martes, 4 de septiembre de 2012

Resplandor en la mente


“Los Órganos” (La Gomera) Tatiana Izquierdo. (La memoria de las piedras.)


Resplandor en la mente
Después de las sucesivas visiones que tuvo por la noche, de la experiencia de encontrarse en sueños con el Ausente y lograr la reconciliación con aquellas alucinaciones, la vida volvió a tener sentido para Lucía. Sintió por primera vez cierto sosiego, la calma ordenó las ideas y tranquilizó su mente; ¡en aquella situación podía sobrevivir! Por un instante descubrió el pulso del placer y lo encontró cargado de sugerencias y maneras nuevas de sentir ternura. Recuperó parte del sentido de la pasión, pero lo hizo en base a una confusión tolerada; entendía el rostro del amado unido al cuerpo del mensajero. ¡Era una situación difícil de soportar!

En tu semblante
Se confunden los ríos
Y las pasiones

Por unos segundos quiso entender sus sueños, ver que en los versos que encriptaba entre cenizas, que esculpía y tatuaba en la piel del cuerpo añorado, ocultaba su dolor y así se hacían obra permanente. Pensó que aquello era una solución aceptable; ¡el arte puede permitirse todo tipo de licencias! Al fin y al cabo la creación nos lleva a dimensiones sorprendentes de la realidad y es a través de la obra bien realizada que podemos alcanzar lo sublime, a expresar lo indecible y darle sentido a la vida.

Con esas manos
De la tierra cosechas 
Las emociones

Se dijo así misma...

Como alusión a la estética del dolor y dar algunos testimonios históricos, quiero recordar aquí los trabajos de Gina Pane y otros autores, lo hago con la intención de aclarar actitudes humanas, casos paradigmáticos que trata la excentricidad y la locura como acciones fructíferas pasa afianzarse en el saber. Gina se hacía cortes en la lengua, se clavaba espinas o se hincaba clavos en los pies al subir una escalera. Aquel trabajo, Escalada sin anestesia, 1971, es ejemplo de superación y fortaleza, el símbolo que srepresenta el hecho de sobreponerse. Ella lo hacía para llamar la atención sobre el doloroso sobrepeso que conlleva la condición de ser  mujer. Otro caso similar es el de Chris Burden; con un rifle se hizo disparar en el brazo para saber cuanto dolía una bala. Quizá donde más énfasis se hizo sobre el tema, la estética del dolor, fue en el accionismo vienés, sólo con aconsejar que miren ustedes los trabajos de Günter BrusOtto Mühl y Rudolf Schwarzkogler es suficiente. Son artistas que nos ofrecieron un testimonio dramático de cómo el arte asume la violencia de la sociedad y la presenta como reflexión inasumible. Ellos admitían en sus trabajos las amputaciones, las agresiones, la teatralización de la muerte, el suicidio y hasta el posible homicidio. Todo era parte de la realidad que observaban y su acción consistía en entregar su propio cuerpo en las manos de la tortura. El caso más reciente y provocador es una parodia fría de estos relatos. Guillermo Habacuc Vargas expuso en una galería la muerte de un perro como obra. No de manera metafórica como pasa en estos relatos, sino con voluntad perricida; ¡lo mató de hambre…!
Sal consumida
Entre los salvadores
De porcelana

 De igual manera Lucía vio con claridad que la tragedia ponderada puede constituir una fuente de creación, sosiego y placer y que la desdicha puede ser en muchos casos reveladora. Lo vislumbró en la fuerza que imprime los dramas cotidianos. Dedujo que ante ellos hay que sobreponerse siempre de lo contrario te hundes en la agonía, en el foso insalvable de la mente. Pensó que para invertir la ceguera tenía que vencer la tentación de quedar atrapada en el duelo permanente, eliminar los restos de fidelidad y lanzarse al devenir de vidas nuevas.
Luz que renace
De los amaneceres
Y de las sombras

Ante la confusión de los acontecimientos, Lucía está sumergida en la incertidumbre y se ha blindado para protegerse, piensa que la verdad es obtusa y nunca resplandece plenamente. Ahora le llueven los pretendientes invisibles, todos sin rostro para mirarla, sin manos para acariciarla y sin nardo para asistirla. Son seres que se interfieren con los amores perdidos, se cruzan en su pensamiento y en ocasiones le producen rechazos y escalofríos. Estos personajes son apariciones que perturban su vida, configuran imágenes furtivas y errantes; nada serio a tener en cuenta excepto que la llenan de temor.
En ese estanque de inquietud escucha estos versos.



