lunes, 30 de julio de 2012

Retorno



Retorno
Con la voz quebrada dice que desea renacer y piensa que lo ha de hacer de las heces de la muerte, de las excreciones que supuran sus heridas. Quiere nacer de las fuentes del dolor como el divino crucificado. Piensa que este es el ciclo eterno de la vida; ¡el reciclado de los despojos!
Con este fin aviva las úlceras de su alma, las hace ponzoñosas y en permanente fermentación; no habrá descanso hasta el retorno! En ese estado de descomposición repasa cada día las palabras que salen de su boca, escoge aquellas que son más lacerantes y con ellas afirma.

-Si explicara las cosas angustiosas que me suceden, si vertiera en palabras las llagas que dibujan el perfil de mi destino, nadie me creería y dirían que soy una llorona convulsiva, ¡la quejicas de los soportales! Todos pensarían que soy adicta al dolor por conveniencia, que me recreo en sus perversiones para sacar beneficio. Mi lucha es beber la noche, ahuyentar las tinieblas y llegar al nuevo día.-

Veneno dulce
Devoro cada noche
Para regresar

No puede ser la plañidera de los domingos, pero tiene momentos para todo. La conozco un poco y se que las plegarias las esconde en el hueco de la garganta; ¡allí las comprime! Cultiva las palabras con mimo antes de convertirlas en verso, en canto enamorado. Las amasa entre los dientes hasta hacerlas pastelitos codiciosos, juguetitos del sentimiento colectivo. Una a una las cincela en el balaustre de las oraciones, o bien, con cuidado las encasta en su piel como un tatuaje. Con ellas forma las secuencias vitales de su memoria; ¡son su vida! Las quejas las extirpa directamente de la carne, las arranca del lugar donde se ocultan y las deposita con cuidado en el hilo enmarañado de los recuerdos. Como legajos quedan ordenadas y secretas en los anaqueles dormidos de su garganta. Un día saldrán con la fuerza de una soprano y en un instante destrozará las cristalerías de Bohemia. Son descargas de sufrimiento acumulado que buscan su liberación, arpones de descabello que se hincan en cada palabra que escribe. Es una acción temblorosa que ella da aliento penetrante al recitarlas en forma de letanía. Son espinas del rosal que fija en la carne para afianzar el motivo de su dolencia.

Entre el dolor
Condición de mujer
Que se agita

Sabe que ese es el camino del mártir, el sendero del héroe, la trocha de los que están llamados a ser testimonios de grandezas invisibles. Sin testimonios ni grandes propósitos, quiere hacer del amor perdido su propia cruzada, su lucha redentora. Se amuralla dentro del motivo que ha encastado en la piel, es ya una cutícula fascinada que forma un tatuaje imborrable. Es una idea endurecida que se ha hecho armadura permanente, cota de plegarias que blinda sus sentimientos. Con la repetición de los gestos se escarnece y en ellos se encuentra heroica. La máscara del dolor la sitúa espiritualmente en el pedestal de los derrotados y allí se contempla exultante de pasión, henchida de soberbia. Como la mártir cuando tuvo que sacarse los ojos para entregarse a Dios, también Lucía vive el éxtasis en el dolor y exclama.
Mayor dulzura
Mis llagas supurantes
Cazos de miel

En cada mirada que ejecuta advierte al Ausente, lo presiente en todas partes; en los rizos del agua, en los remolinos del viento y el vuelo de la alondra. Él es pura omnipresencia en su mente y lo ensalza hasta niveles míticos; ¡ya nada puede haber que le iguale! Nadie puede rivalizar con sus hazañas amorosas y, la verdad sea dicha, eso espanta al más atrevido de los hombres. Así aleja a los posibles pretendientes, los disuelve en el aire como se ahuyentan las tinieblas con un palo. Sólo el Chacal es capaz de acercarse y aún así, se mortifica para encontrar el modo de hacerlo. Se sugestiona para el encuentro, se inventa los discursos, se confunde entre palabras hasta que se trasfigura en el amante de arrayanes. Cansado de tanta intriga, le dice…

Tienes el sexo
Como las serpientes
Más sigilosas

Lucía no es inocente ni desvalida, hace sangrar las heridas intencionadamente, como Penélope con su tapiz, lo hace para que no cautericen nunca. Así ofrece su vida, es la expiación de una culpa inexistente; un caso similar al que hizo la Santa. Inclusive suele afirmar que desea emerger del sufrimiento como lo hizo Jesús del calvario; todo lo quiere hacer en silencio.
El Chacal le interpela intencionadamente; ¡quiere confundirla!


