lunes, 5 de diciembre de 2011

Agujero oracular

Escalera de los mártires. Torre del muyahidín. Arquitectura para los mártires y el olvido. Piedra de San Pedro y San Pablo, hierro, hormigón, mármol de Markina, bronce y  otros materiales.
1999. 10 x 3 m. de diametro de base. La Comella.



El agujero oracular
Tengo hábitos muy curiosos, algunos irritan a Assumpta hasta la paranoia. Casi siempre, mientras pienso alguna bagatela, mantengo las manos en los bolsillos y hago tintinar las monedas que llevo. No hay nada en el mundo que me cause mayor placer que rascar en la entrepierna con el murmullo de unos céntimos.
Mientras mangoneo de esta manera por ahí abajo le comunico el tema de “EL DOLIDO” al agujero oracular. Se lo suelto de un tirón, como un asunto grave y urgente; este se niega a contestar. Pienso si será por la complejidad del tema o por que hoy es día 31 de octubre y mañana es día de todos los santos. Ya he explicado en otras ocasiones que el agujero parlante tiene momentos para todo, también para los silencios.

Nada, por el momento no dice nada, cuando calla no hay manera.

Al rato de esperar se oyen chirriar los pernos y crujir los flejes hundidos en el óxido y las sombras. Suena la batahola entre el doblar de palmas y carraspea una garganta empapada de cazalla y orujo. En los muros del pozo, un repicar inquietante y siniestro sube y me comprime el centro del pecho. Repican piedras diminutas sobre el tambor del pozo y al instante, con el chapoteo del agua surgen murmullos a borbotones. Por último se sosiegan los escapes de vapor y los estruendos cesan, se hace el silencio.
Qué algarabía de cotorras y cigarras maullando por un ruidito inocente. Todo ese barullo mezclado con el tintineo de una cuantas monedas en mi bolsillo.

Una voz mineral empieza su discurso limpio, arrollador y sin pausas.

—Las ideas son creaciones de la mente y tienen su propia dinámica. Sean políticas, religiosas, estéticas, son las energías más poderosas del ser humano, estos, si no tiene sueños para perseguir, si no le quedan utopías en la mente se consumen en el hastío y se destruyen. Las “luchas” son excusas para liberar el fruto del pensamiento inventado entre los avatares de la historia. En realidad son las réplicas permanentes del primer aullido. Los que más aúllan son los que están más cerca del origen, es decir los que todavía forjan su sueño en las penumbras de la caverna: la tribu piensa por todos.
La realidad de los hechos pueden ser interpretados, vividos y gestionados de muchas maneras, esa es la quimera más hiriente de la vida. La resultante de estas contingencias sociales, históricas, políticas y económicas hacen que el fin perseguido pueda ser heroico o infame. Para algunas personas esa es toda la realidad existente. Fortalecidos por su descubrimiento doctrinal, convencidos del error en que viven los demás, han de trajinar con  el mensaje profético y hacerlo extensible a toda la humanidad. Si no lo tragan lo han de sobrellevar, pero si pueden lo meten en la cabeza del otro con un martillo, es el rol que han decidido representar y el motivo de su vida. No son sólo los talibanes los amantes de este guisado, hay mostrencos de mente y profetas de salón en cada casa y en cada pueblo. —

¿Así pues, EL DOLIDO puede ser un héroe o un infame, (le digo mientras zarandeo un poco más las monedas). Igual que el "artista creador", su trabajo puede estar en el museo o en el almacén de trastos viejos. Su valoración será siempre según encaje y concluya su apuesta personal en el seno de la sociedad?

