Entre los días oscuros concedo la facultad del olvido
A los derrotados les quito el deseo al honor, la gloria, la memoria y las tumbas. Les canto en la cuna el murmullo de los complacidos y con un suave balanceo les calmo los ánimos y el tono de los lamentos. Con besos de madre les inactivo la rebeldía, les doy la mansedumbre de los corderos, besos calmados para que practiquen la humildad y sean dóciles…
Los sumisos son adictos a la norma, cómodos ante los riesgos, retraídos en los conflictos. Los sumisos son hijos de Abel. En ellos se macera y fermenta la peor de las pandemias, su calma excita a los codiciosos, adormece los sentidos y gestiona la cobardía.
Entre los días oscuros a ellos les concedo la facultad del olvido: así serán siempre tierra en la tierra, descuidos de camposanto.
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