-¿Qué habría sido de la cristiandad sin la cruz? Le pregunta y le contesta casi simultáneamente: ¿qué habría sido del martirio, del dolor que conlleva la pérdida sin estos relatos? ¿Para qué escarnecer la herida de la pasión si después ha de quedar entre el polvo del olvido?-

Lucía contesta.
Entre pústulas
Avivo los placeres
Mortificantes

Yo le digo que sea prudente, que lo que hace es un acto de arrogancia, que no puede ceder ante los ardides de la ilusión y que tiene que luchar por la vida. Pero ella está turbada y me rebate con desaires; hasta me insulta equiparándome a animales que se arrastran por el suelo.


-Lombriz de brazal, perro de monte, rata de trigal; ¡no entiendes nada! ¿No ves como estoy luchando en un océano de tragedias? ¿No ves que mi destino es el dibujo hiperreal de la mala fortuna?
Como la flor de loto nace del fango, tengo que germinar y florecer de estas llagas incurables, emerger de las tinieblas igual que el sol lo hace cada día; ¡nada se iguala a un instante de amor en plenitud!-

Se duerme
En los inicios del sueño siente un rumor leve y se encuentra con él, es su voz mineral que se deja notar, transpira entre los muros y lo identifica. Entonces, una punta incisa rasga el lienzo del lugar y en el sueño ella recupera plenamente la visión. Ve como un texto sutil se formula lentamente en el aire, se dibuja con forma de ánfora caprichosa. Ella sigue con los ojos la aparición del texto y súbitamente queda confundida.


-¡Estas palabras no pueden ser suyas!-

Dice con palabras incrédulas, con el mentón tembloroso y las manos en el rostro, se sujeta las mejillas para contenerlo… Se tapa la boca y exclama.

-¡Estará sufriendo por la ficción de mi cautiverio!-
en
la tierra se
abaten los ensueños.
Cabalgué entre mil dudas
y miré en tus ojos para redimirme.
Un aullido cálido regalé al desierto;
¡siempre pienso en los amores perdidos!

Mis heridas se han lacrado; ¡casi todas!
como se cierran las nubes del cielo
antes de caer la lluvia.

Queja de la amargura
entre enemigos firmes
que animan el exterminio.

!Cuantos huesos bajan al foso!
!cuantas piedras marcan el centro!
!cuantos sueños se pierden sin esperanza!

Tú, siempre entretenida entre las dudas y el miedo,
me haces vagar por el aire como un estornino errante.

Lo leyó y quedó pensativa, no pudo salir del duermevela en toda la noche… Al final de la visión-sueño dijo.


-¡He de hacer algo!
Quizá, ¿dejarle marchar?
¿No invocarlo con deseos lascivos?-

Al final se puso a llorar llena de arrepentimiento, las lágrimas caían en torrenteras y el campo visual lo tiñeron de colores. Su garganta se negó a pasarse la angustiosa saliva que se formaba en su boca. Por un momento pensó que se iba a ahogar en su propio pesar y que una mano inductora y familiar la estaba llevando al olvido.


-¿He de borrarlo como un verso, un quejido que se pierde. Dejarlo descansar en una nube errante, confusa y oculta entre mis apariciones?-

lunes, 23 de julio de 2012

El lecho


Johann Heinrich Füssli. 1781 La pesadilla. ( El íncubo) 101 X 127.  Detroit. EE.UU

El lecho
Las noches para Lucía son la suma de horas eternas y en el duermevela acaricia los instantes con ansiedad, se humedece y despierta lujuriosa. Con las manos inquietas busca donde asirse, donde afianzar el cuerpo, entonces cubierta de lagrimas se recrea el encuentro soñado con el Ausente. Sin saberlo se destruye lentamente, el cuerpo se descompone y sin control expulsa las deyecciones hasta que su cuerpo queda frio. Hurga en evocaciones que avivan deseos inconfesados, inventa situaciones heroicas que nunca existieron, recrea el pasado y lo aumenta hasta extremos indecibles. Volteada en el lecho recrea todas las fantasías posibles y en el terreno amoroso hace venir todo a su medida. Como Procusto hacía con sus amantes y victimas, ella recorta los pies de la realidad para ajustarlos a la disposición del lecho.

Hoy te recreo
Con dientes de diablo
Hago un collar

Ella está confundida hasta el entrecejo, no distingue lo que siente con aquello que desea sentir, devora con ansiedad las imágenes del pasado, evoca situaciones prohibidas en su concepción moral e inclusive, piensa que sus manos tejen con sigilo la malla de la tarántula. En su mente se ha formado el nudo gordiano y disolverlo es cuestión de tiempo y paciencia. En estos trances el Chacal tiene un gesto de caridad y susurra madrigales en el aire, los alienta por la boca del amado y los deja caer como respiros de la fatalidad. Es una simulación perfecta, invoca al Ausente y crea la situación propicia para una alianza misteriosa. Él lleva el trasiego de un deseo penitente, el de ella, lo acaricia con pensamientos animosos y los expresa de la siguiente manera.