—Queda claro: en el juego de las opciones y las contingencias de la historia, el hombre siempre es un instrumento al servicio de una mano invisible. Cada persona escoge su camino mediatizado por las creencias, las ideas políticas y estéticas que se destilan en el contexto de la tribu. El desastre o el triunfo no dependen de él, tampoco del talento que exponga, depende de la utilidad que algunos puedan lograr con su pensamiento. Puede suceder que el beneficio de sus ideas, de su obra, sea póstuma y que su trabajo sea despreciado en vida. Si es así, el hecho es irrelevante ya que una vez muerto, las ideas y doctrinas pueden ser volteadas como un calcetín. Las “bien interpretan” y para ello cambian los puntos de lugar y asunto concluido.—

Clinn, clenn, clinn, tintinean las monedas mientras le pregunto: dónde se forja la conciencia del ser y el compromiso personal.

—El ser se hace así mismo interferido por la ilusión; en la mente todo es tejido con las urdimbres del sueño. En el cuerpo del creador incide el esfuerzo y el sufrimiento, pero su pensamiento está cosido con las fibras del corpus social: su obra está mediatizada y su consciencia también. El compromiso es una cuestión ética, pero en muchos casos es estética. El arte es un rol a representar y, hacerlo bien, es la clave, Al final de las interpelaciones, de los beneficios que aporta su vida, es el corpus social el que decide si es héroe o villano.
El ser se forja lentamente entre el fracaso y la gloria y está habituado al sabor de la aceptación, la omisión o el desprecio. Vive en una tregua permanente y se indigna hasta la locura al comprobar que las flatulencias de algunos son aplaudidas y condecoradas. Observa como el héroe circunstancial se lo lleva todo, es elogiado con banderas jubilosas y licores burbujeantes. Se indigna al ver como lo visten de colores y las señoritas de relleno le recuerdan que él es el polvillo germinal que ha de sembrar la tierra. Pero entiende el juego y sabe que esas realidades son eructos de un mal almuerzo.
Para entonces ya intuye que él es el tintineo de unos céntimos invisibles y alguien los mueve sin su permiso. Si su mente es lúcida (Que no suele ser el caso),  rápidamente descubre que su labor es efímera, volátil como el hálito anal del culito perfumado de un niño. Si realmente es el dolido y su inteligencia está conformada como tal, entonces siente en su piel el restregón de la injusticia, la confabulación y la perversidad humana. Es el momento de la transmutación y entonces se convence que el tiempo fragua una realidad que se alía con su causa. Tras la primera reflexión se persuade de que algún día él agitará monedas de oro y sonarán con el hálito transparente de los cielos; entonces piensa que su ley será posible y justa ya que él es limpio y fuerte como un diamante. Naturalmente cuando actúa de esta manera se bastardea,  su mente se retuerce sobre sí misma y poco a poco pierde todo atisbo de lucidez. Llegado hasta aquí, podemos afirmar que ya tiene el grado psicológico de EL DOLIDO, pero todavía no lo sabe.—

¡Es un enigma! la condición humana es inescrutable. En ningún momento nos pasa por la cabeza que la realidad del otro es de la misma naturaleza y que en el enfrentamiento de esas realidades contrapuestas nace el desencuentro y el dolor.
Le “digo” con voz inaudible mientras volteo los céntimos; esta vez no suenan, se deslizan suaves como yo y permanecen en silencio, atentos a las vibraciones de los nervios y tendones del otro.


 Los dedos, la mano, el puño. Recordatorio del atentado de ETA en el rack de Repsol en Tarragona, 12-6-87. Imagen virtual. 2006. Jardín de las quimeras y esperanzas.  http://www.youtube.com/watch?v=_TF0eR0izek

