martes, 22 de noviembre de 2011

La grieta

La grieta y el pozo de las vanidades. Collegats. 2011


La grieta

Tras el terremoto de Japón, una grieta infinita se abre bajo mis pies, en ella dejo caer mis temores y quimeras cada día. Observo como la grieta no se cierra nunca y en ocasiones puedo ver la luz del otro lado; es como si la tierra se estuviera partiendo en dos. Por las mañanas me interroga con tono acusante y lanza un bramido por una rendija parlante; ¡me temo lo peor y pienso que lo ha visto todo! Ante su terrible poder le relato aspectos personales que aquí no puedo detallar para proteger mi dignidad. De todas amaneras pienso que no soy culpable de lo que está ocurriendo. Repetidamente me pregunta cuestiones que me sonrojan la cara, me acusa de perversidades innombrables que me comprometen y parece ser que tiene pruebas evidentes para decir lo que dice.


Antes de la grieta y de sentir sus acusaciones, yo no era consciente de lo que hacía, estaba obnubilado y ciego, pero ahora empiezo a pensar que quizá estoy inculpado en cuestiones graves. Por acción u omisión me siento implicado en infracciones muy sucias. Naturalmente no soy cándido y rechazo todas las imputaciones, niego cada palabra acusatoria y peleo como un gallo sin plumas para defender la ilusión de mi inocencia.  No obstante ya empiezo a sentirme cansado y hasta le amenazo con querellarme si no baja su dedo acusador y su tono delator. Ni que decir tiene que las acusaciones no me quitan el sueño, una a una las niego y allí las olvido al instante; pero se que están ahí, las oigo claramente en el fondo, se debaten entre los muros y ascienden en espirales de fuego. Siempre amenazan con salir de su reclusión y delatarme.

No es un tema muy relevante pero prestad atención, si lo hace estaremos todos perdidos ya que la grieta ha tomado buena cuenta de cada una de las vanidades humanas…! Esta es la raíz profunda de la crisis, la moral, la familia, la religión, la política, la economía, el amor y el arte se ven aquí acusados y ensombrecidos. La citada grieta amenaza con derribarlo todo, con un dedo giboso apunta en los cimientos de nuestra sociedad, ¡ya de por si tambaleantes!

El corte en la tela
También en las cuestiones estéticas y éticas aparece esa hendidura; como el barro se resquebraja el valor moral y la sensibilidad humana. Ya la anunció Lucio Fontana con un navajazo en la tela, tajada que la dejó herida como el costado de Cristo. El corte también tiene sus réplicas en la piel superficial del mundo del arte, en sus tejemanejes, ilusionismos y cambalaches. La grieta es el pudridero del alma humana en todas sus variables. Sus efectos perversos han sido tan grandes en su composición moral como en la banca o en la política. Sabemos que el complot ha repercutido en todos los ámbitos de la vida pública y los negocios han sido cuantiosos; el arte y sus escusas mediáticas han limpiado dinero a capazos. Toda valoración estética ha sido mediatizada por el mercado y este ha hecho servir sus leyes como en la venta de crudo; así de rotundo ha sido…
Por otro lado nos hemos quedado sin estribos y caemos en la grieta en gravedad libre. Ahora el arte puede ser todo, incluido el traquetear de una ametralladora sobre una guardería: Mezclamos en un coctelera todas las actividades, todos los géneros, todos los disparates y esperamos que de ahí emerja un pensamiento nuevo.

La herida me duele
Para mi el tema es mucho más grave y su lanzada me duele especialmente ya que mi pensamiento se ha ocultado al otro lado de la realidad, mejor dicho, al otro lado de la grieta y aunque he trabajado sin descanso no he hecho los deberes como pedía la ocasión. ¡He sido un irresponsable al montármelo a mi aire y no ser más incisivo en los temas colectivos...!
Es previsible que un sistema social y espiritual soportado con estos cimientos se derrumbe, máxime cuando el dinero se hace con todo el poder y la perversión es moneda de cambio invisible. El arte de la comedia, del despilfarro y la locura, ha sido cómplice de todas las perversiones y ahora la lanzada, el estoque de la grieta lo ha herido gravemente. Podemos ver claramente como su cuello se desangra lentamente; el teatro se acabó, los impostores han sido descubiertos y gruñen como cochinos en el arcón de la matanza. Las "cagarrutas divinas" se descomponen y un hedor maloliente invade la cohorte de los políticos, los banqueros y los intelectuales mantenidos.