Jugos de tierra
Recojo en tus senos 
Flor de la brisa

Lucía está prendida con lazos delicados y difíciles de comprender: junto a los impulsos amorosos están las promesas, el sentido del deber, la fidelidad… Todo su mundo imaginario ha formado un nódulo donde las contingencias universales se encuentran en litigio y en su cuerpo se debaten en la gran batalla. Un cuadro desordenado y terco que hace que sus ardores le atormenten hasta el desvarío. Cada noche se consume entre sollozos y suspira dentro de esta copa de barro.

Con un solo adiós,
con  un  solo  beso,
 ayúdame a pasar
las sombras;
noches
vacías,
cargadas 
de largos suspiros.


Así seguía su personal duelo, mortificada y plena de melancolía se confiaba en el remanso de la noche. Caminaba sin brío, movía los pies con un cansancio infinito, un trecho corto la dejaba aturdida, sola y vencida al borde del abismo. No obstante luchaba, no se dio por vencida y en los momentos más sombríos pensó que ella era una partícula necesaria en los engranajes de la vida. Entonces recogía el agua de lluvia para baldearse los ojos, tomaba a bocanadas llenas las oleadas del viento, miraba la lejanía y dejaba marchar los más hondos suspiros. ¡Como un árbol desganado, decaía!

 -No puedo más. Qué puedo hacer. ¡Es tiempo de rendición!-

Para no olvidar nada y revivir el pasado ha hecho del amado un bucle ensortijado en su memoria, una diadema de recuerdos anudados al infinito. En ocasiones se contrae como un puño, entonces, como Gustav Klimt se abrazó así mismo en “El beso”, en el goce amoroso de la pintura, ella lo recrea en un cuerpo imaginario, invisible e inexistente; en él deja caer sus besos apasionados, sola en el dormitorio. Se coge los pechos como las diosas madre, estira el cuello hacia el cielo, contorsiona la boca y unce su cuerpo con abundantes lágrimas. Se anuda a sí misma y ondula sus evocaciones como una lombriz cuando hiberna. Grita por los corredores, por las ventanas y balcones, dice.

-¡Tómame, solo puedo vivir si tu eres el que alimenta mi sueño!-

Transcribo sus murmullos ya que para vosotros son inaudibles… Reproduzco su dolor ya que para vosotros es un espejo invertido, resumo con palabras torpes el timbre de su poder ya que en él respira el hálito de la vida.
-Estos brazos son tuyos, también estas caderas de madre, ahora sedientas y con los pechos resistentes, erguidos como los de una miliciana…-

Sigo atento a los murmullos, ¡son letanía interminable! Escucho y escribo de manera mecánica, es un relato que se hilvana entre los muros, se teje en el crujir de las vigas, se expresa en el batir de las ventanas y se hace presente en el zumbido de los mosquitos.

-Tu dispones mi organismo como un catalizador aéreo. Con los ojos lo dejas ajustado al deseo, lo fascinas con el fulgor de un íncubo; como un contrabajo lo afinas. ¡Amor! esta noche lo has dejado dormido con cinco plenos seguidos…-

Ya veis que su entrega en el lecho es total y sus orgasmos la elevan a cotas inalcanzables para el común de los mortales. En el momento culminante su boca deja ir un lamento indescriptible, un maullido destilado en las fuentes del placer, sus ojos se contraen, se ajustan entre en la mueca de dolor y el rictus complacido de la muerte. Su cuello se tira hacia atrás y el color del rostro se ilumina; entonces aparece el milagro, rejuvenece veinte años en un segundo.
Él le contesta con cierto tartamudeo y de manera poco clara; bueno, así lo interpreto yo, con mucha voluntad por mi parte escucho lo indecible y pongo voz al murmullo… En ocasiones no oigo otra cosa que un pitido, pienso si será la prolongación de los acufenos crónicos que padezco. Entonces tengo que inventarme toda la oración. Por mi parte se convierte en un acto profanador; ¡es igual, nadie se entera de la añagaza que hago servir! Ahora creo que dice…

Tengo espasmos
Como doce gorriones
En el tejado

Mirad bien lo que interpreto, más o menos es lo que desentraño del rumor lejano, tan lejano como el vuelo del cóndor. Confieso que he hecho esfuerzos considerables para afinar el oído. No quiero hacerme pesado en la transcripción, al fin y al cavo lo importante es el relato, ¡qué más da como llega hasta vosotros…!

domingo, 15 de julio de 2012

Tiempo de tristeza


El vórtice de la nube oscura. Fotógrafo desconocido, ruego me de su permiso y su nombre.