—Sí y lo saben todos, pero por interés se tiende a especular con la verdad suprema,  eso fortalece sus propuestas. La alianza con la razón primordial fortalece los sueños y ayuda a que los objetivos florezcan con el tiempo. Es la respuesta simple del que vive en la ilusión, piensa que cada segundo, cada hora, cada día es terminal, a su vez, ¡cada movimiento del reloj es un paso gigante hacia el triunfo definitivo y la gloria!
El dolido piensa que el presente es una tregua mezquina y equívoca que no hay que tener en cuenta; es momento de sacrificios. El futuro es el tiempo donde vivir: hace mucho que olvidó que la quimera es fruto de su invención, él la ha alimentado hasta hacerla mórbida y monstruosa pero en su imaginación se mueve como una náyade que busca puerto franco.
Posteriormente, su fábula y el conflicto que genera, se mantienen por inercia, ruedan imparables como consecuencia de sus propias acciones. Vive en el error permanente y espía el hecho de ser combatiente pero no triunfador, la derrota es consecuencia de sus ensoñaciones. Al final de sus días intuye que él no entrará en el paraíso, en el territorio liberado y, ya contrahecho, se conforma con la nueva situación. Desplazado en el tiempo ha quedado aislado y se complace con el triunfo de una batalla póstuma. Entonces el dolido se enroca entre eufemismos, medias-mentiras y documentos apócrifos, se hunde entre pergaminos testimoniales y se sacrifica para purificarse en la derrota; sabe que la muerte es la única vía que le queda para transitar hacia la victoria. En sus días de certeza calcinó las sendas de regreso, ya no puede volver al origen y olvidarlo todo, ha volado todos los puentes. En su elección decidió que no había error posible; ¡o triunfar o morir! —

Mientras refriego las monedas contra el muslo le replico.
Y el principio de la felicidad, ¿dónde queda?
Esto me hace feliz: los tintineos son como los ardores del poder, ¡irracionales!

—Ya no la busca, conformado en la batalla, en el agravio permanente, se hace insensible al dolor e inflexible de pensamiento; es incapaz de encontrar remedio en la negociación. Se ha hecho huraño, maltrecho y desconfiado. Carcomido por el rencor, acecha como un gran depredador y huye de la prisión de sus propias ensoñaciones, pero no puede hacerlo y pervive en la batalla de símbolos y gestos.  La causa se ha hecho llaga en su corazón y morirá con él aunque sea también un castigo para sus hijos. El dolido se encuentra siempre vigilante y apunto para el último asalto, pero tiene que moverse con sigilo de felino ya que sabe que la derrota es todo lo que ha vivido. El dolido es molido ya que se creyó elegido. Puro de corazón en las balanzas de la historia, lo puso todo en el lado bueno y perdió como los pandavas la guerra de Kurukshetra. Ahora, en el infierno fétido, se ve incomprendido y mal pagado. Entonces emerge en él el guerrero de una causa invencible y decide que su acción le conduce al sacrificio. Esa será su mayor victoria ya que lo sitúa directamente en la tumba de los caudillos mártires, por tanto, en el triunfo ante la muerte. Ya no le quedan otras opciones para afianzar su nombre sobre la piedra de la historia.—

Llegado hasta aquí le pregunto. El sacrificio es un acto generoso (Fin del conflicto), un suicidio políticamente calculado, (Principio de solución), es la renuncia a la vida (Se ha hecho insoportable), o es una opción estética (Lucir un bonito cadáver).
Pienso que las preguntas dejarán el agujero oracular sin aliento y sin respuestas. Gozoso de mi astucia me dispongo a sacudir una vez más las monedas. Tocarlas sin verlas desencadena gran emoción.

—El dolido es un creyente; en ningún momento cuestiona la realidad que siente en el hueco del pecho. Puede tomar muchos caminos y fracasar en todos, pero no fracasará en sus convicciones. Él se siente sujeto a su destino, encadenado a unos principios y a ellos se debe plenamente. Sus valores no los cuestiona nunca ya que si lo hiciera todo su andamiaje mental y moral se caería al instante.
Fuera de esta reflexión superficial, el dolido presenta una actitud vociferante y autista,  sólo puede ver lo que quiere ver y puede hacer un mundo diminuto a su alrededor para mantener sus ideas. Hay que pensar que proteger los principios es el acto más torpe de la humanidad. Mantenerlos hasta la muerte es totalmente aberrante, es defender la ceguera a ultranza, anteponer las causas (sean  reales o inventadas), a los efectos que van a causar. Él piensa que avivar los agravios y a su vez crearlos es la estrategia a seguir, es darle forma al relato que gangrena la causa. Lo hace sin valorar las repercusiones presentes y futuras y no aplica nunca una auditoría intelectual a lo que hace o dice. Él da por bueno aquello que se formula en la mente y se entrega con pasión a una realidad que confunde con sus alucinaciones. Pero lo que es realmente grave es que confunda también a su grupo de referencia, que la neurosis del dolido se haga infecciosa y contagie a parte de la sociedad.—

