Homo crisis de: Enric Llevat Gateu. Grafito sobre papel. 2011. Tarragona, Transmisión de móvil y retoques en Photosop.
Aliento y
derrota
El presente relato trata un aspecto especial del sufrimiento: el fracaso en el traumático tránsito por la vida. Es decir: la derrota moral, económica y política en las pugnas humanas.
Le comunico el tema al "buraco oracular" ya que pienso que es un tema de órdago que nos va a dejar a todos sin aliento…
Como siempre es un enigma su respuesta. En esta ocasión se adelanta y me contesta antes de formular la pregunta. Sorprendido de la celeridad del día, compruebo que el agujero en cuestión es inteligente como un lince y teje las historias con una perspectiva inusual en los humanos…
—No me digas ni una palabra más, ¡eres un bisoño! el tema no tiene remedio y tú dale, dale que dale, ere que erre que herre. No obstante, como soy la voz que nace entre aguas ígneas y me divierte perder el tiempo contigo, te relato una fábula ofrecida a aquellos que dedican la vida a una causa oblicua, macerada en la esperanza de un sueño: la visión de las anamorfosis permanentes…—
Empezó a desgranar el tema; ¡madre de dios, qué palique! Con autoridad petulante, incansable como siempre y con entonación justiciera siguió durante horas.
¡Aquí dejo unas notas y empiezo a sudar de miedo...!
Así son los dioses... ¡No sabéis como me cansan!
—Mi voz es el burbujeo del agua y me dirijo a aquellos que sacrifican la juventud en batallas emocionales, quimeras que secuestran los mejores años de su vida.
Les digo a los patriotas amortajados con banderas: te lo buscaste, truhán, ¡te lo buscaste! Querias ser un héroe y mira lo que has encontrado, el foso de los latentes... Te lo dije en más de una ocasión y no hiciste caso... Te fuiste a la batalla a buscar tu bala de plata, ¡ya la tienes entre las cejas incrustada!
¡Te lo dije una y mil veces; en esta dirección sólo se cultiva el dolor!
Te anunciaba lo peor en cada oído: ten cuidado, no seas temerario y menos un incendiario, el “triunfo” siempre es pagado con el sufrimiento propio y el de los demás... ¿?
No hiciste caso y ahora te aguantas por terco, obcecado y engreído..., ¡te aguantas y sufres en el infierno! Quién te creías que eras para montar el pollo y salir airoso. Mira el rostro que les ha quedado al los triunfadores de ayer; os han dejado en la ruina y ahora callan como zorros, aunque todavía quedan algunos que airean fintas de confusión. Son los irreductibles, su inteligencia esta dispuesta en el filo del cuchillo, ¡no tienen otra!.—
A toro pasado es facil hacer pronósticos, le digo. Hasta el más pintado se apunta cuando suenan los clarines. Todos tenemos miedo a perder e tren y quedar arrinconados por la historia...
¡Ni escucha! Él continua con su cháchara y arremete con más brío, ¡también es un pozo terco!
—A los anabaptistas les digo que lo practiquen ya, que se auto determinen de una manera efectiva e irreversible. Que dediquen el tiempo a cultivar los campos, a reconstruir las masías destruidas, a arreglar caminos y reforestar los bosques. Esa es la nación real, no hay otra. El alma de la patria está fundida en la visión completa de los montes, el cantar de las cañadas, la bruma de los ríos, el color de las primaveras y el trinar de las aves, esa es, no hay otra; vívela y no quieras sangrarla. Deja que los demás miren los montes con sus propios ojos, no los consumen ni los desgastan haciéndolo.
Intuyo que no tomarán ese camino, no lo harán por que cansa, esa es la verdad; ¡los montes seguirán ardiendo y no harán nada en esa dirección!—
Le replico con la voz quebrada. Me intimidan estos temas, soy víctima libada con orines; en más de una ocasión ultrajada. Estamos secuestrados, conducidos por una situación social que nunca se hará responsable del dolor causado; engañados y disminuidos. Cuando nos queremos dar cuenta nos vemos agrupados en batallones de combate, dispuestos a morir por una causa que no hemos entendido ni consensuado. Cuando la refriega toma inercia ya es demasiado tarde para detenerla y recapitular. Es como si la charnela de la mente entrara en colapso. De súbito, ¡las heridas se abren y taponan la razón! Se lloran los hijos perdidos, se observan los campos quemados y en los oídos suena permanentemente el estruendo de los cristales rotos.
—Iniciada la batalla no hay marcha atrás; es la hora de los incendiarios, los que cultivan el "entre peor, mejor", ¡es el momento de purgar el dolor acumulado! Los espejos deformantes han ganado y la luz de los ojos es guiada por las frustraciones personales.
Tras la derrota los agitadores desaparecen. No se puede pedir cuentas ya que nadie es subsidiario del pensamiento tribal. Nadie revelará ser el responsable de los males provocados. Las felonías encubiertas bajo el velo del espíritu colectivo quedan impunes. Hay responsables, está claro; los que tienen el poder y lo ejercen de manera interesada lo son. Los que han tenido una posición privilegiada y la han ejercido de manera irresponsable y perversa lo son. Los que emiten discursos incendiarios lo son, los irresponsables que airean sus eructos envenenados lo son.
