sábado, 5 de noviembre de 2011

La voz de Sara y el pozo del dolor



El pozo del dolor. 180 m. 2011

La voz de Sara
Hace unos años quedé profundamente dormido bajo la sombra de un árbol, ¡nunca tuve un sueño tan inquietante como el de aquel día! Fue en La Comella el 7 de mayo del 2000. Era una tarde calurosa, cargada de humedad y de negros presagios. Me encontraba fatigado y la espalda no me aguantaba, ¡tenía que tomar aliento! Necesitaba un reposo donde fuera, aquella sombra era prometedora y el manto de hojas en el suelo se apareció como un lecho mullido y confortable. Puse la cabeza sobre el saliente de una de las raíces que tiene en la parte posterior, justo donde se abría un agujero extraño. Parecía el pudridero de una figura imaginaria. Allí vive hoy un gato desgarrado que no tiene nombre, su historia se explicó en este mismo blog hace una semanas.

Del agujero en cuestión ya he hablado en otros relatos, hoy traigo a la memoria este hecho por varios motivos. La herida parece tener gangrena y el hecho se enlaza con la tragedia, el dolor y la muerte; el tema que trataré aquí. Esa llaga permanente no cura nunca, el árbol se esta pudriendo lentamente. Pienso que es una metáfora del alma humana, el árbol nos presenta la imagen reveladora de nuestro destino. No es un sarcasmo, esta herida le corroe las entrañas por la parte trasera y llega hasta el hueso. La úlcera deja al descubierto la cabeza de Adán petrificada, es decir, la gangrena lame la roca madre y pienso que con este hecho singular se une a nosotros en la falta original.

Me explico: por la parte delantera llegué a ver en su día una piedra voluminosa en forma de calavera, la roca obligó al árbol a crear una masa de materia viva para apoyarse y seguir creciendo. El capricho de la naturaleza llegó a crear en el tronco del árbol una forma de aspecto humano. La figura se presenta devorando la piedra con el bajo vientre, o también se puede pensar que la piedra está saliendo de él. La verdad es que creció, se encaramó sobre ella para encontrar apoyo firme y eso la modeló como a una mujer hermosa en el trance de parir. La piedra la cubrí en su día con tierra traída desde Reus, de un lugar llamado El mas de les ànimes. El tronco describe muy bien el vientre, las caderas y los brazos. Tiene el delta de Venus muy marcado, un cuello bien dibujado y brazos extendidos al cielo. No se si es una imagen reveladora pero es asombroso el juego de coincidencias que se dan en esta encina que, para más desazón, desde principios del siglo pasado le llaman: “El árbol del dolor”. Al conocer su historia, comprovar su edad y el número incontable de hijuelos que tenía, decidí llamarle Sara...

Como decía, el agujero en cuestión coincide con el ano de una mujer madura pero todavía con formas turgentes y sensuales. Se presenta como una figura precisa y bien dibujada. Como dije tiene los brazos elevados, son ramas potentes que aguantan la envergadura de la copa poblada de hojas mortecinas. El vientre se apoya al suelo creando un volumen razonable, la caderas anchas y la cabeza decapitada. Lo más inquietante es que presenta una hinchazón considerable en el cuello; quizá el rastro de la tragedia de una joven que encontró el final de la vida en aquella rama ahora hace más de cien años…

Como dije, en su tronco quedé dormido y en el ensueño me hice tierra. En el duermevela escuché una voz leve, temblorosa e inquietante que hoy me produce dolor describirla. Recuerdo el final del encuentro onírico con pavorosa claridad… Unas palabras con timbres minerales y frecuencia  femenina se dejaron oir con la potencia de un mandato.

— Has de fer un pou en el meu nom, serà el pou del dolor.—

Estuve considerando la petición hasta que un día me puse a trabajar con máquinas de perforación. Se formó un gran estrépito para realizar un pozo de ciento ochenta metros de profundidad y unos veinticinco centímetros de ancho. La primera parte del trayecto es de hierro galvanizado, la última es una columna de agua de cincuenta metros; el nivel del mar lo estabiliza siempre en la misma altura.

¡Ya está hecho…! Le digo después de un tiempo.

— Com vaig dir-te li diràs el pou del dolor i en ell has de guardar el relat de la meva tragèdia.

Lo haré con una condición: hay mucho dolor en el mundo y quiero guardar también el testamento de Fénix y mis propias aflicciones.

— A les teves mans deixo la comanda...
 Deixa-ho procedir com el que exhala un sospir. —

Seguidamente me relató entre susurros una historia de pasión amorosa y tragedia... La vida de Abelardo y Eloísa fueron menos apasionadas y desgraciadas.

—Tenia vint anys i em sentia la dona més feliç de la terra. Estava boja d’amor i el meu cos gaudia d’una torbació germinal, era una llavor que incuba la terra. Ell era un home honrat, les seves mans feien l’olor del pa tendre, els seus ulls miraven tan profund que fàcilment detectaven els meus sentiments. La seva veu tenia la vibració fèrtil i fresca de l’aurora. Sota aquest arbre vam iniciar els primers amors i aquí mateix em va recitar aquests versos. —

  —Debades la teva pell plora
És pluja suau que m'omple
Com el pa cobejo el teu cos
Però un temor il·limitat m'atura
Llavors camino fins a trobar-te.

En silenci exploren les mans
Respiren alè d’un pou infinit
Tu ets ventre de terra calda
En ell desgrano la meva vida
Com l’aire escatxigo la llavor.—

—El meu tiet no el volia, era vell i va embogir de gelosia; una nit de lluna clara va enviar-li un assassí... el va matar a cops de destral al Barranc del comellar.