El corte en lo real
El corte también toca en la membrana sutil que nos protege de lo real y eso es mucho más grave, más de lo que parece. Pienso que si quedamos al descubierto y perdemos los espejos ilusorios, si se quema la Icaria esperada, estaremos todos perdidos. Concluyendo, la tajadura es la metáfora de un estruendo que no se ha manifestado todavía, no lo ha hecho en todo su esplendor; por el momento sólo ha sido un pequeño escalofrío, ¡estamos en aviso!  La grieta se encuentra vehemente en ese espacio insaciable que lo absorbe todo; he dicho todo, incluidas las creaciones de la mente y su ambición sin límite. Tras la grieta un corte, y tras este han venido otros y muchos más, cuchilladas, lanzadas, pullas, rasguños, heridas, agresiones y sajaduras; la tela de lo real se ha convertido en un espacio de combate físico y ha dejado de ser un refugio para que la vida se deslice con espiritual sencillez.
Ya no queda espacio para el sosiego estético; ¡es el fin de la ilusión!
La grieta. 2011


¡Qué podemos hacer ahora!
Sabemos, los que no sabemos nada, que en las buenas obras toda la razón se pierde y en su lugar aparece un escalofrío que nos llena de emociones y entusiasmo. Es una verdad revelada que vislumbra lo incuestionable; creo que eso es todo y algo más... El arte habla con la voz del tiempo ya que todo lo acontecido tiene su gravedad en la expresión sublime, la que hace servir el timbre de la naturaleza y respira las preocupaciones humanas de todas las épocas. Ella también es testimonio de la voz del creador que, como pienso, no es otra cosa que la resonancia física de la materia. Por todo ello, algo hay en lo oculto, en el lecho misterioso de la grieta, que nos deja desamparados y a la vez acogidos. Nos delata con su vaho turbador, nos acusa, nos acoge y su enigma es de prioridad ante cualquier otra circunstancia. Tenemos que pensar que al final de la vida en ella vamos a caer y seremos devorados lentamente y sin piedad. Ahora estamos asustados, el terremoto ha sido grave y quizá no podemos escapar de su poder seductor. Su aliento nos llama y al asomarnos, al abismarnos, nos precipitamos en un mundo creado en el origen del ser humano. Quizá toda obra respetable ha de respirar su aliento y si no lo hace es que está muerta o aburre hasta la saciedad como pasa ahora en la mayoría de las exposiciones.
Me pregunto si el poder de la hendidura no es otro que el de revelarnos ese origen, el de dejar al descubierto nuestras alucinaciones originales y con ello mantenernos en el sueño. Seguidamente me respondo…; quizá el arte actual pretende sacarnos de la ilusión y colocarnos ante la nada, ante el espejo de nuestra soledad.
 ¡Ay, ay, ay! que otra vez se mueve el suelo, se resquebraja la grieta y caigo en ella... ¡Es una pesadilla que no termina nunca! 
Vuelve al discurso con más brío, de nuevo empieza con su letanía vibrante; su voz oracular nos puede dejar sordos. 
¡Cuidado camaradas! si esa voz consigue sobrepasar el nivel del suelo se extenderá por los campos como niebla iridiscente, dejará al descubierto todas las ocultaciones humanas y su destello será tan poderoso que nos dejará aún más ciegos.
El agujero parlante. Jardín de la quimeras y esperanzas. 2006


El pozo de las vanidades
Para los incansables en el poder, junto a la grieta he realizado la obra: El pozo de las vanidades. En él se atiende toda la gravedad de la acción política; en ella han de caer los votos de los inocentes y los indecisos. Pensé que el tema necesitaba un espacio especial y se lo he hecho con devoción de monge; ¡es una urna gigante! Tiene veinte metros de profundidad y un metro de ancho. La boca del pozo es de forma pentagonal, la he pensado así ya que cinco son los dedos de cada mano, las mías y las de los usureros. Son cinco garfios que algunos hacen servir para exterminar todo atisbo de esperanza. Igual que en la mencionada grieta, en este lugar se entregan las voluntades y también los escándalos humanos; todos caben con desahogo y allí se olvidan. Se dejan caer con elegancia y con cierto arrumaco inocente, como el que excreta pétalos de rosas o siembra trigo en los campos. Observo como los confeti de sus vanidades, la brisa de sus tejemanejes, llueven a boleo como sus escándalos y a buen paso se olvidan, caen suavemente y se esfuman en la tierra, así de sencillo...