Tiempo de tristeza
Lucía es y merece serlo una madre hermosa, sublime y grande como la diosa Inanna. Pero no puede disfrutarlo, tiene una nube oscura en la memoria y vive con el semblante permanentemente ensombrecido. Camina solitaria con el corazón sangrante, atravesado por siete cuchillos como la dolorosa.
Creo recordar que en su momento ya la vimos consumida en la tortura, se movía lentamente en el despertar y llevaba sobre sus hombros el baúl de la tortura. Ahora sus dientes repican un tambor desventurado, lo hace vibrar igual que el Chacal lo hacía con los pulgares. Sus palabras son gemidos de dulzaina y de su boca no puede salir otra cosa que el lamento permanente de los vencidos. Sus oídos están encallecidos, tienen acufenos permanentes, solo se activan y pueden prestar atención si es para invocar al Ausente; ¡es tiempo de tristeza! Con su firme decisión de entrega al amado, ha dispuesto los momentos de su vida. Con su desgana crónica se ha hecho la eterna guardiana de la tumba de la pasión y el silencio; ¡ya no espera nada! De súbito se ha quedado sola, desamparada, obsesivamente perturbada por recuerdos de un tiempo feliz, una época que cayó como un árbol seco, ¡de repente! Un periodo sin mesura que le hace exclamar cada noche…
¡Entre el néctar
Subyugaste mi cuerpo
Con doce besos!

Lucía conoció el verbo creador a los trece años, no fue una aventura dislocada en el lecho de los enlaces, fue un acto de traición que la marcó para siempre. Fue con el Ausente cuando realmente descubrió su condición de mujer y ahora, trás ese período de entrega, de disfrutar plenamente de las libertades de Lilith, no está dispuesta a renunciar a esa atalaya amorosa, ¡eso es todo! No quiere ni pensar en perder los estribos del sueño por una burda imitación y menos aún, por la intima y solitaria fricción de los dedos aunque estos sean suyos. Cuenta entre murmullos incoherentes, que los enlaces amorosos la elevaban a cumbres insólitas. Entre jadeos y murmullos al oído, le encantaba sentir halagos sobre su cuerpo, eso la excita hasta la locura…
Como te mueves
Estremeces la vulva
Sin contrabajo

Explica que en cierta ocasión estaban en una cafetería y le dio un arranque pasional irrefrenable, le miró con lujuria y le lanzó un beso lúbrico con los ojos; ¡fue el primer verso de primavera! Se levantó con ojos ladinos y cargados de insinuaciones, fue al baño y se quito las bragas, al salir le dijo al Ausente, ¡vamos!, No sabían el destino pero pasaron por delante de un hotel suntuoso y se metieron dentro. Franquearon el hall abarrotado de personal, sin decir nada en recepción subieron al ascensor en solitario y marcaron el último piso. En el trayecto fue suficiente para llevar a cavo lo que se había forjado en su cabeza. Alargó el tiempo y aceleró los instantes para hacerle una felación completa, fue una eternidad lujuriosa. Mientras llegaban al séptimo, tuvieron tiempo de todo y hasta de recuperar la compostura. La escena se pudo ver en todas las direcciones, se multiplicó en los espejos siendo la visión del techo la más delirante; ¡era de infarto! Fueron momentos de libertad y locura que no olvidó nunca, especialmente quedó iluminado su olfato, recordará siempre como el aire quedó perfumado del aroma salino de las criadillas.
No obstante sus arranque pasionales sabe que sus quimeras son pasajes de un tiempo que no volverá; no tienes futuro, pero se resiste a aceptarlo. Malvive en un desvarío insoportable y no quiere salir de él ya que eso supone la separación y ruptura con el pasado. La marcha súbita de su amado se ha puesto justo en el medio de su existencia y el retorno ya no es posible; ¡lo sabe muy bien! Ahora se encuentra secuestrada, prisionera entre el laberinto de sus recuerdos y la enérgica dependencia amorosa. En sus ensueños le escribe.
Toda la tierra
Entra en mi vientre
Si tu la pones

Aunque vive sin luz en los ojos está henchida de anhelos, tiene visiones y escucha voces herméticas, vahídos de la noche. Vive entre sueños las contradicciones más sangrantes y se abandona cautiva en el interior de sus pasiones, ahí se lamenta y solicita ayuda.


-¡Qué puedo hacer con estos pechos de madre!-
Entonces prepara un baño con sales estimulantes, las había comprado en un puesto ambulante del mercadillo del jueves. Colocó la imagen del ausente entre flores frescas e hizo un altar delante de la bañera. Aderezó con velas las estancia, libró en el aire perfume de jazmín sintético, puso la música que escuchaban juntos y se metió en el agua. Se sumergió totalmente i dejó que el agua entrara dentro de ella hasta colmarse; ¡no sabía lo que hacía! No conocía las propiedades de aquellas sales y enloqueció de fogosidad. Una y otra vez llegó al orgasmo, se mordía los labios hasta sangrar, se retorcía entre las piernas hasta que las fuerzas la abandonaron totalmente. Ya abierta en dos, tuvo algunos espasmos epilépticos y se desmayó.
Ola de marfil
Cielo de vainilla
Mi maldición