Clinn, clenn, clinn, suenan entre los dedos como cuerdas de violín…

—El dolido también puede representar, teatralizar su dolor y hacerlo con mucha más convicción que el verdaderamente herido. Él puede adoptar un rol supremo y como un iluminado gesticular una performance mil veces ensayada, ¡morir en la cruz para seguir vivo eternamente! El dolido puede ser consciente de su farsa, conocer sus invenciones pero no reconocerlo nunca. Tiene su propio catecismo, se encuentra oculto en la raíz de su boca, está memorizado en la sangre y lo inyectará a sus hijos como las siete ordenanzas que demanda la causa.
1    Nunca admitir que el mal causado ha surgido de historias hermosas encastadas en un discurso apócrifo o casi siempre desfigurado.
2     Que los agravios fueron difundidos con la intención de avivar la guerra, aumentar la diferencia y hacer imposible la reconciliación.
3   Piensa que toda acción político-militar tiende a definir los límites del enemigo y clarifica el área de los tibios y los traidores.
4   Siente que las imágenes que se han forjado en el conflicto son el reflejo sesgado de la realidad, él tiene su propia versión de la historia y, su punto de vista, nunca es negociable.
5    Constata en propia carne que la justicia del otro no es justicia, es flagelo de verdugo.
6    Que la mentira, el eufemismo, y el pretexto, son también armas de lucha, espuelas que excitan la opinión social y acercan el triunfo definitivo. Tras la victoria, toda mentira se deviene en verdad, el eufemismo en inteligencia y el pretexto en táctica de combate- Las perfidias han sido instrumentos eficaces; tras la victoria hay que pasarlas a limpio.
7     Contempla como norma que, toda acción del grupo ha de ser celebrada y todos los errores ocultados. A la inversa; los errores del enemigo han de ser aumentados y las virtudes ocultadas. —

Clinn, clenn, clinn, repiquetean en el bolsillo… Mis monedas saben a cultivos en tierras de secano, aromas de tomillo y hierbabuena. Las monedas son una adicción como cualquier otra, una manera universal de mantener la quimera. Claro, con unas cuantas no se hace nada, pero con muchas. ¿..?

—No obstante el pliego de ordenanzas invisibles y su falta de equidad, él persiste y se hace guerrero en la lucha igual que uno se hace carpintero entre tablas. Recapacita y piensa en su destino heroico, redacta los versos del alba y con ellos dibuja su propia leyenda. Con ellos cubre su dignidad y hace la travesía de la vida en solitario, lo hace para no ser descubierto y así mostrarse con la voz limpia de los elegidos. Delibera: a no ser que sea imbécil piensa, no del todo convencido rumia día y noche. Más allá de los designios heredados, ¡él cavila! Pero como está seducido de si mismo cree sentir una voz interior; señal inspirada que blinda su dignidad y describe su camino sin duda alguna. —

Volteo la mano y…Clinn, clenn, clinn, suenan, esta vez con timbre de duelo; incomprensible el sonido del dinero en un bolsillo pobre.

