican en la materia y se contrastan por medio de los recursos de un lenguaje personal, pero pueden permanecer mudos para el público y en la mayoría de los casos así quedan; ¡perdidos en los estantes!


Siete cajas minerales. 2013

Meditaciones en cajas minerales
Las meditaciones personales quedan cerradas en las cajas minerales; ahora son realidad estética y aparecen como ensimismamientos, como flujos mentales que se piensan y se disuelven al instante. Son igual que espejos que se observan, réplicas ilusionadas que se enamoran de sí mismas igual que narciso se contemplaba en el agua. Estos recursos intelectuales, paralelos a la creación, están llenos de perversiones, los hago servir como una espada para construir y desbrozar la jungla de las ideas, para avanzar en la frontera del caos; ¡irremediablemente caigo en los engaños de la “razón”! Necesito crear el lugar, ordenar los anaqueles de la mente y dibujar con imprecisas intenciones los contornos del universo mental.

Ahora todo aparece más claro ante mis ojos y los de Clara; ella también nos mira y su reflexión aparece muda. El canto de río no significaba nada, quedaba oculto entre otros muchos, perdido entre miles como él, pero al mirarlo y escogerlo, al tomarlo en la mano y romper su naturaleza de piedra, los ojos la ven diferente. Al llenarla con palabras y después cerrarla, le hemos dado propiedades humanas y con ello quizá hoy la podamos contemplar ya con la nueva condición de escultura. El ruejo abandona una realidad concreta para pasar a formar parte de una idea obtusa, inconcreta. Los juegos del pensamiento le proporcionan este nuevo estatuto y el despertar de las emociones y los flujos de los sentidos, son ahora sus nuevas atribuciones. Ahora es un continente portador de inquietudes que desean ser sencillas y claras, pero que reverberan como las luces del alba; pensamientos inconcretos, indefinibles e enigmáticos que ya están con nosotros.

martes, 12 de marzo de 2013

Ciencia y mística

Piedra del Francolí, 2013. 

Ciencia y mística

Ahora la ciencia nos ha iluminado territorios que estaban ocultos a los ojos, son marmitas palpitantes, espacios presentes que claman en la acción cotidiana y según escuché hace más de treinta años, se expresan en el interior de una piedra. Ahora retomo el tema y al azar tomo una que dormía en el lecho del río Francolí, es negra, veteada y por su talante hacía mucho tiempo que me esperaba. La observo, la escojo entre miles y le digo: -"tu eres piedra", ¡ahora te reconozco!-
 Parafraseando a Pere Salabert al mencionar a Geidegger, y exponer el concepto de no-piedra y considerarla fuera del mundo. Teoría de la creación en el arte. Akal/ Arte y estética.
Entonces yo le digo: tú me das el pensamiento, contigo rehago los sentidos, ahora te presto la palabra y te doy mis atributos. Impacientes los dos, anhelantes en el momento del encuentro, pensamos que es la hora, el momento para iniciar un nuevo rumbo; ¡cogidos de la mano partimos! Le prometo que guardaré sus misterios y remarcaré su complicidad conmigo.
Queridos, anotaré aquí algunas ideas para que su existencia esté unida a esta reflexión y vosotros podáis reconocerla algún día.

