Bebedor de mocochinchi. Potosí. 2015
Las gentes en el mercado de Potosí
Pienso que se puede afirmar y no tener demasiadas dudas, que el buen gobierno y la mayor riqueza de un país está en sus gentes, en el desarrollo de sus capacidades, en la manifestación de sus ilusiones y en el sentido del deber que desprenden en el día a día. Bolivia es un país joven con un alto sentido del sacrificio y una capacidad para entregarse en el trabajo. Lo hacen como en los mejores pueblos y pueden disponer de su destino sin victimismos: en sus manos está todo lo que ellos quieran hacer y ser.
Carnicero de menudillos. Potosí 2015
Los bolivianos en general tienen una humildad innata, una belleza en los gestos cotidianos y una entrega directa en lo que hacen: eso es lo que he querido recoger en los personajes que he encontrado en las calles de Potosí. Son ejemplos vivos de una estética natural, sin refinamientos ni imposturas. Disfrutan de una elegancia popular que transciende las modas y saben mantener el tesoro de la tradición y llevarlo con dignidad: ahora bien, eso también está cambiando.
Los jubilados en la plaza de la catedral.
Estas cualidades las he encontrado especialmente conservadas en las mujeres, ellas mantienen el tiempo en los gestos, en el vestido, en el sombrero, en la dulzura del habla, en la manera de mirar y en el coraje de enfrentarse en el día a día. La mujer boliviana es una heroína: ella es el puntal que soporta la casa, la calcina que une a la familia, la que tiene el valor de mantener a los hijos unidos y en muchos casos alimentados.
Una mirada turbadora. Mercado de Potosí.
La belleza de sus gentes se encuentra especialmente en los mercados, expuestos entre las frutas generosas, arropadas entre los colores de los vestidos, ocultas entre el murmullo de las calles y silenciosas los oratorios de las iglesias.
Ellas suelen ser las que están en los comercios, en las cocinas, en los mercados, en las fruterías y puestos ambulantes, en las carnicerías y vendiendo ropa: ellas venden, viven y ayudan a vivir...
La vendedora de patatas. Potosí 2015
Vendedora de mazorcas. Mercado de Potosí 2015
Los pequeños comerciantes están unidos a sus negocios: son parte vital de si mismos. Mirando su dedicación y entrega, los puestecitos son una porción integrada de su alma. En ellos comen, se relacionan, aprenden, viven, duermen y mueren: son su manera de existir. Sin su trocito de negocio quedan desamparados: ¡no son nada! Es tan así que si les propones comprarles toda la fruta que tienen a la venta te tienen que decir que no: ¿qué harán después? Te venderán un kilo, dos…, pero nunca el puesto entero. El puesto es el símbolo de su existencia, el lugar que ocupan en el mundo y eso no pueden venderlo a ningún precio...
Las gentes en el mercado de Potosí
Pienso que se puede afirmar y no tener demasiadas dudas, que el buen gobierno y la mayor riqueza de un país está en sus gentes, en el desarrollo de sus capacidades, en la manifestación de sus ilusiones y en el sentido del deber que desprenden en el día a día. Bolivia es un país joven con un alto sentido del sacrificio y una capacidad para entregarse en el trabajo. Lo hacen como en los mejores pueblos y pueden disponer de su destino sin victimismos: en sus manos está todo lo que ellos quieran hacer y ser.
Carnicero de menudillos. Potosí 2015
Los bolivianos en general tienen una humildad innata, una belleza en los gestos cotidianos y una entrega directa en lo que hacen: eso es lo que he querido recoger en los personajes que he encontrado en las calles de Potosí. Son ejemplos vivos de una estética natural, sin refinamientos ni imposturas. Disfrutan de una elegancia popular que transciende las modas y saben mantener el tesoro de la tradición y llevarlo con dignidad: ahora bien, eso también está cambiando.
Los jubilados en la plaza de la catedral.
Estas cualidades las he encontrado especialmente conservadas en las mujeres, ellas mantienen el tiempo en los gestos, en el vestido, en el sombrero, en la dulzura del habla, en la manera de mirar y en el coraje de enfrentarse en el día a día. La mujer boliviana es una heroína: ella es el puntal que soporta la casa, la calcina que une a la familia, la que tiene el valor de mantener a los hijos unidos y en muchos casos alimentados.
Una mirada turbadora. Mercado de Potosí.
La belleza de sus gentes se encuentra especialmente en los mercados, expuestos entre las frutas generosas, arropadas entre los colores de los vestidos, ocultas entre el murmullo de las calles y silenciosas los oratorios de las iglesias.
Ellas suelen ser las que están en los comercios, en las cocinas, en los mercados, en las fruterías y puestos ambulantes, en las carnicerías y vendiendo ropa: ellas venden, viven y ayudan a vivir...
La vendedora de patatas. Potosí 2015
Vendedora de mazorcas. Mercado de Potosí 2015
Los pequeños comerciantes están unidos a sus negocios: son parte vital de si mismos. Mirando su dedicación y entrega, los puestecitos son una porción integrada de su alma. En ellos comen, se relacionan, aprenden, viven, duermen y mueren: son su manera de existir. Sin su trocito de negocio quedan desamparados: ¡no son nada! Es tan así que si les propones comprarles toda la fruta que tienen a la venta te tienen que decir que no: ¿qué harán después? Te venderán un kilo, dos…, pero nunca el puesto entero. El puesto es el símbolo de su existencia, el lugar que ocupan en el mundo y eso no pueden venderlo a ningún precio...
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