sábado, 26 de octubre de 2013

Bosque renacido.






El bosque nuevo ya tiene presencia.

Bosque renacido.
Animado por la limpieza y ayudado con la aportación de tierras contemplo con satisfacción como el bosque ha cambiado el rostro, me mira con alegría y me protege al pasar; ¡es un espacio nuevo! Cada año que pasa permutan las escalas y las vistas y las obras que en principio resultaban perdidas y excesivamente grandes ahora se acoplan al lugar y se hacen en él.
El bosque es un ente vivo donde se puede dar cierta biodiversidad, donde todos colaboran por interés mutuo y contribuyen en una simbiosis compleja. La vida se da con cierta facilidad y ésta reacciona según los estímulos externos e internos. Los externos: la lluvia, la tierra, el espacio, el sol y la compañía. Los internos: el equilibrio entre las relaciones mutuas, las diferentes especies que conviven y el trato y las canciones que les susurro cada día. Las canto cuando paso con el tractor quitando las malas hierbas. Parece que no es importante pero retirar un matojo en su momento es dar alimento oportuno a la planta que queda. Siempre hay la manera de ajustar lo que es injusto. Para mejorar las condiciones de vida hay que adaptar las almas a las posibilidades del lugar; en ocasiones suena cruel. Así lo pienso y lo hago con remordimientos, pero a su vez espero recoger el fruto del trabajo realizado. Me imagino el futuro paseándome por los caminos totalmente a la sombra y no pienso arrepentirme de los miles de plantas que he tenido que sacrificar. Ya se lo que estáis pensando, que quién soy yo para decidir sobre la vida y la muerte…
¡Soy el jardinero de las tierras baldías, el que riega el rosal y sacrifica la grama, “soy la mano de Dios”, el que dispone aquí, en el mundo vegetal, quién ha de vivir y quien ha de morir…!
Cuando lo hago ya siento el frescor de la tierra y puedo pensar que han sido mis manos las que han trazado el camino del que será algún día bosque nuevo. Así me siento culpable y triunfador; soy la mano exterminadora que teje con cadáveres, con cenizas de almas inocentes, el manto verde de mañana…
No hace falta esperar mucho, ya las estoy viendo, ahora puedo contemplar las encinas y acebuches resurgidos, la vida se ha hecho más vigorosa, han tomado el sol y el aire y se elevan con cierta envergadura. Los pinos han robustecido el tronco, se han apoderado del suelo y los que nacieron después del incendio ya superan los cuatro metro de altura. Pienso que todavía tengo que quitar unidades, que no hay espacio para que todos puedan vivir con dignidad y aquí entro en contradicciones importantes, cuestiones que me sangran; quién soy yo ahora, después de la primera amnistía, para determinar quién queda y quién ha de morir. Cada árbol es ya un ser conocido, familiar, lo he visto crecer y algunos les puse nombre…
Yo decido y asumo con dolor la responsabilidad del pacto.
La vida es un estado de la materia que ilumina y descubre un concepto superior; se piensa así misma y decide que hay que vestirse con dignidad. No es suficiente vivir de cualquier manera ya que podemos escoger: podemos trazar nuestros caminos, limpiar los bosques o dejarlos selváticos por indolencia, cultivar los campos o dejarlos yermos y pasear banderas, recoger las aguas o pasar sed y llorar la ausencia de dios, aportar tierras o quemarnos los pies en la roca viva hasta convertirnos en camaleones. Todo eso y mucho más cosas podemos escoger. También podemos elegir el fin y cerrar el ciclo; ¡adoptar la forma del Jacinto! Así suena el requiebro de la palabra póstuma que se deviene en verso…
Llevo varios días hablando sobre temas que me han descrito; ¡quizá delatado! Los que me han seguido y me conocen deseo que sepan el significado de lo que estoy haciendo. Mi trabajo como escultor no tiene sentido si no se entiende el contexto donde se produce. Intento unirme al mundo, religarme con él con las herramientas del escultor y los olores del pan. Pienso que la naturaleza nos asiste, en mi caso ella y yo somos la misma cosa. Juntos vivimos y morimos cada día. Morir no ha de asustarnos, es la única cosa certera que ha de pasar si estamos vivos.
En el hecho de encontrarnos unidos al mundo, de pactar con él, entra en acción la primera obra que define el proyecto de la Comella, "L’anel de pedra"…

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