miércoles, 12 de noviembre de 2014

Caín: principio de la confusión



En la materia dislocada, en su enigma insoluble, dejo el principio de la confusión y el caos.

¡Sabes amor…! en la fuente del bien y del mal pueden darnos de beber aguas "equivocadas": un sólo trago y ya estamos danzando en la bacanal de partida. Un bebedizo inesperado, inadvertido, y seguidamente percibimos el aullido de Caín como un viento exterminador y también el lamento de Abel como un eco lejano.
¿Es la confusión del mundo que clama…?

¡quizá un alabeo cuántico que estimula!

Una sola gota de las flores del mal, una partícula de estambres envenenadas y el bebedizo causa en nuestra mente el efecto de una nube ponzoñosa. Esa brizna diminuta anula el entendimiento, quema la piel como ácido nítrico, orada la lengua y la enmudece.

En estas situaciones el miedo atenaza el pensamiento y da valor y coraje al Caín dañino que otea dentro de nosotros... Él se presenta silencioso en la seducción de los días y nos libra a la caricia de la muerte en un instante. Con manos de madre nos acuna en la oscuridad y nos envuelve con la mueca de los labios. Después nos entretiene con cánticos victoriosos. En la incertidumbre nos confunde ya que genera entre los ojos el delgado hilo de la bondad. Tiene el poder de la sonrisa maliciosa y la voz inaudible que turba el pensamiento. Posee la gracia de las rameras y la astucia de los pelícanos que ocultan el pececito de colores en la boca. Caín se cobija con el bullicio de las bacanales, los cánticos embriagadores de Dionisos y los voraces apetitos de Saturno. Está dentro de la exaltación del triunfo, confundido entre los partes de guerra, destilado en la épica de los poetas mantenidos y el gozoso danzar de las parcas. Es el réquiem que sobreviene del rostro de los vencidos.

El camino para encontrarlo no es muy largo, unas gotas de “cristal”, el tintinar de unas monedas en el bolsillo, unas palabras de quinina, un discurso que haga verdear heridas suturadas y ya está. Con todo esto se concibe en la mente el giro equivocado de una valencia criminal, así damos por activado el principio del mal…

Ahí termina el trayecto y empieza una nueva andadura. Así caminamos y sufrimos en la conciencia su trance enardecido. Él lo proyecta, lo disuelve en nosotros de manera que lo entendamos como una Epifanía, un acto creador… Quizá algunos escuchan ahí la voz de los ángeles, otros el murmullo de la tierra, aquellos el mensaje esperado, los otros el momento deseado, los más “astutos” el grueso de su cartera o el perfume de la flor inmortal.

Sea lo que sea: el redoble del tambor llama a ejecuciones una y otra vez. La cuerda del patíbulo se balancea en la plaza una y otra vez. Las lágrimas salen a raudales una y otra vez…

Mientras tanto, un bosón de Higgs actúa entre sinapsis dormidas: él da las órdenes y hunde la guillotina en el libro de la historia. Al instante se hace la descarga y corta de cuajo el papel sobrante: los cuerpos quedan tendidos y el eco de la fusilería se apaga entre los montes cercanos. Es el momento sublime de la belleza de Caín: ¡su obra está terminada! En un giro sin aliento, el saltarín de las tumbas arranca el absceso, el tumor que obstruía la puerta de la liberación.

Ahora ya es historia que fermenta en los estantes…

(Nota. Conceptos extraídos de el libro: “Incognito” )

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