jueves, 21 de mayo de 2015

El Alto de la Paz y la pasión gregaria


El Alto y la pasión gregaria

El Alto se ilumina con los rayos directos del sol, con las luces vagabundas que rebotan entre las nubes y con los gregarios estímulos de las gentes: ese es todo su patrimonio. Se decora con los cerros nevados del fondo, con las inmensas llanuras, con los pastos secos y sobre todo con el gentío que deambula por sus calles. En aquellas aglomeraciones sin fin no puedes dejar de pensar en la “colmena”, una ciudad nacida de la nada que encaja las almas como en un puzzle, las ubica cada una en su lugar y les proporciona atribuciones invisibles.

Las calles de El Alto siempre llenas con el trasiego de las gentes. La Paz 2015

Comedores en la calle. El Alto. La Paz 2015 
En la calle el griterío es tentador, las comidas son estimulantes, la galería de retratos es una locura y “el tipismo” lleva el pensamiento al pasado, lo desplaza a una ciudad criolla donde todo es tránsito y el tiempo se expresa con premura.

Dicho todo esto no he encontrado otro lugar con tanta atracción, con tanto magnetismo y capacidad de seducción como aquellos espacios desolados del Alto. Cómo es posible que un lugar sin atractivos naturales, con deficiencias de oxígeno (La ciudad más alta del mundo. 4070 m.n.m.), sin vegetación, con ríos sucios y encajonados entre muros de hormigón, tenga tanto poder para crear la adicción al lugar de 1.000.000 de almas.

Frutería de El Alto. La Paz 2015
Si hay un lugar donde la luz es la parte vital, la que configura el nervio estimulado del lugar, esa está en el Alto. Es tan poderosa, tan cegadora cuando es directa, que es ella la que engalana las calles, las llena de expectación y coloca al visitante en un lugar de ensueño. Es tal la aglomeración de gentes, edades y razas que todo se convierte en un espectáculo vivo activado por resortes incomprensibles. En aquel espacio se crea un ambiente festivo con abundancia de todo y con carencias mayores.

 Mercado de El Alto. La Paz. 2015
Como en La Paz: todo el Alto está en obras y el color dominante es el ladrillo de barro cocido. Casi nada está terminado. En los edificios pretensiosos y finalizados, los colores son magnéticos, electrizantes. La arquitectura es una alucinación: quizá sea el lugar del mundo donde la peor arquitectura se da la mano con las mayores pretensiones. Es el lugar de la “confusión del inca”. Donde la idea de lo que fue ha creado una mitología de lo que es y ha dado un resultado sin alma ni principios estéticos. Las fachadas son el rostro maquillado de la nada, donde los dorados y franjas de colores eléctricos se combinan para atraer la mirada y alejar los sentimientos estéticos...

Río canalizado. El alto La Paz. 2015

Las calles donde se instala el mercado son anchas, desordenadas, sucias, anárquicas y caóticas, pero en todo aquel batiburrillo de productos y gentes se instala un nuevo orden. Los vendedores de fruta, de comida para consumir al instante, de puestos de juguetes, de ropas y productos de todo tipo se ordenan con una lógica asombrosa. El olor del ambiente también pone su nota, en pocos lugares el mercado es tan perfumado. Se mezclan los olores de frutas con los de las salteñas recién hechas, los buñuelos fritos, carnes asadas al carbón o pollos al espiedo.

En cualquier rincón es un lugar perfecto para sentarse, pedir una Paceña y tomar una salteña calentita… La salteña está rellena con legumbres, carne en trozos pequeñitos, huevo duro y suelen poner el líquido que queda de la preparación del jigote. Especialmente se consume por la mañana: yo lo hacía cada mañana en casa de Celita en Santa Cruz de la Sierra...

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