Testimoni. Vespella de Gaià, 1995, Cera y tierra para guardar el secreto.
El secreto
Testimoni es una acción-escultura que realicé para Vespella de Gaià el año 1995. Se trata de una caja de cera y polvo de la misma roca que escavé para ocultarla. En aquella superficie arenosa escribí la ofrenda de un momento; eran palabras escritas sobre delgadas capas de tierra, voces que emergían de la mente con brevedad. Cada estrato formaba una superficie inmaculada y me brindaba la posibilidad de anotar mis pensamientos de manera precisa y libre. Escribía aquello que me dictaba el paisaje y seguidamente, con un tamiz volvía a poner otro manto de tierra del mismo color; ¡prodigiosamente el texto quedaba oculto! ¡Era sorprendente! los conceptos siempre hablaban de la ausencia, quedaban fundidos entre la presencia y la nada. Allí, otra vez constaté aquello que falta y nos interpela, ausencias que nos dejan sumergidos en la incertidumbre. Segundos después de la acción el texto ya no era visible, se había confundido en el polvo. Era una realidad oculta pero sabemos que estaba ahí, agazapada ante los ojos.
La parte no visible de las cosas nos habla en silencio, es una realidad física que no entendemos con la razón, captamos con los ojos de la piel y así penetran en nosotros. Son acciones sinuosas que asumimos sin pensar, están ahí y las sentimos sin querer; con el tiempo forman parte integrada e interferida de la mente y del cuerpo. El organismo se ha convertido en recipiente sensible, es la caja con memoria; ahora es el relicario que nos representa. Pensando en este asunto concluyo que estamos hechos de materia que tiembla y se agita entre ausencias y silencios.
La mente es una paradoja incontestable y tenemos que admitir que aunque algo se mueve ahí afuera, aunque el mundo tiene una existencia totalmente independiente e indiferente a la que nosotros podamos pensar, la realidad que entendemos siempre es mental, vibra entre impulsos neuronales. El mundo que entendemos solo existe en cuanto puede ser pensado y compartido. Ahora la palabra escrita esta dentro de la caja, somos testimonios y la hemos visto, pero nunca más la podremos descubrir. Aquella idea se ha anulado entre partículas del mismo significado, igual que se anulan los pensamientos cuando quedan interferidos por nuevos sentimientos. No podemos verlas y entonces rebotan en la memoria, saltan y nos asaltan entre sueños que ya no tienen entidad. Es como si apagáramos el interruptor de la mente y el universo entero quedara eclipsado. Esta realidad pensada se colapsa entre tinieblas, así nos reclama atención y queda absorta aullando entre el misterio de las piedras. El texto ha quedado oculto tras una mancha negra; sombra que borra los recuerdos y todos los pensamientos.
Señuelo de lo real
La realidad y todo el complejo mecanismo de sus ocultaciones es uno de los propósitos mas quiméricos al que se enfrenta el hombre. Los conceptos, las hipótesis de trabajo, el aliento de las obras, son en realidad los que pueden iluminar algunas sombras; ¡pocas! Mis cajas pretenden definir los espacios imprecisos del secreto y lo hacen con las luces maleadas por los pre - juicios de que dispongo. Estas cuestiones son vitales en el planteamiento conceptual como escultor; pienso que vivo transido por la materia, inmerso en un propósito desconocido que se dibuja ante mi, sumergido en el error permanente, en la incertidumbre y la lucha por una causa imprecisa. ¡Se que la materia me soporta! Una obra reclama su voz. Al trabajar la idea arriesgo mis sentimientos, los expongo en un abismo en equilibrio peligroso. Al intervenir en la materia para presentar el concepto, presiento que un sólo paso en falso destrozará el sonido, el timbre de su voz y yo quedaré perdido...
Pienso que la esperanza de desvelar el secreto es quimérica y se confunde con el deseo de asumir y a la vez negar la muerte. Para mi estos temas son siempre los más difíciles de resolver, ya que constantemente se quedan en lecturas parciales, interpretaciones amañadas y en el mejor de los casos en anunciados expectantes a la espera de que reviertan en nuevas soluciones. Si es así, entonces encontramos obras que aparecen con pensamientos renovados, escenografías sociales nacientes, actitudes actualizadas que en algunos casos resultan vibrantes.