Estas drogas han hecho estragos el los EE. UU. El caso más conocido llenó de estupor a los adictos a las noticias, se conoció el hecho bajo el nombre de: el caníbal de Miami. El personaje en cuestión, era consumidor habitual pero aquella vez las cosas se salieron de los bordes, tras tomarla se despertó en él una fuerza sobrehumana y enloqueció. Estaba con su amante en la bañera, le atacó y con los dientes le arrancó la cara de un bocado; dicen que en parte se la comió.
El caníbal había tomado una droga sintética parecida al Crack. Se trata de un compuesto parecido a las sales que sirven como relajantes musculares, son cristalitos de colores en apariencia inofensivos. Su nombre clínico es de 'Metilendioxipirovalerona', o MDPV, (siglas en inglés). Pasó a ser noticia mundial por los efectos que causa y la fuerza que genera en aquellos que la toman. Los adictos a las pasiones fuertes le llaman “Ola de marfil”, ( ya la cité en el relato de Strauss Kahn). También se le conoce como: “Cielo de Vainilla”, “Bendición” o “Relámpago blanco”
No me comprendo
Entre mil convulsiones
Me descompongo

Lucía no toma excitantes, ni el café le viene en gana, con agua fresca del mar y la luz de las estrellas tienen suficiente para llegar al éxtasis, pero el agobio espiritual la está destruyendo y ella se precipita cada vez más en ese estado. Le envío estas fábulas para animarla, pero ella no responde; seguramente me ve como a un alumbrado, un santo con sueños de niño. Un bobalicón que toma un helado de chocolate, lo toma a destiempo, se derrite entre los dedos  y resbala sin control.
En ocasiones Lucía espera la solución en el ocaso y siente una llamada poderosa del fin. Para mi alegría evita aumentar la tragedia y se consuela leyendo una y otra vez los relatos que le escribo.
Con los ojos vacíos  y el pecho constreñido de dolor, vuelve al encuentro con la imagen del espectro, por la noche siempre  cae en la malla espesa del recuerdo. Ya de madrugada, regresa a la vigilia y abandona los juegos nocturnos, al final queda extenuada y exclama una antífona que sale de su boca sin esfuerzo alguno.

Como el búho
Devoro las tinieblas
 Continuamente.

Así pasaron los años hasta que se hizo lánguida y flácida, su piel era de color añil y como un velo de seda cubría los huesos con reflejos transparentes…

lunes, 9 de julio de 2012

Su mensaje


La nube. creación ¿? Si el autor está de acuerdo le ruego me lo haga saber y pondré su nombre.

Su mensaje
-Sólo yo puedo entender su mensaje, lo digo sin petulancia alguna, de hecho soy el Chacal y el traductor de su voluntad. Soy el que transcribe los silbos del aire y la luz de la terrible nube, la membrana sonora y teófoba que cimbra el cielo. Por este motivo y otros no menos importantes, puedo hacer lo que me venga en gana. Soy yo el que mueve sus recordatorios; me tomo todas las licencias y por ello soy responsable de todos los desatinos.-

Eso dice y en ocasiones me imita, no obstante intento que él sea fiel a su voz. Lo afirmo con honestidad, han sido años de ensayo escuchando el clamor de la naturaleza, horas enteras con los ojos atentos en un agujero para ver como los rayos de luz penetran y fecundan una idea luminosa. Ha sido mi vida dispuesta en la cara oculta del mundo para que ahora pueda ajustar el tono de algunos principios, entre ellos el cuerpo de los sueños.-
Cubre la roca
Mis lamentos indican
Su cobertura

Un bosque habla con su voz esplendorosa, con el perfume que exhalan las ramas, con la vida que genera la tierra entre los restos putrefactos. Su voz es poderosa y cimbra el aire, se mueve como las hojas escritas en otoño, vuelan, revolotean y describen su estado. Las hojas son mensajeros que susurran los mensajes con el ánimo y enuncian su vitalidad al instante; ¡tintinean en el fermento del barro, crecen en primavera y verdean versos en todos los tiempos! Se observan activas en la exuberancia de los árboles, se mueven junto a la variedad de formas vivas y ríen en el vigor de los brote tiernos; ¡los matices son infinitos!

Con que sigilo
Secan los océanos
En mi garganta

Entre esa floresta vigorosa, un árbol fuerte y hermoso acaba de morir; ¡no se como llorarlo! Un remolino laborioso y vivo, una tormenta voraz y celestial se dispone para el gran festín; ¡no se como celebrarlo y me siento confundido!
Todo eso esta ahí, es visible hasta para los más ciegos, si no lo ven es que les mueve la maldad o la falta total de conciencia. ¡Mirad la nube, es una garganta de cuchillos que corta el aire, una espada digital que nos confunde la mente!. Los ojos ven ensueños; la muerte, ¡ay...! aliento que se funde en la nube! De regreso vuela, nos lleva al paraíso perdido. 

