sábado, 6 de octubre de 2012

Por la herida entra la luz


12 Caixes de bronze per contenir els tubs amb l’alè. 

Por la herida entra la luz ...
  Así decían las sabias palabras de Jalal ad-Din Muhammad Rumi, y en este sentido el dolor de Lucía también se ha hecho llaga luminosa. Al igual que la herida en el costado de Cristo, podemos ver cómo toda ella se ha convertido en el corte que deslumbra, en la pasión sublime del estigma humano. Ahora ya es mandorla de calor materno, estuche de sabiduría mística que retiene el eco sustancial de la vida. Es la brecha producida por la ciega lanzada, la cual hurgó en el hueco del costado de Jesús y lo llenó el dolor pero no de muerte. Todo al contrario, para el mundo cristiano fue la grieta de la cual brotó el amor y la fe en lo intangible, y con ello, la expiación del dolor de la carne.

Ahora la herida es un litigio existencial, es la que nos trae la realidad sorprendente y presenta el dolor como la causa que nos hace ser. Es pues, este corte nuevo y vital, esta cuchillada diaria en la superficie del alma, la que nos ilumina la mente y nos deja náufragos en la experiencia del dolor que cura, la que bruñe el espíritu y nos deja la conciencia limpia, pulida e inmaculada ante la muerte.

No purifica la herida ajena, tampoco aquella que exhibe aquel que cree sin ver. No cura el que regurgita el sufrimiento de los demás, el que habla como un replicante; una actitud propia de los que ostentan la voz prestada.

Dice Lucía cuando calla.

-Sólo se puede hablar del dolor desde el centro de la llaga, sólo se puede  saber como sangra cuando la herida ciega la mirada e ilumina la razón. -

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