Vaig perdre l'alè del pit, la llum dels ulls, la claredat de les idees. Les meves mans anaven soles, com garfis van atrapar-
me i no vaig poder escapar d’elles.
Amb habilitat esgarrifosa i una corda d’espart van fer del meu coll el badallo d'una campana. —

Le pregunto: ¿Entre tantos seres en la tierra, porqué me has elegido, yo ya tengo mi dosis de angustia en este asunto?

—Tu has adoptat aquesta roca com l’alè de La Comella i has de fer d’ella un jardí on el símbols germinaran en una llarga primavera. Ara mateix et diré que has de fer. Posa els llavis davant els seus i diposita l'angoixa dels dies i el plaer dels instants. Tot el dolor caurà en el reflex del fons com en un mirall obscur. El buit romandrà obert, expectant, com un farcell que espera rebre els clams dels núvols. Pensa que el pou és la ferida dels murmuris, un forat que abstreu els pensaments, els anul.la igual que ho fan els camins que no tenen destí. Aquest pou és la connexió amb un lloc pretèrit i té el poder de falcar els records a l'infinit. Tota l'energia del pensament quedarà absorbida, conduïda als abismes de l'oblit. Davant el seu rostre tenebrós, mai trobaràs respostes, ell només conté i reté preguntes... —

¡Es verdad, le digo!  He notado que cautiva las pasiones y los deseos y en él todos los pensamientos se desvanecen. En su vientre se disuelven como la muerte se diluye en el mar. Todo es devorado por esa fuerza extraña, desconocida para mi y sutil en los tejidos del mundo. Observo que también engulle las realidades mentales, aquellas que nunca han existido en el mundo de los sucesos, pero sí han sido pensadas con pasión una y otra vez. Es la realidad de los sueños que queda fijada en la memoria y se confunde con la vigilia. Con el tiempo se deviene en realidad encarnada, su ausencia ha sido persistente y ha cincelado un surco en la materia cerebral que la hace imborrable. Creo que la mente es capaz de fabricar una herida, un estigma permanente, incurable. La realidad mental se hace más presente, más firme, que la piedra que duerme entre tus raíces. Pero es curioso, en el pozo también desaparece.

¡Ya está hecho! Le apostillo otra vez.

El pozo es el escenario de realidades que se ocultan desde arriba y al hacerlo, compruebo como su existencia se liquida al instante, ya no pertenecen a nadie, desaparecen de nuestro mundo y se pierden en el oscuro abandono.

¿Dónde van...? no lo se, son estados imaginarios que sólo resplandecen en el silencio y de él sólo podemos hacer conjeturas…

A continuación se hizo el silencio, el tiempo se detuvo, sigiloso y denso podía tocarse, se estiró lo indecible hasta que se oyó claramente…

 —¡Viure està molt bé, però no a qualsevol preu! —

Se le escapó como un lamento que nace de la tierra, un murmullo disuelto entre súplicas que esperan ser atendidas…

Seguidamente se oyó la voz de Mozes, un albino que ya intervino en Fénix o la ciudad del sol. Sonaba lejana pero se podía distinguir perfectamente.

Soy tío de Ció, hermano encarnado en el invovoz y padre de Nsasi, leí con avidez todos sus versos, los grabé en la memoria como algo propio. Nací en el lecho de la desventura, también soy hijo de la luz y me han sucedido desgracias desde antes de nacer. Aunque no sabía casi nada de Sara, si conocía la historia de la gran ceiba, el árbol sagrado, refugio de los seres vivos y atalaya de Eyandé Laué. El pozo del dolor es el pozo blanco rebosante de cal que ocultó a María Kinga. En él quiero que descansen los restos de mi tío; allí, eternamente iluminado. ¡En su día lo prometiste! —

Tras unas palabras de agradecimiento y presentación escueta me dijo.

—¡Tome, usted sabrá que hacer con el dolor !—

Eso pasó hace algo más de un año, lo último creo que no sucedió así exactamente, pero la verdad es que un envoltorio apareció ante mi el día de S. José. Lo encontré encima de Alcor, era un día de cielo despejado con brumas en el horizonte.

No fue nada fácil, realmente era una reliquia, la prueba evidente del sufrimiento. La tomé como algo sagrado, la sumergí en cera líquida varias veces hasta que quedó protegida por una cápsula herméticamente cerrada. La até a una cuerda de algodón de doscientos metros. La introduje en la boca de hierro que inicia los cuatro primeros metros del pozo, así, poco a poco, la llevé hasta el fondo… Ciento ochenta metros de profundidad, cincuenta metros más abajo que el nivel del mar, un lugar para escuchar permanentemente el aliento de la eternidad

Al bajar dijo Mozes casi sin voz: lo sentí terciado, cabalgando en la ausencia, apartado en la distancia…

—Sin duda este es el lugar prometido, el que absorbe el desconsuelo, especialmente el dolor de los vencidos. Aquí se acunan los proyectos dolorosos, las ilusiones frustradas... ¡este es mi hogar presentido!—

Seguidamente me desperté, ¡me pareció que lo estaba!
Una ráfaga de viento sacudió las ramas, algunas hojas cayeron, eran tiernas y verdes, ¡hijas de la primavera! Me dispuse a levantarme y noté que no podía mover la cabeza, la raíz se había unido al hueso y al pensamiento...
Por decir algo donde no hay nada razonable que explicar: no se cuanto tiempo estuvimos así, enlazados, pero si puedo afirmar que ella y yo fuimos la misma cosa.


Gregorio Bermejo Tarragona 2011

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