—El tiempo lo ha derrotado y ahora toma conciencia de que él es “el dolido”, un cruzado que le han salido duricias en el pensamiento y ya no puede seguir ocultándose así mismo; vive en los permanentes cambios de ánimo y sus contradicciones le hunden en la locura. Es cierto que él se conmovía al escribir los versos del alba, también lo es que en el momento oportuno abrió la boca y dejó caer con tono elegíaco, un canto de amor entre sus camaradas. Es cierto también que esperaba con fervor que estas estrofas germinasen en el corazón de su pueblo. Tras la derrota, piensa como poner a salvo su memoria y legar su testamento a las urnas de la historia. Quizá siente y abriga la esperanza de que sus cenizas serán rescoldos de próximas piras humanas. Ya sereno se hace cauto por un instante, ¡tan sólo un instante! Una llamarada eufórica lo levanta del suelo y siembra con palabras los campos; son canciones que han de modelar la conducta heroica de futuras generaciones. Esta suele ser la carta magna que expondrán después en el pedestal del pueblo; ¡piensa y siente al respirar cierto ardor en el pecho!
En ocasiones se ve caminar al encuentro del alba, proyectado en la pantalla de su mente. Con ironía contempla como escalan sillones los próceres de la causa; sobre sus huesos trepan los que anhelan el poder y conspiran a la sombra. En otras, observa sus restos consumidos en la oscuridad de una tumba sin nombre. Es una visión insólita que no puede soportar y se conmueve. Entonces cambia el plano de l pantalla y, su cuerpo, sus huesos, como reliquias sagradas, quedan expuestos para la veneración popular. Al final construye un sueño y constata que son los poetas, los políticos e historiadores los que terminan de vestir el embeleco del tiempo y exponen su sendero repleto de abrojos como el camino de la victoria. Al final constata que ha sido un sueño y en él contempla su rostro ajado y llorado en la derrota. En su fantasía se describe un campo arrasado hasta el horizonte y en él, observa un cementerio infinito repleto de tumbas.—

Le interrogo mientras suenan las monedas con ritmo más calmado. ¿Es el final cuando entiende? Será la hora nona cuando descubre su impostura y se sonroja ante el espejo de su conciencia. ¿Asume la culpabilidad y se arrepiente del dolor producido?

—No, esa sería su máxima derrota. Siempre hay que mal pensar de los arrepentidos por interés. Lo hago de ti que me has hecho como el juguete de un niño. Si yo no fuera una piedra perforada tendrías que dudar de todo lo que afirmo. Desconfío de las semillas que has enterrado en mi vientre. Siempre me pregunto, ¿qué secretos manejos te llevas para gastar tu vida en hablarle a un agujero, qué beneficios sacas exponiendo tus argumentos en la cara oculta del mundo?—

Pero..., ¡porqué me acusas ahora!
Soy tu hacedor, me tienes que tener algún respeto, digo yo, ¡no!
O te comportas, o te tapo la boca ahora mismo con las monedas que remuevo en el bolsillo.

—He de anunciar en tu favor que has dejado tu testamento fuera del alcance de los ojos y eso es de agradecer, nadie se contaminará con tus desvaríos. También es verdad que no pueden hacer daño a nadie, pero despiertan la curiosidad y ese es el peor de los impulsos humanos.
¿No eres consciente de que con la actitud de ocultar dejas una herida abierta en la memoria, o es que lo haces por puro ensañamiento.
Piensa que la mayor ambición se amaga entre gestos aparentemente desprendidos, por ejemplo: yo no te cobro nada por esta retahíla de reflexiones. —

Empiezo a estar cabreado y remuevo las monedas, ahora com más bríos. Las aprieto fuerte y dejan de sonar, pero se hace un agujero en el forro del pantalón y se desparraman por el suelo: toda la fortuna se pierde. Como sanguijuelas frías; la calderilla empieza a deslizarse y cae muslo abajo.

Volvamos al guión, el tema se está desdibujando.
¿De dónde saca el dolido la fuerza para soportar su trinchera?

—El pensamiento del dolido es un generador de energías sorprendentes, sobrepasa los peldaños de la bondad y la maldad humana y se recluye recóndito en su mente. De ese laberinto abisal extrae un filón interminable de machetes y, a su vez, saca el valor y la fuerza para usarlos. El dolor es energía candente en la punta del puñal y los caídos por la causa siempre son daños marginales, colaterales, que no merecen ser tenidos en cuenta. Con el tiempo, entre el polvo de la historia y los medios empleados se olvidan todos. Las contradicciones se funden en su mente y estas quedan bruñidas y empotradas en sus ojos como rubíes, son diamantes que centellean la luz del mundo y con ellos mira el devenir como un profeta. Noche y día aguarda el instante para emerger como salvador, se imagina que le esperan los cánticos de gloria y se prepara para ser ungido. —

¿Mientras tanto qué hace, se complace en la queja permanente, se deleita en la confabulación y la venganza, se abate por sentirse contrahecho y mal pagado por su obra y sacrificio?

