Los flamencos de las salinas de Atacama
No se nada sobre el porqué se produce
este efecto de inversión de lo real, qué es lo que causa la permutación total
de los sentidos. Cómo es que los reflejos sobre el agua salina son tan intensos-
Cómo es que su densidad, casi de roca transparente, hace que el agua no se
mueva con la brisa y quede como una
lámina de mercurio?
No conozco la similitud que tiene el agua salada con el azogue pero conozco bien los reflejos del mundo. Nunca como allí había visto tan clara la trampa de los sentidos, nunca había visto como se presenta el doble de la realidad tan bien “armado”, tanto que cuesta saber cual es el señuelo y cual es el artefacto hecho con materia sólida.
En las salinas de Atacama existen dos extremos en el mismo lugar y los dos conmueven por igual. Por un lado los cristales de sal que crecen como fractales en procesos imparables. Aparentemente aparecen como desordenados pero se extienden en un cultivo mecánico y casi sin límites. Por otro están las lagunas: espejos donde se encuentran citados la luz y la oscuridad, donde las nubes no descargan nunca y los flamencos duermen sin respirar. Estas lagunas no son profundas, justo son una lámina líquida en el límite de hacerse sólida. El agua de los neveros arrastra la sal de los montes y la deposita en aquellas pozas vivas, charcas que el sol evapora rápidamente y convierte en roca. El nivel salino es tan alto que sólo pueden vivir algunas especies pero lo hacen como en el más fértil de los paraísos. Los flamencos son los dueños del lugar y cuesta creer como han sabido encontrar aquel equilibrio tan suyo: ¡es un equilibrio cósmico el que han integrado en el sueño! Placenteramente duermen en salmuera, horas en quietud sobre aquella lámina especular. Me atrevería a afirmar que viven allí, en el espejo, ya que el que descansa realmente es el reflejo.
En las salinas de Atacama existen dos extremos en el mismo lugar y los dos conmueven por igual. Por un lado los cristales de sal que crecen como fractales en procesos imparables. Aparentemente aparecen como desordenados pero se extienden en un cultivo mecánico y casi sin límites. Por otro están las lagunas: espejos donde se encuentran citados la luz y la oscuridad, donde las nubes no descargan nunca y los flamencos duermen sin respirar. Estas lagunas no son profundas, justo son una lámina líquida en el límite de hacerse sólida. El agua de los neveros arrastra la sal de los montes y la deposita en aquellas pozas vivas, charcas que el sol evapora rápidamente y convierte en roca. El nivel salino es tan alto que sólo pueden vivir algunas especies pero lo hacen como en el más fértil de los paraísos. Los flamencos son los dueños del lugar y cuesta creer como han sabido encontrar aquel equilibrio tan suyo: ¡es un equilibrio cósmico el que han integrado en el sueño! Placenteramente duermen en salmuera, horas en quietud sobre aquella lámina especular. Me atrevería a afirmar que viven allí, en el espejo, ya que el que descansa realmente es el reflejo.
Qué maravilla! gracias por compartir su experiencia, debe ser muy conmovedor y fascinante arrimar la retina y el alma a esos extraños territorios. La naturaleza sorprende siempre, como niños nos entregamos a su esbeltez.
ResponderEliminarAtacama es un sueño personal, una asignatura pendiente que me espera.
Gracias nuevamente.
Saludos cordiales.