Mira tus manos
Forman el testimonio
Del universo

La contemplación del espectáculo nos llena de calma y aceptación; estamos sentados en la primera fila, observamos el gran espectáculo de la vida y la muerte. Lo que vemos es real, no hay simulaciones, no son metáforas, no hay palabras fermentadas de consuelo. Vemos con asombro que eso es todo, no hay enlaces con el misterio, él es el requiebro final y ahí está el encuentro con el sol, la entrega evaporada con la nube que nos lleva para siempre…

La hecatombe
Ya no se entiende
Entre las piedras


El viaje mineral lo he contemplado durante años, para sentirlo plenamente he tomado directamente las sales de la tierra, he respirando el aliento de la montaña y perforado pozos interminables, he dejado la palabra fundida en el mar, he recogido el aliento y protegido el ADN de la generación Índigo. He escuchado la declamación de las cañas, los siseos de las sabinas y los clamores del río y lo más dramático; hasta me cuesta dolor explicarlo, he reventando piedras con un martillo. Las he golpeado hasta que, paso a paso, ya rendidas a mi furor, me descubrían lo que ocultaban dentro. He hecho todo eso y mucho más hasta quedar rendido. Lo hice con la intención de dejar los lamentos escondidos para siempre. En cajas de bronce han quedado ocultos los suspiros minerales. Todas estas acciones i muchas más que no enumero, han sido el aprendizaje de un oficio sin futuro, pero son las que hoy me proporcionan autoridad para hablar de la naturaleza y descifrar su mensaje.

Con un martillo
Golpeo los guijarros
Para que canten


Ahora habla el Chacal con voz de niño, imita mis palabras hasta la reproducción del eco.

-Le transcribo a Lucía los murmullos del Ausente y animada por su presencia llega a tener temblores virtuales, su cuerpo se estremece de placer igual que un beato en la montaña lo hace de frío. Así crea en el recuerdo un vínculo misterioso, el espectro se hace presente en forma de presentimiento y se entrega a él en ofrenda enamorada. Se desnuda y se tumba en el lecho, se cubre con pétalos de jazmín y se deja inundar por recuerdos lúbricos. Sacrificio de placer y ofrecimiento de un beso a la muerte, obsequio que acompaña con libaciones de saliva hasta llegar al arrobamiento amoroso. Este ritual lo establece cada noche, ya se ha hecho vagido perenne, sollozo crónico, alfiler penetrante, garrote de dolor y placer que sólo el tiempo y el calor de la tierra serán capaces de entender y disolver.-

Botón del placer
Que tocas con gemidos
Y me desplomas

Tomo la palabra y observo como ahora se consume entre lamentaciones. Apenado escucho sus estremecimientos y reparo como su voz se quiebra, su discurso se cuartea y lentamente empieza a amasar las palabras. Las modela como un artesano trabaja el barro, así construye la vasija de la tristeza. Después deja caer en ella los rumores que se desprenden de su mente, los fragmentos de lo pensado, los residuos permanentes. Es un recipiente de sonidos donde acumula todos los suspiros nocturnos, todas las peticiones no atendidas…


Si algún día practico la mentira
entre los juegos del amor,
seré invariable y casta,
comprensiva y justa,
impasible a la fatiga,
libre ante los besos de suerte.

Ella intuye que estos relatos son embrollos verbales, cantinelas de mi invención que no tienen destino. Piensa que lo que le explica el Chacal es una imitación burda de sus sueños, y para mi lo más grave, que mis relatos no sustituyen ni la sombra de su amado. Sólo pensar en la superchería le dan arcadas; me lo ha manifestado en infinidad de ocasiones...

No te comprendo
Llevas entre mentiras
Trampas de lobo

Digo yo que así lo presiente ya que me rehuye y me insulta…, pero también es verdad que tras leerlos se tranquiliza y en algunos momentos de lucidez me lo agradece. No obstante detecto que no ve nada claro, se sacó los ojos y por ello cree más que piensa. En su anoréxica esperanza se consume, entonces deduce que nada es verdad y se revela ante la adversidad, se estremece y vuelve al llanto. La rabia y la frustración la ciegan más todavía. Pero su enfado es más llevadero que el duelo, detecta que las provocaciones la ponen vigilante y por ello hace esfuerzos considerables para pensar sobre la gravedad de la muerte. La creencia huye y constata que una realidad nueva la alimenta, en cierta manera la furia que le genera mi insolencia la aviva y le proporciona claridad mental. Me dice…

Entre dientes
Nacen tus cantilenas
De verduguillo

En los crepúsculos el Chacal lanza un aullido en celo, con él cubre el prado verde oscuro de la noche.