La materia
Los espacios vacíos que forman la materia ya son familiares en la observación de los átomos, las distancias entre electrones y los juegos aleatorios de las partículas. Entre estas hay algunas que resultan misteriosas, algunos les llaman divinas y son las que han hecho posible el mundo que podemos contemplar. (Hace referencia a las investigaciones en el CERN y al feliz encuentro con el bosón de Higgs). Estas latitudes espaciales ya son funcionales en los ordenadores cuánticos y a menor escala en los tratamientos médicos, en los análisis químicos, en la lectura del ADN. Son observaciones que están controladas por sofisticadas máquinas y nos presentan una realidad que parecía que el hombre jamás podría alcanzar. En ocasiones visionamos estos lugares y encontramos que es allí donde reverbera la textura primitiva del mundo, el escenario donde se forma la materia y donde antes habitaba el secreto, quizá también donde se iniciaba la nada. Pienso que el misterio huye a capas cada vez más lejanas y que ahora actuamos en un lugar recientemente conquistado. Es la zona de los límites perplejos, el lugar de los espejos insólitos repletos de sigilos sin fin. Es el escenario de las incertidumbres, donde se bifurca la realidad en partículas y ondas de luz y los sucesos se dan en direcciones opuestas; quizá son las caras de Jano, perfiles que niegan el mismo principio. Dualidad esencial y rostro quimérico, piedra cerrada donde puedo intervenir conceptualmente, escribir con la mente y aportar soluciones espirituales. Se que es un juego de malabares, una fiesta para la imaginación; se trata de consuelos con argumentos pobres, pero en ellos confío más que en las grandes hipótesis, aquellas que nos hablan a los sentidos y nos dejan sumergidos entre complejos idiotas.

Como una criatura.

Piedra negra
Tomo la piedra del río y la llevo en brazos como a un niño; ¡prometo que esta vez no la abriré con un martillo! Nunca será revelado su misterio, deseo respetar sus venerables tesoros; ¡ella es la urna del secreto! En ella siento las leyes del mundo, su gravedad me comprime las ideas y me hace sensible a cuestiones que no entiendo, me confunden hasta que en ocasiones me producen llanto. Su temperatura me explica como soy, delata el calor de mi cuerpo; me siento vivo, sensual y excitado cuando ella está conmigo. Su peso pone a prueba mi capacidad de resistencia; con ella en brazos puedo hacer grandes travesías, transportarla sin descanso hasta los confines del mundo. Puedo llevarla por las sierras de Llavería, por las vertientes de la Musara o por las islas del Egeo y también, si es necesario, enseñarle los volcanes de Canchatka e invitarla a bajar a sus calderas activas. Su color apagado absorbe la luz y me emociona hasta nublarme; es fuerte la sombra que desprende. Su imagen es el resultado del replandor que oculta. En su espacio interior se abren puertas sin límites, escenarios asombrosos donde la realidad estética asombra a los ojos y sus propuestas físicas se escapan a la razón. Allí me siento y veo como aparecen todas las caras del misterio y constato frente a mí como todos los mundos son posibles. Presiento que son realidades que se manifiestan al instante, fluyen ante la mirada curiosa y delatan el enigma de todos los tiempos. En los oídos titilan sus murmullos, tiemblan como campanas diminutas; en ellas me siento, descanso e intuyo como reverbera el aliento de la eternidad.

Después de esta disertación me siento más tranquilo, pienso que ahora vuelve a tener sentido hablar de una valoración mística del arte, pues la ciencia ha desbrozado una parte del misterio. El secreto del origen casi está en mi mano y siento como respira. Le llamo Sola y es la piedra negra del río Francolí.
Ella ha presentado la doble personalidad de la materia, se que es partícula y a la vez es onda, su incertidumbre es la mía y su identidad escindida es la misma que me asiste cada día. En su tiempo mineral siento como espera el mío y su silencio habla la lengua que hice servir antes de nacer. En Sola, la piedra negra, he encontrado relaciones entrañables, lazos entre las antiguas filosofías budistas y el modelo occidental del mundo. En verdad os digo que en ella he encontrado un referente estable donde puedo depositar mi confianza.

La ciencia nos abre la puerta del asombro, presenta las más sofisticadas investigaciones sobre el estadio de la revolución química, el período de formación prebiótica y la evolución posterior de los sistemas biológicos; una colosal cadena de revelaciones nos ha transformado el pensamiento en los últimos siglos y Sola, la piedra negra del Francolí es el hito que separa y une estos mundos.