Realmente me confundo constantemente, el propósito de descarnar las entrañas del secreto es delirante y obsceno. A veces considero que es la presencia activa de un impulso residual primitivo, quizá la resaca del último banquete en el paraíso tras haber ingerido el veneno del árbol de la ciencia, tras haber agotado los zumos del bien y del mal y quedar extasiado en la pretensión del “saber consumado”. En realidad nos movemos en la ilusión de desvelar lo oculto, pero sólo nos queda el brillo amortiguado de un sueño anochecido y en él quedamos complacidos y engañados.
La realidad nos emborracha y marea, nos confunde y conduce por senderos esquivos; ¡trochas interminables! De esta manera no podremos saber nunca donde se ocultan las últimas fronteras, donde se funden los límites de la existencia y menos aún los motivos de sus permutaciones. Nunca podremos saber como funcionan sus íntimos misterios ya que ellos se repliegan ante los ojos. La realidad huye con la nueva luz en los ojos, las palabras y los conceptos cambian de color, las verdades desaparecen.
La caja Testimoni me hace pensar en muchas otras cosas. Por ejemplo me intriga qué es lo que se oculta en el interior de una piedra, qué le dio forma y la redujo a la esencia en su disposición. Porqué el mundo es así y no de otra manera. Pienso que siempre estaremos perdidos, o encontrados, entre las hipótesis que aparecen y desaparecen ante los ojos.
Naturaleza misteriosa
El secreto que destila la naturaleza puede ser iluminado por la ciencia pero hay que revisarlo todo continuamente, cada generación esta obligada a repensarlo todo. Por ejemplo, las manipulaciones genéticas nos presentan el mecanismo de la vida como un juego de cortar y enganchar (collage), se puede cortar el gen de un pez del ártico, insertarlo entre el ADN de un tomate y ya tenemos un fruto que soporta el frío del congelador por dos meses. Remix maravilloso, pero ingobernable, nunca es predecible y también es así en la actividad estética. El cuadro de colores que desprende el rojo del tomate se interfiere con las luces chispeantes y transparentes del pez y nos carga de asombro. Los colores, las formas, los matices y contrastes llegan a la retina la cual se agita y la transmite en forma de impulsos al cerebro. Son las voces de un código secreto que inunda el cuerpo de sensaciones, impulsos que no podemos determinar; requiebro de emociones que tampoco se pueden prefijar con palabras. Es la expresión de la incertidumbre que aglutina las consecuencias futuras del tomate manipulado y nos anuncia que la realidad se esconde como el texto debajo de las capas de tierra; no sabemos nada de lo que puede suceder, menos aún cual será la evolución del contexto.
De la naturaleza recibimos una lluvia de mensajes que la conciencia no puede procesar, pero estos anunciados se cuelan lentamente y se posan en la base del pensamiento. Son las palabras, los pensamientos y sentimientos que el paisaje ha escrito sobre nuestro cuerpo material. Su voz dormita sobre las partículas y moléculas que nos forman; en ellas palpita el susurro del roble, el murmullo del río. Somos sus creaciones naturales, de aquí que estemos poseídos por el paisaje, por la tierra que nos vio nacer. Somos hijos de la tierra, cristales gigantes, herederos del saber de las plantas y los cascotes de la pendiente. Nos toca ser administradores del palpitar de la vida, vivir en sus armonías o fenecer de soledad y abandono, por todo ello nos vemos obligados a asumir un compromiso ético. Ahora tenemos que modificar la conducta aunque en ello se tenga que esfumar el imaginario que fermenta nuestras ideas, el dulce sueño de un paraíso virtual. La naturaleza nos remienda y descose cada día; ¡así se teje nuestra realidad mental…! Escribimos nuestras certidumbres en un paño de tierra inmaculada y sus contenidos se esfuman al instante o bien se presentan como una realidad interferida y abierta.