-Ahí se consumen sus miedos y desconfianzas, en el fondo está atrapada por sentimientos pasionales y contradictorios. Advierte que tiene que encontrar los restos mortecinos del Ausente en los reflejos vivos de alguien. Entonces yo, ladino y taimado, estoy a su lado con la voz de los tiempos, le transcribo las voces y le alivio los instantes; soy un rincón calmado en su desventurada travesía. Con este fin le cuento las desgracias que pasan por el mundo; le explico la tragedia del infortunio en blanco y negro. Le canto en una antífona la brevedad de la vida.-

Son castañuelas
Huesitos que rebotan
En el asfalto

Al final del día, una llamarada viva emerge de su pecho, se forma un nudo en la garganta y se escapa como un murmullo por la boca… Entonces contempla al amado en los últimos rayos de sol, en el vuelo rasante de una torcaz, en el chasquido de las hojas. El Chacal es una sombra que huye por las torrenteras, Lucía vislumbra la presencia del Ausente en el calor de la luz y le habla con las tinieblas de sus ojos.


-¡Buenos días amor, buenos días! Le dice al dorado sol de la aurora, también a los serenos claros que ahuyentan la noche.-

En la tarde reverberante y con la luz crepuscular, cuando el sol ya ha caído detrás de La mola de coll de jou, vuelve a llorar desesperada y le susurra en silencio…


-¡Adiós, adiós amado! -

jueves, 5 de julio de 2012

La nube


El eterno encuentro de Abelardo y Eloísa. 

La nube
Llegó como un nubarrón oscuro y marchó al instante. Anduvo sin pasos entre nosotros y nos dejó enganchado en la piel un escalofrío intrigante, una sombra sin consuelo. Se aproximó a él con sigilo, lo escogió entre todos y se llevó su alma prendida en la boca como una ramita de mirto. Lo hizo sin mediar palabra, lo envolvió en un torbellino de confusión junto a los amores pasionales que lo ocupaban.
Lucía quedó pendiente y absorta mirando la nube, en aquel momento no supo ver que pasaba en su cuerpo. Se llevó todo lo que le pertenecía, el gobierno de su vida, las ilusiones futuras, las confusiones presentes y además, le enlutó los sentimientos igual que lo hizo con los seres queridos. Años más tarde, ella irá junto a él y encontrará todo aquello que realmente iban a compartir; ¡incluido el beso y el sueño de los amantes!
Como ya he dicho se lo llevó entre los dientes para siempre, en silencio, cantando o silbando; como fuere, dejó tras de sí un reguero de amargura que ahora hace exclamar...

Es el momento
Se terminó el plazo
En esta vida

Ahora todas sus voces se han apagado, él ya no es nada, o mejor dicho, quizá es un manojo de cascabeles entre los dedos de la noche, recuerdos de los difuntos que excitan el tiempo perdido hasta la saciedad. A lo mucho que pueda quedar de él, ya es levadura entre esporas, fermento para otras vidas, aliento en el aire y probablemente otras muchas cosas que ahora no me fluyen de la cabeza; ¡me siento viscoso!
Nada quedó claro tras aquella nube pero cuando pueda haré un esfuerzo para vosotros, deseo iluminar la idea de manera vehemente y tatuarla, incrustarla o remacharla en el rostro de la muerte; es un deber contraído para combatir su astucia.
Con que sigilo
Nos conduces al foso
De los desmayos

Su rostro es más cambiante que el de Jano, por ejemplo podría visionar la nube como algo sonoro y brillante, quizá como una campanita muda que invoca las almas para enseñarles el camino. También puedo verla como un sonajero invisible que excita los recuerdos y, por qué no; la que trae la lluvia nocturna, la que golpea el cristal y nos llena el pecho de espanto. También puede ser la sombra insinuante, el escalofrió furtivo, el sonido evocador y la tierra trémula.

Porqué te temen
Si eres el consuelo
De la espalda

Yo no le temo, por ello prefiero mirarla de frente y con los ojos claros, entonces la observo entre los dedos; la nube se cuela como el viento entre mis manos, tomo su rostro ambivalente, lo llevo a la boca y la respiro. La escucho atentamente y constato que habla con los términos de un niño, sisea las voces de siempre y su terrible sonrisa no tiene maldad alguna. Su resonar de dientes es el tañido lastimero que desvela el amor perdido y el vacío de los ojos configura el hueco del encuentro con los temores más oscuros. Mirado así todo se hace presente como una realidad táctil y sobrecogedora pero si le das la vuelta te puedes divertir un rato con ella.