Escultor de la nada
Como escultor que vive la materia aparentemente igual que lo hacían hace miles de años, vivo el momento de la nueva realidad con gran entusiasmo. La física cuántica presenta un río de relaciones entre la materia y la energía, y en el fondo de todo ello, expone inmensos espacios vacíos llenos de incertidumbre y simetrías preciosas. El nuevo paradigma nos enseña que todos los procesos de la evolución están ligados en el continuo fluir de la energía, la cual busca diversidad, permanencia y evolución. Estos principios se encuentran en la formación de la materia, en la estructuración de los primeros polímeros que son la simiente de la vida y en la creación de células que pueden auto reproducirse y crear sistemas tan organizados y complejos como los mamíferos. El pensamiento humano actúa de forma similar a todo el proceso material y produce un desprendimiento de hipótesis e ideas que buscan la mejor respuesta a cada problema, el pensamiento es, al fin y al cavo, el que observa el proceso creativo de la materia y el que disfruta y crea la realidad estética, La piedra negra, ahora con nombre ya está ante nosotros, antes era hija de los lamentos del río y su existencia era un misterio.

Unidos
Estamos unidos a una matriz en forma de espiral concéntrica e finita, espiral que se dobla en si misma y hace posible encontrar la singularidad del inicio de las especies vivas. El punto de unión con el pasado tiene su centro en el ombligo, lugar donde física y simbólicamente quedamos unidos a la madre y ella a la suya, así hasta la primera; la mare de todas las demás madres, la que nació de las substancies químicas de la evolución prebiótica, la que se despertó del sueño mineral y creó las memorias temblorosas de los protozoos. Sin duda esta espiral es el camino sinuosos que nos une al territorio donde nacieron las primeras formas vivas, pequeñas moléculas de proteínas auto replicantes.

¿Sabéis? un proceso catalizador se ha revelado, destilado entre el surco de millones de años y aquellos suspiros minerales son hoy cajas de misterio, piedras dormidas en el lecho del río. Ahora es presente: ¡miradla! se llama Sola y es la piedra negra que se han transformado en conciencia reveladora, la que busca incansablemente las puertas del origen y aletea en nosotros fundida en los recuerdos. Hoy duerme entre mis manos, la tomé al azar y en ella encuentro el origen de todo…

sábado, 9 de marzo de 2013

El vientre de barro

Palabra oscura. 2003. Edita: F. Poblet. La Comella. 

El vientre de barro

Para un escultor que explora el susurro de las plantas, que escribe en libros de barro y contempla las pizarras que se ocultan en el desierto de La Serena como la gran biblioteca; la naturaleza es un laboratorio de experimentaciones, de sumisiones y de presencias hierofánicas. Siento que la naturaleza lo es casi todo, la cultura me resulta secundaria. Reconozco que los instrumentos de interpretación que me presta forman el marco para mirarla, para aprender y disfrutarla. También para asumir un compromiso que me una a ella, que me enseñe el camino para dialogar y generar una relación sostenible y armoniosa, pero el temple de los sentidos, el enfoque de las ideas, el color de la mirada y los ejemplos soberbios los he tomado directamente de aquello que alumbra el sol. Es por ello que realicé El anillo de piedra, un trabajo que sentía como inexcusable. Desde el año 1973 lo mantuve entre las manos, siempre me aparecía como un compromiso pendiente, una idea que daba sentido a mi vida. Apareció La Comella y poco a poco me he visto conducido a formalizar una manera de vivir y crear así una aliada estable.

La Comella es mi referente, a ella me entrego y con ella configuro la obra que justifica el haber estado con vosotros. Es el escenario que me presta argumentos espléndidos para sentir el impulso de la vida; ella me abre todas las puertas a la reflexión y no me pide nada que yo no este dispuesto a dar. Me ofrece la poesía de la luz entre los flecos de los árboles y la balada de los instantes me anuncia que estoy en el lugar preciso. Entre las ramas oigo el canto solemne del viento y también la lucha atroz entre los cuerpos vivos. Miro embelesado como la roca duerme reseca, se calienta al sol como un animal milenario. Pienso que es una palabra enjuta que me muestra el arte de la creación sublime, la que se filtra entre los días como la efímera flor del tomillo. Entre sus tallos enjutos se oye un silencio concluyente; un aullido de tierras que he traído de la nueva prisión de Tarragona. Es una fortuna en libertad, un lecho mullido para los lirios, un soporte estable y fértil para que la vida se muestre generosa. Es por ello que he asumido la obligación de hacer un pacto, una alianza con la naturaleza, una intervención integral aportando tierras y recogiendo las aguas de lluvia. También he tenido que limpiar el bosque, arreglar los caminos, replantar árboles y hacer las obras. Soy escultor y pienso que en ocasiones estoy condenado como Sísifo; mis piedras también  ruedan por la pendiente. Algunas de ellas han quedado mudas y dejan el testamento escrito en la cara oculta del mundo.