Ante el teatro de la confusión y el horror afirmo que hay que erradicar las prácticas violentas para obtener el poder, también las emisiones salvíficas para curar las mentes.
¡Ya esta bien de candidez impostada y de justicia que extermina al otro! Pero al tanto, no hablo de caridad cristiana, el otro no siempre es el débil, ni el fuerte. El otro es el no tú, ¡hijo de la gran verdad...!
Pienso que la manera eficaz es aislar a los generadores del conflicto es dejarlos que se consuman en el silencio. Los que les dan voz, los que les jalean y dan aliento y crédito, son los más responsables, son los causantes del sufrimiento devenido. —
Sí, seguramente si se les deja solos aguantan poco… Le digo mientras escucho el burbujeo del agua calmada i en ralentí. De todas maneras le replico que la pequeña ventana de Facebook es aliento de libertad. Es bueno que la gente airee sus opiniones. Siempre enriquecen, máxime si son de buen tono y hábiles juegos del pensamiento.
—Los que generan crímenes, genocidios colectivos, tienen que ser juzgados, de lo contrario llegaréis más pronto que tarde al exterminio. Las practicas del machete han existido siempre y podéis alegar que es consustancial a la condición humana. Siempre os enfrentáis en lucha por un hueso; vuestra pequeña fuente de ambición empieza en un palmo de tierra. Ahora los machetes son tan poderosos y ligeros y el hueso tan invisible que el peligro esta cargado de fatalidad.
Mira, mira bien iluminado, guardian de la soberanía: sin enterarte, ahora mismo hacen una transacción comercial y vacían los silos de trigo. En un segundo te has quedado sin pan en los próximos veinte años. Un dígito mal valorado y se derrumban todas las previsiones, te arruinan sin indulgencia alguna…
Es un cuadro económico, sociológico y psicológico al cual has quedado adherido de manera inconsciente. Tus juegos y vanidades lo difundieron como “la luz de la verdad y el bienestar.” Es una realidad que se ha destilado en los medios de comunicación, en la presión política, en los órganos de poder, en el cantar de los poetas, en las homilías dominicales y las tertulias de café. Un vector de opinión que hace hueco en las mentes, en los comportamientos sociales y en los oportunismos personales.—
Una explosión súbita, una burbuja gigantesca se desanuda en el fondo del pozo y me acusa de ser más incauto que una brizna de hojaldre en medio de una galaxia de vapor naciente. La burbuja
—La historia de la humanidad esta escrita con el influjo de estas variables y podéis afirmar que son la causa del conflicto humano. Son las predicciones fatales las que formulan expectativas entre los jóvenes, esperanzas que desembocan en dolor personal y en la ruina colectiva.
Los murmullos inducidos se hacen opiniones sociales, el rumor de justicia se hace ley y cae en el surco como semilla que germina y yerma la tierra. Es hierba que inhabilita los campos de cultivo y trae el aliento de la miseria. Derrotados, ¡así volvéis a empezar con la espalda curvada! Es una aparición inevitable la que trae el crepúsculo de los tiempos del sueño. El guía espiritual, el que veía más allá del horizonte, el que dibujaba el devenir y soñaba con espigas de oro, levanta los paternales brazos y os sumerge en los delirios hasta la extenuación. Al inicio es un deseo que os colma de gozo los instantes, pero con el tiempo hos dais cuenta que aquellas palabras vacían la mente y las despensas.
Los que manejan las estadísticas, disponen, de un regimiento de asesores y poetas para escribirles las más “bellas homilías”, los que consultan el oráculo y sacrifican el cordero el día de la patria (ahora son los mostrencos políticos), os han hipnotizado y han aprovechado para saquear el país. Con el dedito curvo os enseñaron los nuevos cultivos. ¡Que desengaño! Eran hierbajos pero visteis flores de azafrán. Con gestos de magos de oriente los mostraron un día y otro, presentaron sus ensoñaciones en forma de parques temáticos y os cautivaron la voluntad. Ahora advertís las bondades del mundo a través de sus ojos patrios, tiernos y candorosos.
Cuando eso pasa, ¡ay de vosotros, ya sois presa de la ilusión! Veis que al germinar las nuevas semillas aparecen tallos bellos, jugosos, ¡inocentes! Hambrientos de justicia y de esperanza, ¡los tomáis como maná, les creéis a pies juntillas y cuando os dais cuentas estáis enfangados hasta los corvejones! Ignorantes ellos también, os llevan de la mano al precipicio y allí perecéis todos embarrancados en un cenagal putrefacto. En aquel muladar en descomposición emerge un grito; ¡Sálvese quien pueda salvarse!
En el delirio final, en el estruendo de la gran estampida, es donde sois devorados sin piedad alguna. Todo ha sido un sueño, pensado, creado, fermentado y adobado para el día de la derrota...
En esta hacienda desolada: ahora si, saturada de injusticias reales y con claros síntomas en descomposición, se observa que de sus légamos fermentan los héroes. —
Se acaba el relato, se hace silencio y en el fondo se oye una voz que se eleva sobre el burbujeo moribundo. ¡Aliento leve con síntomas de clara agonía…!
—¡Hay que renacer de nuevo…!— Fénix
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