El secreto
Testimoni es una acción-escultura que realicé para Vespella de Gaià el año 1995. Se trata de una caja de cera y polvo de la misma roca que escavé para ocultarla. En aquella superficie arenosa escribí la ofrenda de un momento; eran palabras escritas sobre delgadas capas de tierra, voces que emergían de la mente con brevedad. Cada estrato formaba una superficie inmaculada y me brindaba la posibilidad de anotar mis pensamientos de manera precisa y libre. Escribía aquello que me dictaba el paisaje y seguidamente, con un tamiz volvía a poner otro manto de tierra del mismo color; ¡prodigiosamente el texto quedaba oculto! ¡Era sorprendente! los conceptos siempre hablaban de la ausencia, quedaban fundidos entre la presencia y la nada. Allí, otra vez constaté aquello que falta y nos interpela, ausencias que nos dejan sumergidos en la incertidumbre. Segundos después de la acción el texto ya no era visible, se había confundido en el polvo. Era una realidad oculta pero sabemos que estaba ahí, agazapada ante los ojos.
La parte no visible de las cosas nos habla en silencio, es una realidad física que no entendemos con la razón, captamos con los ojos de la piel y así penetran en nosotros. Son acciones sinuosas que asumimos sin pensar, están ahí y las sentimos sin querer; con el tiempo forman parte integrada e interferida de la mente y del cuerpo. El organismo se ha convertido en recipiente sensible, es la caja con memoria; ahora es el relicario que nos representa. Pensando en este asunto concluyo que estamos hechos de materia que tiembla y se agita entre ausencias y silencios.
La mente es una paradoja incontestable y tenemos que admitir que aunque algo se mueve ahí afuera, aunque el mundo tiene una existencia totalmente independiente e indiferente a la que nosotros podamos pensar, la realidad que entendemos siempre es mental, vibra entre impulsos neuronales. El mundo que entendemos solo existe en cuanto puede ser pensado y compartido. Ahora la palabra escrita esta dentro de la caja, somos testimonios y la hemos visto, pero nunca más la podremos descubrir. Aquella idea se ha anulado entre partículas del mismo significado, igual que se anulan los pensamientos cuando quedan interferidos por nuevos sentimientos. No podemos verlas y entonces rebotan en la memoria, saltan y nos asaltan entre sueños que ya no tienen entidad. Es como si apagáramos el interruptor de la mente y el universo entero quedara eclipsado. Esta realidad pensada se colapsa entre tinieblas, así nos reclama atención y queda absorta aullando entre el misterio de las piedras. El texto ha quedado oculto tras una mancha negra; sombra que borra los recuerdos y todos los pensamientos.
Señuelo de lo real
La realidad y todo el complejo mecanismo de sus ocultaciones es uno de los propósitos mas quiméricos al que se enfrenta el hombre. Los conceptos, las hipótesis de trabajo, el aliento de las obras, son en realidad los que pueden iluminar algunas sombras; ¡pocas! Mis cajas pretenden definir los espacios imprecisos del secreto y lo hacen con las luces maleadas por los pre - juicios de que dispongo. Estas cuestiones son vitales en el planteamiento conceptual como escultor; pienso que vivo transido por la materia, inmerso en un propósito desconocido que se dibuja ante mi, sumergido en el error permanente, en la incertidumbre y la lucha por una causa imprecisa. ¡Se que la materia me soporta! Una obra reclama su voz. Al trabajar la idea arriesgo mis sentimientos, los expongo en un abismo en equilibrio peligroso. Al intervenir en la materia para presentar el concepto, presiento que un sólo paso en falso destrozará el sonido, el timbre de su voz y yo quedaré perdido...
Pienso que la esperanza de desvelar el secreto es quimérica y se confunde con el deseo de asumir y a la vez negar la muerte. Para mi estos temas son siempre los más difíciles de resolver, ya que constantemente se quedan en lecturas parciales, interpretaciones amañadas y en el mejor de los casos en anunciados expectantes a la espera de que reviertan en nuevas soluciones. Si es así, entonces encontramos obras que aparecen con pensamientos renovados, escenografías sociales nacientes, actitudes actualizadas que en algunos casos resultan vibrantes.
