Atajos
El hombre quiere ser inmortal y lucha contra el terrible rostro que le impone la naturaleza; teme el final del trayecto y se estremece al entregar la vida. Es así que el temor se encarna entre signos evidentes; la enfermedad, el fracaso, el dolor, la soledad, la derrota y la muerte lo acosan, lo provocan hasta irritarlo, entonces reacciona y no le queda otro remedio que aceptar los envites y convertirlos en gestos épicos. Ante este escenario tiene que ordenar la mente y recurre a los símbolos, las metáforas y todo el despliegue de los juegos de la creación; ellos se expresan “con oscura-claridad” en la obra. Son signos que tintan el pensamiento y como un dios menor iluminan la mente y le regalan la sensación de que la vida tiene sentido. Así ante los ojos se desvela una realidad nueva en la cual la muerte ya no existe, la escondemos detrás de la palabras de piedra; ¡con la obra conseguimos vencer al cuchillo del tiempo! Sorprendentemente amanece el valor en su alma, el coraje le llena el cuerpo de un impulso invencible y la esperanza aparece entre las cosas que hace. En ellas se muestra misterioso y alguna cosa lo anima cuando se siente transformador de la realidad, quizá demiurgo, o bien el mago que busca desvelar los secretos de la vida.
El hombre trabaja a un ritmo de producción diferente al que le ha asignado su condición animal es por ello que crea los atajos para llegar más lejos en menos tiempo. La ciencia y el arte son las herramientas intelectuales para llegar a la esencia de las cosas, así lo hace en un tiempo creado por él y revisado por él. Es más, él desea liberarse de su esclavitud de manera simbólica, desea regresar al paraíso por las abreviaciones y los atajos. Toda la historia de la humanidad esta motivada por las ventajas del atajo, y todos los inventos de la ciencia, la evolución tecnológica y las creaciones artísticas no tienen otro objetivo que la lucha contra el tiempo. Triunfar sobre él es esquivar el dolor y la muerte, triunfar sobre él es doblegar su poder absoluto y emular en todo lo posible el poder creador de la naturaleza; ¡queremos ser las hábiles manos de Dios!
No hace falta aclarar que se trata de un desvarío, del cual salimos para caer en otro no menos conflictivo. Vivimos entre los sentidos, doblegados por las sensaciones, interferidos por las emociones y solamente podemos enfocar el mundo por un instante; ¡tan sólo por un instante! De esta realidad obtusa no despertamos nunca, de este sueño con perfiles de escultura de niebla, solo podemos sacar una conclusión: todo es incierto, revisable, hipotético, abierto, y generador de perplejidad. El arte es otra mirada más, otra puesta en escena de los destinos humanos. En algunos casos ni siquiera es eso, es el reflejo tibio de una vaguedad mental, un suspiro sin intención que se pierde en el fondo. Muchos de los intentos son lamentos perdidos que se marchitan en los estantes…
Los secretos que oculta el mundo, los misterios que regala, se hacen obra en el hecho de pensar y darles forma. Esclarecer aquello que miramos es una actividad siempre revisable, así cada generación ha de volver al principio e iniciarse en el olor de la tierra, beber las gotas de rocío y masticar los tallos tiernos. Tiene que ver y sentir como la luz se cuela entre las ramas, la humedad eleva el contraste, aumenta el brillo de las partículas en suspensión, se hace visible el aire, se encoge la noche en el hueco del pecho y se dilata el día con los clamores del sol; ¡todo, ha de repensarse todo!
El arte es un juego simbólico que imita lo divino, para ello pone en acción los saberes del ser humano y lo hace con la voluntad de testimoniar la “verdad”. La obra tiende a querer ser la expresión de lo verdadero fuera del marco de las circunstancias. Es un propósito sin reflexionar, crudo como lo es el flujo de la vida. En la acción manifiesta la voluntad de vivir con verdad, es sólo un intento y lo consigue en contadas ocasiones. La duda es el estado permanente y eso si que lo alcanza con facilidad. Es lo que estoy intentando hacer aquí para comunicar una idea, tengo que apuntalar los conceptos con todos los soportes a mi disposición. Lo hago por el atajo y me muevo como puedo para llegar hasta vosotros. Lo hago con la convicción y el deseo de esclarecer las incertidumbres que me acompañan.
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