Las cuevas del llorito
Casi no se sabe nada del origen de la cantera; en su día
extrajeron de allí los bloques de piedra como el que saca libros de un estante.
Fue un trabajo importante ya que aquella actividad provocó un socavón en la
roca que impresiona verlo, sobretodo por que algunos trozos del techo han caído
y han creado un cierre natural que da al conjunto aspecto de gruta. Años
después de esta industria, quizá siglos, en la guerra civil varias familias
encontraron refugio en las Cuevas del Llorito, todavía se encuentran rastros de
aquella convivencia dolorosa y amenazada. Los muros están repletos de recordatorios,
frases y nombres, algunos bien grabados en la roca y muchos hacen referencia a
encuentros furtivos. Un lugar saturado de resonancias, epitafios, nombres y
cenizas de fuegos muertos. Todo respira temor, son mensajes inteligibles y
voluntarios que se cruzan en una historia interminable. El lugar es un museo de
recuerdos, una biblioteca repleta de relatos que anima a descubrirlos. Ahora
están abandonadas y quizá se corre el peligro de desprendimientos, no obstante
es el refugio de mendigos y cubículo apasionado de parejas abiertas al riesgo.
Si te atreves a ir por la noche verás algo extraordinario:
con las luces húmedas de la luna llena aquel mundo se alienta y toma vida.
Entre susurros se escuchan voces y risitas maliciosas; ‘hay que estar atentos!
Se oye la voz melosa de una ex revolucionaria diciendo: prohibido, ¡no
tocar! También se puede apreciar como se remanga y con la mano izquierda tacha su sexo
con un pintalabios. En otra secuencia, solapada en el tiempo, se aprecia como
un hombre la cabalga igual que se hace con una montura sin estribos:
Seguidamente se crea una reyerta que les quita la vida; ¡es un instante! Su marido les abre el
vientre en canal con una navaja, después se entrega alegando que trató a su
mujer de manera impúdica. Se escuchan risas calladas o acompañadas con el
llanto, la situación crea hilaridad hasta extremos cómicos.
De la mujer son
perceptible los gemidos, sobretodo cuando el viento se cuela entre las piedras.
Del hombre quedan marcas en la piedra…
En Las cuevas del llorito, todo esta bendecido por el tiempo, cargado de melancolía, de encuentros pasionales y llantos desesperados.
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