viernes, 4 de enero de 2013

Hipatia


Posible retrato de Hipatia. Al-Fayyum. Egipto. (Atribución dudosa, pero mejor que la que pintó Rafael Sanzio)

Hipatia                                                        
Cuando era una niña, Hipatia inició sus juegos con un astrolabio, con él miraba el movimiento de los astros del cielo lo mismo que los niños calculan las distancias, la potencia del impulso y el efecto impuesto al juego de las canicas. Teón, su padre, le enseñó matemáticas; aritmética y álgebra, ciencias que asimiló con la misma facilidad que aprendió a andar. Acopló la geometría a su mente igual que lo hizo con el lenguaje hablado; con papiros construía poliedros regulares con la misma facilidad que los otros niños hacían bolitas de barro o molinetes de papel. El lenguaje matemático y la facilidad para resolver incógnitas fue para ella un recurso maravilloso que le llenó espiritualmente hasta el punto de renunciar a otros placeres de la vida. Con su manera de proceder llegó a desentrañar misterios que para otros estaban totalmente ocultos. Reveló secretos sobre la densidad de los líquidos y las cualidades esenciales de los destilados, e inventó artefactos para hacerlos útiles y mejorar la vida cotidiana. Desarrolló las matemáticas como lenguaje abstracto; recurso fundamental para iluminar los aspectos de la realidad que no pueden esclarecerse con palabras.

De las virtudes del cálculo hizo un instrumento fundamental para ordenar las dimensiones y las distancias, así llegó a ser la observadora magistral de las constelaciones del cielo. Fue una astrónoma prestigiosa, tanto que en 1884 le pusieron su nombre al asteroide 238 y en la luna, en el Mar de la Tranquilidad, existe un cráter que también lleva un nombre. Hipatia consiguió un reconocimiento como astróloga, matemática, filósofa y especialmente como maestra de maestros. Fue la gran pedagoga en los momentos convulsos de Alejandría. Su dedicación a la enseñanza fue total y la fluidez de su pensamiento atrajo a los mejores alumnos de las clases altas, tanto cristianas como paganas.
Según la Suda (Enciclopedia bizantina de la antigüedad), se dice que Hipatia renunció a su condición de mujer para destinar su vida al conocimiento, Con su manera ordenada y noble de racionalizar el mundo hizo crecer el prestigio de la academia de su padre; fue un referente en todos los conocimientos de la época. La herencia que tomó del pensamiento platónico hizo que el siglo IV y V fueran momentos de gran crecimiento espiritual y científico. El poeta Paladas S, IV d. C. le dedicó estos versos

Buscando en el Zodíaco, mirando hacia Virgo.
Sabiendo que tu provincia es el firmamento.
Encontrando tu brillo en todo lo que veo.
Te rindo homenaje, reverenciada Hipatia.
Estrella brillante de la enseñanza sin mácula.

 Afirman que aunque se casó con Isidoro el Filósofo, murió virgen. En este punto, en su pensamiento universal, su talante como persona y sus dotes de maestra incide el poema. No valoró su belleza física ni su condición femenina. En cierta ocasión dibujó su disconformidad para con su propia naturaleza; el gesto es realmente revelador! Un pretendiente armado de valor y admiración le declaró su amor; por respuesta, ella le tiró a la cara un paño manchado con sangre menstrual y le dijo.
–De esto estás enamorado; ¡no tiene nada de bello!–
Sobre sus cualidades personales, su talento y feminidad se ha hablado mucho, también sobre sus enemigos y las causas que provocaron su muerte. El saber siempre es molesto para los que sólo pueden gobernar entre sombras. Lo más doloroso de su final fue la ignominia y el horror que se ejerció contra ella. Ya mayor, puede que sesenta años, Hipatia fue “ejecutada” en público, lo hicieron una horda de cristianos embrutecidos por la fe en un momento de declinación del pensamiento clásico. La mataron con el oprobio de Cirilo, patriarca de Alejandría, eminente de la iglesia que llegó a ser santo. Para la confección del crimen se contó también con el consentimiento de la iglesia de Constantinopla. Para humillarla la desnudaron y golpearon, la arrastraron por la calles como a una alimaña y la descuartizaron con piedras cortantes. El final de la jauría fue de embriaguez total; sus restos fueron empujados hacia un callejón siniestro, un lugar maloliente donde estaba el crematorio. Allí la incineraron sin otro honor que la algarabía que producía el bramido de los umbríos.
Hoy la podemos reivindicar como un pensamiento libre; ¡una persona sabia y buena! Hipatia murió por desafiar la oscuridad y aventurarse por la claridad del conocimiento, por tener convicciones propias y dedicarlas al placer de saber y alumbrar el mundo con sus ojos. También por enfrentarse al secuestro irracional de las emociones; mecanismo social que todavía impera en la actualidad. Es la enfermedad más contagiosa en la sociedades modernas; ¡hoy llamadas democracias...!

1 comentario: