Chacal en las cercanías de La ventana del asombro. Real de Catorce, S. Luís Potosí. México. 2008
Presentación de los personajes
Debido a que hay tres
personas unidas por vínculos invariables, he creído oportuno presentarlos y definir
los rasgos de sus vicios y bondades, de lo contrario, en el cruce de los relatos pueden crearse confusiones graves. A Lucía ya la conocéis, no obstante volveré a tratarla otro día, lo haré para hacer un retrato detallado de la personalidad que
suplanta, ella encarna la condición humana y deseo que aparezca como una joya con infinitas facetas y colores.
La segunda figura en importancia es el acosador, el que se mueve por impulsos vitales, es un ser franco y no dispone de moral que lo encadene. Tambien es libre y puede hacer asombrosos gestos de generosidad y crueldad sin que su corazón sufra alteración alguna. Por todo ello he decidido asignarle el nombre genérico de un animal salvaje y solitario (Chacal). Es un alma decidida con pensamiento estepario que puede enfrentarse a todo, inclusive a las sombras de la muerte. No tiene miedo a nada ya que él lo tiene todo, o casi todo perdido. Es el vigilante de las noches hirientes, él las llena con aullidos en el desierto de Real de Catorce. Se mueve junto a la escultura: La ventana del asombro, obra espiritualmente vinculada por consanguinidad; ¡allí ha hecho su guarida permanente!
Es un ser uncido con cierto misterio; tiene la capacidad de entender las situaciones extremas y de asumir los trances dolorosos como parte de la vida. De hecho, él es el espíritu que habita dentro de estos relatos y con los días se mostrará transparente ante vosotros. Aunque prefiere la soledad y el aislamiento, posee la capacidad de ponerse en el lugar del otro; es un don natural como el que tienen las plantas, lo ejerce sin esfuerzo. Puede asumir fácilmente cualquier estado mental, ayudar a compartir el duelo y convertirlo en un período de purificación. Su corazón no se altera nunca y sus manos despiojan el pensamiento con habilidad sublime...
La segunda figura en importancia es el acosador, el que se mueve por impulsos vitales, es un ser franco y no dispone de moral que lo encadene. Tambien es libre y puede hacer asombrosos gestos de generosidad y crueldad sin que su corazón sufra alteración alguna. Por todo ello he decidido asignarle el nombre genérico de un animal salvaje y solitario (Chacal). Es un alma decidida con pensamiento estepario que puede enfrentarse a todo, inclusive a las sombras de la muerte. No tiene miedo a nada ya que él lo tiene todo, o casi todo perdido. Es el vigilante de las noches hirientes, él las llena con aullidos en el desierto de Real de Catorce. Se mueve junto a la escultura: La ventana del asombro, obra espiritualmente vinculada por consanguinidad; ¡allí ha hecho su guarida permanente!
Es un ser uncido con cierto misterio; tiene la capacidad de entender las situaciones extremas y de asumir los trances dolorosos como parte de la vida. De hecho, él es el espíritu que habita dentro de estos relatos y con los días se mostrará transparente ante vosotros. Aunque prefiere la soledad y el aislamiento, posee la capacidad de ponerse en el lugar del otro; es un don natural como el que tienen las plantas, lo ejerce sin esfuerzo. Puede asumir fácilmente cualquier estado mental, ayudar a compartir el duelo y convertirlo en un período de purificación. Su corazón no se altera nunca y sus manos despiojan el pensamiento con habilidad sublime...
Son mis palabras
Ganzúas en tus huesos
Que purifican
Entre sus voces organiza presentimientos
poderosos y hasta puede “reencarnarse” en la figura del Ausente (el difunto), en
realidad es un engaño ya que él dispone de información privilegiada y la hace
servir sin decoro. Es también el hipotético solicitante de Lucía, el que la
acosa y le recita antífonas incomprensibles. En ocasiones toma otras formas en
el texto, se diluye entre las voces como lo hace en su medio natural, los
riscos de la montaña. La figura es poliédrica y encarna todas las posibles vías
de futuro que ahora se presentan ante una mujer dolorida, luchadora, bella y
apasionada.
Entre sus muslos
Entrará el pingajo
Lanzando noches
El Chacal sólo aparece
movido por los impulsos vitales, el deseo de vivir, la fertilidad, la pasión,
el atrevimiento y al final del texto hace algo inesperado, se transmuta para sacrificarse
por amor. Aparece en el momento más importante del relato, renuncia a ser él para
ser la voz del espectro. Él le presta la palabra y al final también el cuerpo
en el momento de la concepción. Es una epifanía que se revela en un lugar conmovedor.
Taja mi cuerpo
Como las aceitunas
En el salobre
En ocasiones también posee
la asignación metafórica de El amante de arrayanes. Esta figura es casi real,
se desdobla en ella cuando desea aproximarse a Lucía. Entonces tiene los pies anclados
en el suelo y es prolífico en el lenguaje y propenso a ocultar parte de los
contenidos. En este caso adopta habilidades de cierto escultor con el cual
comparte el cuerpo y el pensamiento.