No te sonrías
Pareces el fantasma
De Canterville

Por desdicha la muerte es también una medalla de plomo que pende del cuello de los vivos y esclaviza la voluntad de los seres más queridos. La muerte hay que verla en su justa dimensión, ahora, en estos relatos, es ella la que invade el escenario, subyuga las voluntades y nos ocupa el pensamiento. Se muestra fría y distante, serena e implacable pero es una realidad sencilla que transformamos en versos y algazara para los vivos.
En su acción mecánica surca el cielo con el ritmo de los astros, juega unos instantes con los neutrinos celestes, se diluye en el campo de Higgs y se amontona entre los cuerpos sin alma, así forma la laguna de los fermentos, siempre dispuesto a empezar de nuevo; ¡eso es, nada más que eso!
Su situación nos espanta ya que cobra el tributo al arrancar la alegría del corazón de los vivos, pero la realidad no es tan perversa, sólo le canta canciones inocentes para los niños.


Inanimado
Como las lagartijas
Cuando palman

Con el silencio
Lo quieres decir todo
En un segundo
Sí, no…, sí, no, sí…
Como las lagartijas
Cuando palman


Susurra el Chacal… musita y sigue…


-Ya no quedan requiebros suspendidos en su boca pero puede estar fundido en cualquier cosa, ahora lo es todo menos un ser que mueve los sentidos y sabe responder a las demandas del deseo. Entre los vivos es más transparente que los recuerdos, ya no está pero su ausencia se hace corpórea y persistente. No es nada pero bien puede ser el velo delicado del rocío, el vuelo rasante de la tórtola, el vaho de la tierra, y porqué no, el que declama por mi boca los versos de la tristeza.
Él es la nube donde viajan todos los muertos, el recuerdo herido que busca consuelo, la voz trémula que canta con la aurora los suspiros vespertinos de la pérdida. También lo siento gemir conmigo, musitar entre mis labios la desventura de la noche; hoy veo con claridad como se apaga su victoria con los resplandores del sol. Todo sigue vivo, puede ser que alguna cosa quede de él en el canto nocturno del búho, en el voz sonora de la nube, la que tararea las canciones más desconsoladas de la vida y con su letargo invernal nos deja hundidos en la congoja. Se siente, se hace llorar en cada gesto de la tierra, pero ahora lo hace en mi voz como un pregón penitente. Él está en mi, quizá soy él en el limo fértil del río.-

Ruedan toronjas
Entre cielos azules
Prende mi sueño

-Estos son los versos del alma del Ausente, una y otra vez los recita, se oyen entre el retumbo de las campanas y yo los escribo; siempre persistente, un día y otro hasta convertirlos en letanía agotadora. Son los cánticos del viento y resuenan por los campos en todos los tiempos; se disuelven en aliento en invierno y primavera. Son murmullos que ruedan por la pendiente y se animan entre el griterío de los niños, los comentarios y risitas de las alcahuetas, los siseos socarrones de los obreros. De este modo transfiere su existencia ausente, me la dicta y yo la escribo para todos vosotros, así es como llega íntegra a los oídos de Lucía. Los versos son como jugos genitales que se fermentan en ella y crecen y se desorbitan hasta el momento de la reunión final. Son semillas que instala en su mente, juegos amorosos que se recrean en una performance continua, allí quedan y enmudecen.-

El murmullo del aire la consuela, día tras día le alivia la garganta. Es la nube letal que ensombrece su alma dolorida y con la resonancia oculta le diluye el nudo que la comprime. Así se disuelve el lazo que impide alentarse y por ese poro diminuto entra una caricia de luz.

Con un suspiro
Defino los tormentos
Entre los días

El amante de arrayanes le dice...


-No sufras más, él ha vestido tu vida de luto permanente, como Abelardo y Eloísa os vais a encontrar algún día. Lucía se da por bien pagada, los recuerdos están vivos en su cuerpo. La vertical de los árboles lo enuncian, el perfume de la hierba lo pregona, el lecho del río deja murmullos escritos en el paño del agua y la piedras del fondo forman los milenarios huesos de los ausentes. Todo esta bañado de duelo en sus ojos, todas las cosas desprenden insinuaciones que lo recuerdan.-

La meditación se ha convertido en un recurso evasor, entonces Lucía se instala dentro de una roca y se confunde con ella, se hace aliento permanente.


-Su voz es ahora el canto dulce de la naturaleza, la luz mística que desprende, yo le transcribo algunos versos mientras repico con los pulgares la piel de un tambor.-
A lo que Lucía contesta:
-Con la vibración del aire siento un espasmo y con él mitigo la soledad y la ausencia. La humillación a que nos somete la muerte es también el inicio de una nueva vida; con ella empiezo a detectar el vínculo que se contiene en mí. Tiemblo de espanto bajo la piedra amenazante; tiemblo y sueño en la melancolía que tu me has sometido, ¡me oculto en los huesos y beso tu muerte!-


Hojas de lata
Resplandece el olmo
Con su mensaje