lunes, 27 de abril de 2015

La Panamericana


 Autovía cerca de Arica. Chile 2015

La Panamericana.

Los caminos que circundan la tierra son las pistas para recorrerla, conocerla y amarla. También son las vías para conducir la energía de las sociedades, promover las alianzas humanas o llevarles la ruina. El año pasado viajé por el camino de hierro más largo de la tierra, el transiberiano: ahora me ha tocado el de asfalto: La panamericana. Es uno de esos caminos interminables, una ruta paralela al Pacífico que atraviesa el continente americano de norte a sur y a la inversa.


El tramo que me tocó vivir era poderoso, enigmático, desolador y seco. Aquellas montañas de arena y rocas no te dejaban impasible y lo más destacable es que la poderosa luz del sol no presentaba el verde: lo absorbía y hundía hasta el fondo del océano... A mi izquierda, recortado sobre acantilados, transcurría el Pacífico y los roquedales oscuros presentaban una tierra abrasada. En los remansos se encuentran pequeños pueblos pesqueros y hombres oscuros recogedores de algas. En algunos islotes se amontonaban la aves: especialmente pelícanos y también otras especies que viven de lo que proporciona el mar: osos marinos, gaviotas... A mi derecha los montes eran secos, arenales sin límites que trepan las montañas y la cubren de silencio. El fenómeno es casi increíble, ¿cómo es que no hay humedad teniendo justo al lado el océano más grande de la tierra?

 Tendido eléctrico paralelo a La Panamericana. Chile 2015

  Carretera en dirección Iquique. Chile 2015

Las salitreras de María Elena. P de Valdivia. Chile 2015

Este desierto seco está provocado por la corriente de Humboldt, un “río” de agua fría que emerge de las profundidades y forma un clima de escasa evaporación, así se crea el fenómeno de la adiatermancia. Las aguas profundas surgen en la costa chilena-peruana y absorben directa y lentamente la radiación solar no dejando humedad en el ambiente. El mar se comprime en si mismo y el sol no puede calentar el agua hasta que no llega a los trópicos donde tropieza con aguas calientes que son producidas por el abombamiento de la rotación de la tierra en el ecuador terrestre.

Las montañas hacen el resto, la muralla de los Andes impide que las aguas del Atlántico sobrepasen sus baluartes y todas las precipitaciones las tiene que hacer en la vertiente que riega la Amazonía. En la vertiente del Pacífico sólo llega los deshielos de las nieves altas. Estos remansos de agua se cuelan por la tierra y allí donde emergen crean oasis de gran fertilidad.

En general es una terreno de escasa humedad, en algunas zonas los tamarugos han hecho su hogar y han transformado el espacio. El verde deja una mancha de esperanza y el sol cede a la sombra donde empiezan otras especies a hacer su lecho al amparo de aquellas ramas finas. Algunas formas de vida se han acoplado a aquella hacienda seca y parece que la tierra desolada puede cambiar algún día…

El movimiento de la tierra, sus montañas y selvas, las razones que producen la surgencia o emersión de todas las corrientes frías y cálidas en el océano, son las que nos hacen pensar que “la tierra es un ser vivo e inteligente”…

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