Entre la manos
Caliento las piedras
Como palabras
Su personalidad queda
aclarada en otros relatos y nunca opera con los recursos de la ficción, siempre
maneja imágenes de amplio significado simbólico pero basadas en hechos reales.
El Chacal es franco en lo
que dice, directo en las afirmaciones y ha dedicado muchas horas en modelar las
palabras para acercarse a ella. Todo lo que hace lo balancea y acuna con buena
intención, quiere dejar la simiente en el hueco del asombro. Él sabe mirar el
otro lado del espejo y observar el reflejo que Lucía deja en el alma humana.
Dice…
-¡Sus ojos son mandorlas de dolor, su vientre el surco de la tierra!-
Con estos vestigios quiere iluminarla y a la vez alumbrarse, es la cagarruta divina en forma de epifanía. Siempre tiene la confianza de que encontrará la reconciliación con ella; así se mueve en los caminos del mundo y con ello consigue aliviar la incertidumbre ante la muerte.
En la ciénaga
Duerme en el agua
Como la ninfa
El Chacal es el cuidador
distante, también el que le limpia los ojos con saliva, le estimula con
palabras y versos cortos y le afeita los malos pensamientos.
Al final él se entrega al
sacrificio y presenta un ejemplo generoso, un acto desprendido que lo deja
derrotado en su condición masculina, le queda el pingajo inhabilitado para siempre. A su vez, su acción deja al descubierto la
incomprensión de Lucía, la quiebra fatal de sus sentimientos. La dependencia
amorosa hacia el Ausente la tiene secuestrada y su cuerpo es ya la libido de los difuntos.
La falta de confianza, el
egoísmo y la obcecación del alma humana no tienen límites, menos aún cuando
esta está sometida a la pérdida, a la presión psicológica y al desmayo de la
libido. Los sentidos se duermen y se hacen de piedra. La nimiedad del espíritu es como el polvo en la ventisca cuando fenece el
deseo, sales y ácidos en la garganta cuando desaparece todo impulso lascivo.
El desfallecimiento agota el
ánimo y abre la puerta para marchar, para dejar de ser el soporte de la vida. ¡Así,
canta y llora!
Ya no me quiero
Pomo de recuerdos
Que se desgrana
El alter ego de el Chacal (El
amante de arrayanes), forma parte importante del cuerpo del relato y junto a
Lucía crean la pareja del encuentro y el abandono, la esperanza y la decepción,
el amor y la indiferencia. De hecho, los personages se mueven en el plano de lo posible, se basan en circunstancias reales, mueven sentimientos y crean conmociones reales, pero todo es un juego de palabras dibujadas en esta recopilación de relatos. En verdad puedo afirmar que son...
Soplo de tilos
Entre las cementeras
Polen difunto
Es una figura de ficción
que ya vio su trayectoria en un pasado lejano. Tuvo que luchar contra las
serpientes reptantes, los animales oscuros y voladores. Fue el habitante
enamorado de un caserón moribundo, quemado y hundido que restauró para hacer
del él el jardín soñado. Hizo un acto de amor y sacrificio, trabajó día y noche y en unos años llegó
a convertirlo en La Comella, parque escultórico que hoy es conocido como CEN. Ahora
es una realidad palpitante de vida, un trozo de tierra estremecida que soporta bien el trasiego de los días.
Algunos versos son de aquel tiempo, ahora los he recompuesto para la ocasión.
Desde la torre
Oteo el horizonte
De mi fortuna
Gregorio Bermejo es el
narrador, es decir, el que se dirige a vosotros con el ánimo conciliador e
intenta dibujar los sentimientos tal como le son descritos. Él pone las palabras y tiene la habilidad de
un reptil para dejar rastros vivificantes, palabras sagradas escritas en la arena sin que el cielo se
desmorone. Es un milagro lo que hace y dice y no lo exterminen a cuchilladas como a un cerdo.
Ahora nos dice…
-¡Buenas a todos…! Me limitaré a hacer de intermediario entre los tres personajes; Lucía, el Ausente, y el Chacal. El papel asignado me hace ser cómplice del autor de este blog, Rufino Mesa y en ocasiones, muy pocas, tengo que hablar por su boca con el nombre de: El amante de arrayanes. Eso lo hace más complicado todavía, ya que, en ocasiones, los cinco somos la misma persona.-
Posdata
Al lector no avezado puede provocarle cierta confusión al tratar con
personajes que se cruzan las identidades continuamente. Ablando con propiedad,
el texto explora una situación con ribetes esquizofrénicos. Así pues, puede pasar
que las voces queden cruzadas y logren crear confusión; no se preocupen por
querer descifrarlo todo, quizá no hay nada que entender tras los decorados de
la muerte…
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