Realmente me confundo constantemente, el propósito de descarnar las entrañas del secreto es delirante y obsceno. A veces considero que es la presencia activa de un impulso residual primitivo, quizá la resaca del último banquete en el paraíso tras haber ingerido el veneno del árbol de la ciencia, tras haber agotado los zumos del bien y del mal y quedar extasiado en la pretensión del “saber consumado”. En realidad nos movemos en la ilusión de desvelar lo oculto, pero sólo nos queda el brillo amortiguado de un sueño anochecido y en él quedamos complacidos y engañados.
La realidad nos emborracha y marea, nos confunde y conduce por senderos esquivos; ¡trochas interminables! De esta manera no podremos saber nunca donde se ocultan las últimas fronteras, donde se funden los límites de la existencia y menos aún los motivos de sus permutaciones. Nunca podremos saber como funcionan sus íntimos misterios ya que ellos se repliegan ante los ojos. La realidad huye con la nueva luz en los ojos, las palabras y los conceptos cambian de color, las verdades desaparecen.
La caja Testimoni me hace pensar en muchas otras cosas. Por ejemplo me intriga qué es lo que se oculta en el interior de una piedra, qué le dio forma y la redujo a la esencia en su disposición. Porqué el mundo es así y no de otra manera. Pienso que siempre estaremos perdidos, o encontrados, entre las hipótesis que aparecen y desaparecen ante los ojos.
Naturaleza misteriosa
El secreto que destila la naturaleza puede ser iluminado por la ciencia pero hay que revisarlo todo continuamente, cada generación esta obligada a repensarlo todo. Por ejemplo, las manipulaciones genéticas nos presentan el mecanismo de la vida como un juego de cortar y enganchar (collage), se puede cortar el gen de un pez del ártico, insertarlo entre el ADN de un tomate y ya tenemos un fruto que soporta el frío del congelador por dos meses. Remix maravilloso, pero ingobernable, nunca es predecible y también es así en la actividad estética. El cuadro de colores que desprende el rojo del tomate se interfiere con las luces chispeantes y transparentes del pez y nos carga de asombro. Los colores, las formas, los matices y contrastes llegan a la retina la cual se agita y la transmite en forma de impulsos al cerebro. Son las voces de un código secreto que inunda el cuerpo de sensaciones, impulsos que no podemos determinar; requiebro de emociones que tampoco se pueden prefijar con palabras. Es la expresión de la incertidumbre que aglutina las consecuencias futuras del tomate manipulado y nos anuncia que la realidad se esconde como el texto debajo de las capas de tierra; no sabemos nada de lo que puede suceder, menos aún cual será la evolución del contexto.
De la naturaleza recibimos una lluvia de mensajes que la conciencia no puede procesar, pero estos anunciados se cuelan lentamente y se posan en la base del pensamiento. Son las palabras, los pensamientos y sentimientos que el paisaje ha escrito sobre nuestro cuerpo material. Su voz dormita sobre las partículas y moléculas que nos forman; en ellas palpita el susurro del roble, el murmullo del río. Somos sus creaciones naturales, de aquí que estemos poseídos por el paisaje, por la tierra que nos vio nacer. Somos hijos de la tierra, cristales gigantes, herederos del saber de las plantas y los cascotes de la pendiente. Nos toca ser administradores del palpitar de la vida, vivir en sus armonías o fenecer de soledad y abandono, por todo ello nos vemos obligados a asumir un compromiso ético. Ahora tenemos que modificar la conducta aunque en ello se tenga que esfumar el imaginario que fermenta nuestras ideas, el dulce sueño de un paraíso virtual. La naturaleza nos remienda y descose cada día; ¡así se teje nuestra realidad mental…! Escribimos nuestras certidumbres en un paño de tierra inmaculada y sus contenidos se esfuman al instante o bien se presentan como una realidad interferida y abierta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario