miércoles, 2 de noviembre de 2011

Pozo de Copiapó


Susurros en un agujero. Anell de pedra.  Acción: Montse Ras. 2011

Pozo de Copiapó.

El 5 de agosto de 2010 se hundió un tramo de la galería de los héroes. Fue en la mina de San José en el desierto de Atacama, Chile. Arriba nadie sabia con certeza lo que había pasado y menos aún si los mineros estaban vivos o muertos. Abajo, con voz de tenor herido, alguien dijo a los camaradas encerrados a 700 metros de profundidad en Copiapó.
—El miedo no es la causa de mi conducta saturada de temores, no siento su mordedura en el cuello, lo que siento es la zozobra del valor vencido, la sombra imprecisa que invade la mente. Siempre he vivido aislado y con la puerta abierta; pienso que el devenir no puede esquivarse con cerrojos. El miedo tiene rostros indefinidos. Ahora lo que más me aterra es el desvelo que produce el desamparo…—
Sin comunicación alguna, arriba una maquina perforadora abría una brecha en la roca que les llevaría agua y alimentos; todo era cuestión de tiempo y de soportar estoicamente el desánimo.
Abajo, uno de los camaradas chilenos, Florencio Ávalos dijo…
—Pienso que, aunque la oscuridad nos cause temor, el miedo no nace de la sombra abisal; antes de nacer, todas las simas saben nuestro nombre y lo evocan cada noche en los estribos del sueño. Hay que pensar que los hoyos más temibles están diseminados en nuestra mente, son semillas que crecen entre intervalos de olvido y nos previenen del peor de los males: ser devorados por nuestra propia madre, la garganta de la tierra. —
Copiapó, el pozo del deseo y el abismo del desasosiego, se hizo por imperativos económicos y tenía un largo historial de accidentes. Pero el empresario minero siempre araña los secretos de la tierra para encontrar la fortuna escondida y no tiene especial cuidado con la vida de los demás. Nada extraño sucedió en el descenso pero un derrumbe dejó atrapados a 33 personas en la simas oscuras del desierto de Atacama. Todo fue cavar bajo los pies hasta llegar a una valva fósil que estaba esperando des de hacía millones de años. Traspasaron capas de roca dura, columnas considerables de arcilla roja, pasajes de sedimentos arenosos hasta llegar a las piedras porosas y ricas en agua: las calcarenitas. Allí estaba la catástrofe, acechada y muda, y allí estaban también las contingencias que hacen del azar la condición de los héroes. Al ver aquella laguna interior quedaron sobrecogidos. Como en el Averno aullaban los corredores, crujían las rocas y el calor y la humedad del aire se hacían irrespirables. Era un vientre de roca despojado de luz, no digamos del vuelo de los pájaros. Sin esperanza posible y con el aliento quebrado, dijo Carlos Mamani (un minero boliviano…)
—¡El agua es el fin del trayecto, el triunfo de la muerte!…—
—Pienso que el agua es una llamada natural, hay que pensar que en un porcentaje muy alto estamos formados por ella. Las rocas que nos atrapan tampoco son la causa del desasosiego, ellas constituyen la memoria mineral y retienen el secreto del tiempo. Las tinieblas tampoco pueden serlo, siempre mal vivimos entre ellas como topos. Es la vida del minero; ensombrecidos permanecemos en ellas día tras día. Estamos habituados a tener las pupilas dilatadas y sacar referentes de los abismos más oscuros. —
Dijo Jimmy Sánchez.
En aquel momento una perforadora entró por el techo en la estancia, Mario Sepúlveda cogió un pincel y con pintura roja tintó la broca que al instante subió a la superficie. Unas horas más tarde bajaban agua y alimentos. Carlos Mamani exclamó…
—¡No estamos desamparados… ¡
Al tiempo, por el techo apareció una cámara de video, José Ojeda miró aquel ojo iluminado y le dijo...
—Estamos bien en el refugio los 33—
Mario Sepúlveda y Luís Uzúa desplegaron su poder de líderes sindicales, supieron mantener la esperanza viva. Mario tenía reflejos ágiles en las palabras…
—El pozo es una respuesta sin luz que parpadea oscura en la mente, todos los temores son llamados en él; así aullan por el tragadero sigiloso de cuevas, simas, marjales, mazmorras, pozos, precipicios, barrancos, farallones, despeñaderos, cejos y espacios brumosos... Son los tragaderos que reclaman a voz en grito el tributo del sol. En el pozo descansa el rostro oscuro del mundo, allí se oculta la luz de los ojos y de allí renace el parpadeo de una nueva vida. Solo los neutrinos pasan vencedores por sus posesiones; a velocidades de espanto, ahora cabalgamos sobre ellos—
Un martillo mayor abrió una nueva vía y por ella apareció una cápsula con el nombre de Fénix, haciendo alusión al renacimiento de 33 almas nuevas, cambalache de las 33 almas muertas que entregó Jesús en la cruz…. Uno a uno fueron saliendo los renacidos a la luz del sol; fue el nuevo amanecer para ellos y sus familias…
Ya restaurados en el exterior, fueron glorificados como héroes, agasajados con abrazos, estimulados con alegría y retumbar de fiesta. En todo el mundo se celebró el rescate más espectacular de la historia de la minería...
Carlos Mamani, el boliviano, exclamó ahora una frase con el signo cambiado:
—¡Es el triunfo de la vida! —
Alguien tiró una piedra en aquella sima interminable, un pequeño eco llegó del fondo… Las voces ígneas describen el destino sin alegaciones.
¡incomprensible de momento!

No hay comentarios:

Publicar un comentario