jueves, 15 de enero de 2015

El cigoto


El cigoto
Testamento de Caín el Hermoso.
La memoria de los líquidos se piensa ensimismada y a la vez, con un leve temblor genera impulsos homicidas: así lo experimenté la noche de los suspiros. Para formarse mi cigoto tuve que excluir a mis hermanos que eran probabilidades como yo.
Me consuela pensar que cada vida ha de participar en la matanza, emerger de la batalla. Así constatamos que el primer paso ya es una carrera a muerte y todos hacemos lo posible para dejar atrás a los débiles, a los torpes e infortunados. Cada ser vivo se soporta sobre cadáveres que fueron hijos del mismo padre: la batalla es terrible para acceder a la vida.
¡Este es el precio que hay que pagar por ver gozosos los radiantes rayos del sol!
Abel naufragó en las orillas del río y pasó a ser sustancias genitales del arroyuelo. El vacío de la materia lo absorbió entre partículas minerales, contracciones musculares y susurros cálidos: ¡envites amorosos!
Pensad que en ese espacio de auras cálidas y lechos de muerte, las sensaciones son placenteras… Allí se encuentran las urnas de los misterios, los asombros perennes, las raíces de los sueños, la voluntad ética y los goces estéticos.

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