Cansado de andar como mendigo: 
no solicito el calor de tu vientre
para tener la paz de un hogar,
el mío,
el tuyo,
huumm,
hauumm,
siempre quedo confundido,
triunfal bajo el azul del cielo.

Ahora, desde esa patria infinita,
 abrigado con luces y siempre solo,
como un guerrero glorioso postergo
el retorno del cuerpo que tanto añoro.

-¡Oh dios, otra vez el espanto de las manos temblonas! ¡Otra vez me goza el amante sin rostro…! Es un sueño inoportuno que fragmenta la razón y me hace esclava del recuerdo, una voz que absorbe mi voluntad y me dispone como a un muñeco…
¡Ya está…! ya tengo la solución dibujada, por fin encontré el camino del encuentro…
El Chacal será el sustituto de su cuerpo, un sucedáneo sin alma acoplado a mis sentidos, un guiñol que animaré como hacen conmigo. Será el reflejo de aquel que llevo engarzado en el sueño, unido a la piel para siempre. Le pondré la máscara con el rostro de mi amado, el Ausente y con él concebiré el hijo esperado. Haré crecer la semilla venida de la noche oscura y con ella tornará la vida, la esperanza y la luz radiante a mis ojos.-

Así fue como ideó la cita, una quimera entre sueños. Dibujó una relación con el Chacal a medida de sus deseos. Trabó su cuerpo en un enlace sexual donde el otro no tiene cuerpo y sus formas de espuma se acoplan perfectamente a sus fantasías. Hilvanó un encuentro con aromas genitales, con besos prolongados y sudores lascivos. Recreó la textura de su piel, el volumen y longitud de su nardo, la textura de los labios y el perfume de su aliento, así lo inventó todo con la fuerza del deseo.

Entre almizcles
Destilas tu cuerpo
De nazareno

Durante varias noches soñó la misma escena, recreó las mismas sensaciones, hasta que en los ojos de Lucía floreció el brillo de la lujuria y sintió con asombro el traqueteo de la piedra que él lleva incrustada en la memoria. Su voz se dejó sentir con cadencias minerales, tronaba en su mente como el chocar de rocas cuando se devienen polvo. Entonces recordó con atención el pequeño guijarro blanco, aquella forma de huevo que un día le regaló de manera furtiva. Aquello la alertó y pensó que no se movía totalmente en el sueño, que se trataba de un ser diáfano que se había colado por los sentidos. Entonces buscó el pequeño guijarro y como si se tratara de un talismán o una perla se lo colgó al cuello.

Piedra de mirto
Nacida en la mente
Como badajo

En realidad aquí se formó una relación infausta, la piedra era el argumento literal de la semilla maligna, el necro-litos que crece lentamente en el lóbulo lateral izquierdo del pensamiento. El badajo es el nardo que ella espera y ya está muerto, si las dos piedras se acoplan formarán un guijo de río lanzado por una honda. Lucía no sabe que aquel cruce mineral es la clave de su destino, piensa que es una piedrecita inocente que luce en el cuello y la lleva sin prevenciones. Así nos pasa a todos, el perfil de los destinos se desconoce hasta que este se revela de manera irrevocable. No obstante pensó…

-Es un enviado, quizá la piedra es algo más que un símbolo, quizá su solidez es lo único que queda en la noche de difuntos, igual la piedra es la creación fascinada de la muerte...-

En tus despojos
Rebusco recuerdos
Como en sueños

Cuando descubrió que el sueño era inducido se sintió utilizada, defraudada y a su vez ladina e indagadora. Pero no podía decir nada ya que todo había sido urdido por los impulsos de su imaginación, el resultado de los artificios de su fantasía. Aquellos amores nocturnos, más reales que los que muestra la luz del día, más sentidos que los que aviva el recuerdo, la han colmado de un sentimiento nuevo. No deja de pensar en ellos, ¡esa es la verdad! Pero al conocer el móvil de los encuentros, al constatar que han sido una realidad falsamente recreada, se asombra de lo novedoso de la situación y desconfía.

-La realidad se funde con el sueño y se deviene en argumento renacido, ¿dónde pondré los pies en mis noches de insomnio…?-

La inercia de las situaciones domina siempre, al final Lucía prefiere seguir en el engaño y pensar que ha sido conducida por los enlaces ingobernables de su pensamiento. La verdad es que se encuentra complacida con los sucesos y suspira entre las manos los versos que ensaya para el lecho.