Una de las monedas entra en el zapato y se sitúa justo debajo de talón.
¡Este final empieza a tener mala pinta!


—Sueña, siempre sueña, se siente guardián de la verdad eterna. Es un miliciano invisible de causas invictas y se sitúa en el trono de la justicia universal. Levita por encima de los demás y no reconoce otra moralidad que aquella que él ha forjado en la lucha clandestina. Siente que su sacrificio le otorga unos privilegios que puede aplicar con impunidad. Cree que él es el latido de la tierra, el hálito que conmueve el pecho; es el enviado que todo pueblo espera, el caudillo libertador que habla la voz del pueblo y piensa con ello que así proporciona sentido y justicia a la vida colectiva. —

Cómo, después de las derrotas y el dolor causado, ¿aún no se han enterado?
Las otras monedas ruedan por el suelo y se pierden entre las hojas.

—Este ser ya tiene la intriga fermentada en la mente y fluye por la boca como el aliento de las flores del dolor. Sin darse cuenta, poco a poco se deviene en el constructor de artificios, se ha habituado al zumbido de la metralla y le llama la adicción a la refriega; no sabe hacer otra cosa. El que cultiva con pasiones las sementeras del amor sublime siembra también las semillas del fracaso; de ahí nace el mal gobierno, la convivencia imposible y el odio eterno. Este es el retrato hiperreal de los hombres.—

Pero, con el tiempo, ya consumada su derrota, debe rendirse ante sus propios ensueños y quedar ensimismado mirando pasar las nubes en el frontón de los cielos. Él no es tonto, sabe que la luz divina no puede ser la única esperanza y la realidad del otro puede hacerse omnipresente, inevitable y obligada.

—El no duda jamás.—

Me cabreo, ¡ya estoy más que harto de “el dolido” y sus paranoias! Me pongo de pié sin pensarlo y al apoyarme en el suelo, la moneda presiona contra el zapato, entra en la carne y me hace un corte profundo en el talón de Aquiles…
¡Ay, ay, ay! Necesito una enfermera, un médico con urgencia, una sutura en el pensamiento
Sin enterarse de la gravedad de mi herida mortal, el agujero me contesta.

—Del origen del conflicto ya no queda nada en él, ahora es el escultor del deseo que modela el pensamiento con lacras, pústulas, llagas, rencores, agravios, corazas y mentiras. Una lista interminable de traiciones, deslealtades, felonías y engaños lo han derrotado. Con todo ello deja un rastro imborrable en el alma de los que ya nacen vencidos, sus hijos y los hijos de sus hijos. Este es el espejo de la condición humana que se mira en el pozo del dolor para sentirse limpio ante la inmundicia de su propia pequeñez.—


Gregorio Bermejo 4-12-011 Tarragona

2 comentarios:

  1. Rufino aquest text és extraodinari! resumeix molts dels aspectes socials, polítics, artístics i humans de l'ésser contemporani. M'ha seduït molt l'estructura i el deplegament doctrinari d'aquest "Dolido". Precisament una sèrie de dibuixos "Homo crisis" que estic començant ara em fa reflexionar sobre totes aquestes qüestions plantejades per l'home "Dolido". Gràcies per publicar-ho!

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  2. En aquest relat crec que retrates als homes-dones de la època actual, la nostra ambició no te límit, sempre volem figurar, que es parli de nosaltres som envejosos i individualistes, constantment ens mirem el melic i ens pensem que qualsevol cosa que fem és gran i important, quan ningú mira a ningú i sembla que tots som immunes al sofriment aliè, tan sols ens preocupen de nosaltres, som covards però això no treu a que ens creguem importants

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