Mi compromiso no es heroico, ni tampoco un suicidio intelectual, no deseo arrojarme en los abismos vacíos de la materia sin llevar una intención clara y útil. La mía es una opción meditada que necesita de gestos sencillos, directos y serenos. Nada de lo que hago en el interior de las piedras es extraordinario y siempre tengo la voluntad de esclarecer algún apartado de la vida que me preocupa y, además, tengo la convicción de que es en el vientre de las piedras donde mejor resuenan mis argumentos. Si no, como puedo responder a las plegarias de los árboles, a los alaridos del viento, a los quebrantos del río, a los susurros del mar. Dónde puedo dejar mi testimonio sin interferencias y confusiones. Dónde mejor que en el lugar de las ausencias, donde los oídos sordos no tienen ningún efecto y los ojos ciegos se anestesian en la oscuridad. Pozo sin bordes donde la boca callada de los humanos no puedan llegar nunca.
Me pregunto: cómo puedo darle curso a un pensamiento esquivo, a una queja que duele y libera una palabra como una maldición. Cómo guardo este gruñido que se escapa de mi condición animal y me hiere en el deambular por la renuncia. Cómo puedo caer en el hoyo de una bola de barro y evitar el  desprendimiento de la historia. Cómo puedo reconciliarme conmigo si he de construir archivos, canopes, recipientes, urnas y cajas para luchar contra el tiempo…

Aquí no puedo evitar sentirme incómodo; cierto pesar me oprime el pecho y un sentimiento bifurcado me deja derrotado. ¿Hay algo más absurdo que mis conjeturas? El canto de un jilguero es más poderoso que yo. Cuando oculto una idea me mueve un sentimiento confuso; en ocasiones pienso que soy el más miserable de los impostores, otras que soy un predicador encaramado en un peligroso risco de Las Bardenas Reales, no obstante algo me mueve a continuar...

Cuando me siento así, confundido y apenado, dejo caer murmullos en un agujero, o bien tomo una piedra con la mano izquierda y con un martillo en la derecha le asiento un fuerte golpe. Entonces la piedra se abre en dos y me regala un lamento. ¡Me siento un miserable! pero entonces veo que una imagen que guardaba en su interior se revela, una idea dormida, secretamente oculta durante millones de años, se muestra ante mi y me sorprende; ¡me asombra su interrogatorio! En aquel momento me siento renacer y pienso que ese gesto me reconforta, me hace sentir vivo y encadenado a los sucesos. Entonces la acaricio y con respeto deposito en su interior unas palabras de consuelo.

Pienso que el vientre de las piedras es un refugio noble que no pide tributo alguno, en ellas puedo confiar todo mi desasosiego con un sólo gesto, ¡no hacen falta palabras, no hacen falta sacrificios...¡ Cuando cierro la piedra la luz se eclipsa en su interior y cuando dejo mi voluntad encerrada en aquel desierto de soledades me complazco de ser testimonio de lo sucedido y pasante del futuro. Así es de sencillo, trabajar para el olvido, siempre a la espera de que alguna cosa se escape por las fisuras del tiempo.

Ahora me complace hacer la obra en el territorio de nadie, en el desierto de los descreídos. Pienso trabajar sin descanso y sin desvivirme por las consideraciones de los demás, sin desear nada a cambio ni esperar otro cielo que no sea este azul que ven mis ojos.

jueves, 7 de marzo de 2013

Testimonio entre capas de tierra

Testimoni. Vespella de Gaià, 1995, Cera y tierra para guardar el secreto.

El secreto

Testimoni es una acción-escultura que realicé para Vespella de Gaià el año 1995. Se trata de una caja de cera y polvo de la misma roca que escavé para ocultarla. En aquella superficie arenosa escribí la ofrenda de un momento; eran palabras escritas sobre delgadas capas de tierra, voces que emergían de la mente con brevedad. Cada estrato formaba una superficie inmaculada y me brindaba la posibilidad de anotar mis pensamientos de manera precisa y libre. Escribía aquello que me dictaba el paisaje y seguidamente, con un tamiz volvía a poner otro manto de tierra del mismo color; ¡prodigiosamente el texto quedaba oculto! ¡Era sorprendente! los conceptos siempre hablaban de la ausencia, quedaban fundidos entre la presencia y la nada. Allí, otra vez constaté aquello que falta y nos interpela, ausencias que nos dejan sumergidos en la incertidumbre. Segundos después de la acción el texto ya no era visible, se había confundido en el polvo. Era una realidad oculta pero sabemos que estaba ahí, agazapada ante los ojos.

La parte no visible de las cosas nos habla en silencio, es una realidad física que no entendemos con la razón, captamos con los ojos de la piel y así penetran en nosotros. Son acciones sinuosas que asumimos sin pensar, están ahí y las sentimos sin querer; con el tiempo forman parte integrada e interferida de la mente y del cuerpo. El organismo se ha convertido en recipiente sensible, es la caja con memoria; ahora es el relicario que nos representa. Pensando en este asunto concluyo que estamos hechos de materia que tiembla y se agita entre ausencias y silencios.

La mente es una paradoja incontestable y tenemos que admitir que aunque algo se mueve ahí afuera, aunque el mundo tiene una existencia totalmente independiente e indiferente a la que nosotros podamos pensar, la realidad que entendemos siempre es mental, vibra entre impulsos neuronales. El mundo que entendemos solo existe en cuanto puede ser pensado y compartido. Ahora la palabra escrita esta dentro de la caja, somos testimonios y la hemos visto, pero nunca más la podremos descubrir. Aquella idea se ha anulado entre partículas del mismo significado, igual que se anulan los pensamientos cuando quedan interferidos por nuevos sentimientos. No podemos verlas y entonces rebotan en la memoria, saltan y nos asaltan entre sueños que ya no tienen entidad. Es como si apagáramos el interruptor de la mente y el universo entero quedara eclipsado. Esta realidad pensada se colapsa entre tinieblas, así nos reclama atención y queda  absorta aullando entre el misterio de las piedras. El texto ha quedado oculto tras una mancha negra; sombra que borra los recuerdos y todos los pensamientos.

Señuelo de lo real

La realidad y todo el complejo mecanismo de sus ocultaciones es uno de los propósitos mas quiméricos al que se enfrenta el hombre. Los conceptos, las hipótesis de trabajo, el aliento de las obras, son en realidad los que pueden iluminar algunas sombras; ¡pocas! Mis cajas pretenden definir los espacios imprecisos del secreto y lo hacen con las luces maleadas por los pre - juicios de que dispongo. Estas cuestiones son vitales en el planteamiento conceptual como escultor; pienso que vivo transido por la materia, inmerso en un propósito desconocido que se dibuja ante mi, sumergido en el error permanente, en la incertidumbre y la lucha por una causa imprecisa. ¡Se que la materia me soporta! Una obra reclama su voz. Al trabajar la idea arriesgo mis sentimientos, los expongo en un abismo en equilibrio peligroso. Al intervenir en la materia para presentar el concepto, presiento que un sólo paso en falso destrozará el sonido, el timbre de su voz y yo quedaré perdido...

Pienso que la esperanza de desvelar el secreto es quimérica y se confunde con el deseo de asumir y a la vez negar la muerte. Para mi estos temas son siempre los más difíciles de resolver, ya que constantemente se quedan en lecturas parciales, interpretaciones amañadas y en el mejor de los casos en anunciados expectantes a la espera de que reviertan en nuevas soluciones. Si es así, entonces encontramos obras que aparecen con pensamientos renovados, escenografías sociales nacientes, actitudes actualizadas que en algunos casos resultan vibrantes.

Realmente me confundo constantemente, el propósito de descarnar las entrañas del secreto es delirante y obsceno. A veces considero que es la presencia activa de un impulso residual primitivo, quizá la resaca del último banquete en el paraíso tras haber ingerido el veneno del árbol de la ciencia, tras haber agotado los zumos del bien y del mal y quedar extasiado en la pretensión del “saber consumado”. En realidad nos movemos en la ilusión de desvelar lo oculto, pero sólo nos queda el brillo amortiguado de un sueño anochecido y en él quedamos complacidos y engañados.

La realidad nos emborracha y marea, nos confunde y conduce por senderos esquivos; ¡trochas interminables! De esta manera no podremos saber nunca donde se ocultan las últimas fronteras, donde se funden los límites de la existencia y menos aún los motivos de sus permutaciones. Nunca podremos saber como funcionan sus íntimos misterios ya que ellos se repliegan ante los ojos.  La realidad huye con la nueva luz en los ojos, las palabras y los conceptos cambian de color, las verdades desaparecen.

La caja Testimoni me hace pensar en muchas otras cosas. Por ejemplo me intriga qué es lo que se oculta en el interior de una piedra, qué le dio forma y la redujo a la esencia en su disposición. Porqué el mundo es así y no de otra manera. Pienso que siempre estaremos perdidos, o encontrados, entre las hipótesis que aparecen y desaparecen ante los ojos.

Naturaleza misteriosa

El secreto que destila la naturaleza puede ser iluminado por la ciencia pero hay que revisarlo todo continuamente, cada generación esta obligada a repensarlo todo. Por ejemplo, las manipulaciones genéticas nos presentan el mecanismo de la vida como un juego de cortar y enganchar (collage), se puede cortar el gen de un pez del ártico, insertarlo entre el ADN de un tomate y ya tenemos un fruto que soporta el frío del congelador por dos meses. Remix maravilloso, pero ingobernable, nunca es predecible y también es así en la actividad estética. El cuadro de colores que desprende el rojo del tomate se interfiere con las luces chispeantes y transparentes del pez y nos carga de asombro. Los colores, las formas, los matices y contrastes llegan a la retina la cual se agita y la transmite en forma de impulsos al cerebro. Son las voces de un código secreto que inunda el cuerpo de sensaciones, impulsos que no podemos determinar; requiebro de emociones que tampoco se pueden prefijar con palabras. Es la expresión de la incertidumbre que aglutina las consecuencias futuras del tomate manipulado y nos anuncia que la realidad se esconde como el texto debajo de las capas de tierra; no sabemos nada de lo que puede suceder, menos aún cual será la evolución del contexto.

De la naturaleza recibimos una lluvia de mensajes que la conciencia no puede procesar, pero estos anunciados se cuelan lentamente y se posan en la base del pensamiento. Son las palabras, los pensamientos y sentimientos que el paisaje ha escrito sobre nuestro cuerpo material. Su voz dormita sobre las partículas y moléculas que nos forman; en ellas palpita el susurro del roble, el murmullo del río. Somos sus creaciones naturales, de aquí que estemos poseídos por el paisaje, por la tierra que nos vio nacer. Somos hijos de la tierra, cristales gigantes, herederos del saber de las plantas y los cascotes de la pendiente. Nos toca ser administradores del palpitar de la vida, vivir en sus armonías o fenecer de soledad y abandono, por todo ello nos vemos obligados a asumir un compromiso ético. Ahora tenemos que modificar la conducta aunque en ello se tenga que esfumar el imaginario que fermenta nuestras ideas, el dulce sueño de un paraíso virtual. La naturaleza nos remienda y descose cada día; ¡así se teje nuestra realidad mental…! Escribimos nuestras certidumbres en un paño de tierra inmaculada y sus contenidos se esfuman al instante o bien se presentan como una realidad interferida y abierta.