Entre tamaños
El tacto en la piel
Es primordial

Entonces pensó otra vez en la piedra de manera lasciva, intuía que en ella se encontraba el sentido del relato, lo fundamental en las contingencias expresadas en los actos de amor, pero no encontró el hilo de la trama, no pudo alcanzar la razón ni el significado de aquel guijarro minúsculo. No supo encontrar el lugar que ocupaba el amante del sueño, menos aún qué representaba la figura de el Chacal. Entonces se vio errante, conducida por intuiciones a la deriva.

-Se trata de la urna que guarda grabado el secreto de mi nombre; ¡eso me han dicho! Quizá contiene el valor profundo de mi existencia y me dice; ¡no soy ciega, deseo serlo!-

Es un misterio indisoluble que Lucía no termina de entender, entonces se excita con palabras disuasorias, exaltadas y difusas.
Secos los ojos
Mi instinto relumbra
Como el alba

No obstante las dudas acumuladas y los días de insomnio todo siguió su curso, la voz inaudible de la plegaria se dejó oír noche y día. Era la vibración de una similla germinal que crecía imparable en su mente, se agitaba en su interior y producía espasmos; quizá eran las mismas réplicas temblorosas que sentía el amante de arrayanes. Como una lombriz penetraba lentamente en su cuerpo hasta alcanzar y acariciar lugares recónditos nunca antes explorados. Eso la animaba a regresar a los regalos que le ofrecía la vida. Fue entonces cuando Lucía colocó en el lecho sábanas limpias y en la mesita de noche un jarrón de rosas rojas...

-¡Hay esperanza y quiero vivir…! -

Pensó en todo lo acontecido tras releer los diferentes capítulos de El amante de arrayanes. De las palabras escuchadas y escritas en sus relatos se quedó con una;

-¡El lenitivo de una pasión frustrada es otra pasión que cubre la primera!-

Entonces se dijo para sí…

-Es la mancha de la mora… La semilla que cae en el surco y germina de nuevo…-

Al final dejó caer una frase en el hueco de una ánfora que contenía aceites perfumados, ungüentos para el auxilio dislocado de los amantes. Él les llamaba: Los elixires del diablo

Existe un corazón de plástico
con la pasión de un tornado,
besos de arena añil
ya confundidos
con el azul del cielo.

Existe un camino llano
que conduce al punto ciego,
justo al centro de un remolino y
en las firmes  líneas de tu vientre,
en el apacible  dormir de tu remanso,
se desvanecen las formas que transitan
y se evaporan las penas de amargo llanto.

Allí se nutren las huellas de la oscuridad;
abatidas, caladas, paralizadas, duermen
y entre promesas quedan los amantes.
Allí nacen los sueños de la nada,
y las palabras son, se respiran,
pasan de suspiro en suspiro,
como la vida pasa plena a
 otra vida, ya confundida,
destensada, suelta
e indestructible.

Fue entonces que vio claro el final de la tragedia, por un segundo tomó el pulso del destino y abrió la ventana como aquel que abre la caja de los secretos. ¡Se llenó de luz al instante! Miró la lejanía y vio que allí se inflamaban los recuerdos en un desierto de papel en llamas; ¡quizá aquello era la luz del infierno!

-¡Nada, de él no queda nada!-

Dijo sin mover los labios.
Entonces tomó una determinación firme pero con precauciones: en realidad, sólo se pudo escuchar dentro de la caja de su pensamiento.

-¡Qué venga el Chacal y se trague mi cuerpo igual que un torbellino absorbe el océano!
¡ Qué beba mis lágrimas y deje relamidas y penetradas mis orejas!
¡Qué rebusque con su lengua fálica todos mis sabores!
¡Qué venga y agite estos huesos golosos!
¡Qué active con su verga esta matriz desolada!
¡Qué bese mis labios y hurgue entre los diente!
Y después… ¡qué deposite su fértil flacidez en mis entrañas!
Qué comparezca como una aparición, ¡pero que venga!
Con estos ojos vacíos no puedo verlo y en mi mente no puede haber otro dolor que este dulce amor que me mata. Le pondré el perfume de mis sueños, el tacto de mi estimado, la imagen cegadora de su rostro.
Que venga: le espero mañana a las 12 h. en la esquina de los amantes…-

           Notas del autor:
  • Lucía se ha vuelto a olvidar que no es ciega, ¡qué lo aparenta!
  • Pienso que hace falta coraje para alimentarse de incertidumbre y a la vez, ubicar el duelo en un lugar secreto de la mente: como lo hace la tierra, integrarlo y no abandonarlo nunca…

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