miércoles, 25 de enero de 2012

El anillo incipiente


Círculos y alianzas. Castelldefels 1974. 

El anillo incipiente

Hacía 28 años que había sucedido un hecho insólito en mi vida: fue un domingo por la mañana en la playa de Castelldefels. Con un palo dibujé un círculo en la arena; declaro que nunca una forma tan sencilla me llegó a turbar tanto. Cubierto por el azul del cielo y apoyado por ideas incipientes; me emocioné hasta verter lágrimas sin motivos aparentes. Después de un tiempo dilatado y difuso (aparece hoy desmedido en la memoria), le dibujé dos rayas en el centro. Las miré durante unos minutos más y al final puse el pié encima con cierta energía; ¿para borrarlas, pensé? Siempre me preguntaré el motivo de aquella acción; ¡aún hoy no lo entiendo…!

Fue un encuentro misterioso y, por un instante, ¡tan sólo por un instante! se hizo luz clara en el pensamiento, El agua y las olas borraron el círculo y con él también las operaciones relatadas. El tiempo fue indiscreto y devoró los instantes: no obstante, sobre la arena quedó impreso un testamento sutilmente visible. Hicieron falta varias pasadas de las olas para que el dibujo perdiera toda gravedad ante los ojos, pero el círculo ya estaba impreso en la memoria; yo continuaba viendo vestigios de la acción sobre la playa y todavía hoy los veo. Observo como aquel circulo se aleja, se difumina ante los sentidos pero no se pierde nunca. En aquel momento pensé que los sucesos siempre permanecen, que la materia memoriza todo lo que acontece, lo recibe como una huella sobre el barro tierno y lo guarda para siempre. Al instante un soplo recóndito entró en mi mente y determinó la manera de enfrentarme al hecho creativo para el resto de mi vida.

Como he dicho, aquel suceso dejó un rastro imperceptible en la memoria de la arena y también en mi vida. Durante años hice crecer aquella experiencia como una contingencia determinante. Formulé una manera de ver las cosas y me sirvió de mucho, ¡aún estoy en ello! Primero fue alumbrar la acción, constatar como una idea en la mente toma forma y se cuela en la materia y ahí queda para siempre el concepto. En aquel momento la intención era sencilla, casi infantil; hacer una alianza con la naturaleza, un pacto oculto en los mantos de la playa, entre los vestigios de la arena. Como ya he dicho, experimenté uno de los momentos más gozosos de mi vida. Allí nació esta crónica, el relato de una acción que me ayudó a definir el concepto de “realidad estética”. Fue un instante de reconciliación con el tiempo, un encuentro con los requiebros del mundo y a su vez, una visión clara del juego de las percepciones materiales. Medité sobre el tema y todavía lo hago hoy, aquella acción trasfiguró la playa y también transformó mi vida. Decidí crear un eje conceptual entre la naturaleza y la obra, la materia y la idea. En conclusión; enlazar el pensamiento con las permutaciones del mundo físico.

El círculo, el anillo, fue para mí una forma que presentaba el compromiso de manera dinámica, una disposición ética más que una forma estética. El devenir estaba abierto, había que esperar acontecimientos…

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