El pozo, la grieta, en realidad son espacios de confesión que no inculpan a nadie, no hace falta hacerlo, todos sabemos quienes son, ellos también lo saben. Aquí vienen las almas públicas a entregar su arrepentimiento con devoción. Son ellas las que se miran al espejo de su pasado y se acusan solas, ¡los pobres, son buena gente! Es candoroso ver como los poderosos de la tierra vienen a arrepentirse; aparecen en hileras interminables para limpiar su dignidad y así poder respirar con sosiego el resto de sus días. Con aire ígneo se limpian la cara, la dejan inmaculada en un instante, sus rostros quedan relucientes como niños recién comulgados.

Estos lugares: la grieta, el pozo, tienen un poder indecible. Son escenarios de resonancias intangibles que describen sin palabras todo aquello que puede ser explicado. También tienen la virtud de absorber el sufrimiento y las infamias humanas, para eso los pienso y los hago; ¡queridos!, son de servicio público. 
Me sorprende el poder que desprenden, en realidad son los que me mantienen activo el pensamiento. Los utilizo para consolarme de la presión que ejerce las primas de riesgo, la bajadas inestables de la bolsa y la desconfianza general que se ha creado. ¡Menudas historias nos están contando!
Confianza en los que se llevan el dinero público, ¿cómo has de confiar en nadie con una moral como la que lucimos por bandera? De hecho, la falta de confianza y los motivos que la han creado son la expresión solemne de la crisis. La moral es una caja de murmullos inaudibles que amenazan con hacerse oír, con delatarnos a todos, solo eso, ¡amenazan, nos asustan y nos dejan desamparados….!

El final de la ilusión
En esta grieta abisal, en este pozo sin fondo, todo se fosiliza al instante, por grave que sea el caso queda atrapado en un líquido ambarino que puede soportar la eternidad sin contaminar nada. En el futuro, ya fosilizado y lejano, el ámbar con el aliento de los arrepentidos servirá para hacer colgantes, abalorios para las damas de clase media y gustos amañados. Ese será el final de nuestra ilusión…

Esta grieta es la puerta sin retorno, es la rendija del asombro permanente. Como he dicho en ella entran todas las vanidades. Pienso, por pensar algo práctico: podríamos hacerlas en serie e instalarlas en los centros urbanos, en las audiencias y casas de juntas. Habría que colocar una en cada ciudad de mil habitantes, instalarlas en la plaza mayor, junto a los acampados. Serían el vertedero de las pasiones, estaciones terminales sin paliativos, ¡abismos ocupados con las canciones del dolor, la perversidad y la indignación humana...!
En la Plaça de Catalunya habría que instalar una de buenas proporciones, también un pozo sin fondo. Las cargas policiales se han ensañado con los que reclaman que el parlamento no sea la caja de las invenciones sin fin y la política una canción de plañideras.

En la raja, en la grieta murmuran los del 15 M y porqué no, también “los de la ceja”:

—Que los políticos y banqueros terminen en la cárcel: ¡vasta ya. —

(Apuntan una y otra vez hasta quedar sin voz)

—¡No hay pan para tanto chorizo…! —

Ellos cantan noche y día y en la grieta resuena su indignación como tañen mis susurros de derrotado. Lanzan un canto de guerra apasionada, están sedientos de justicia, quizá de algo más. Por mi parte dejo caer dulcemente mi voto junto a una plegaria no atendida y espero acontecimientos. Por el momento todo es una comedia controlada, una pelea simbólica. Es un murmullo insatisfecho que se hace eco permanente en el fondo de esta sima. ¡Queridos! el rumor social ya se ha hecho corte con sangre. La herida se ha secado al instante y se ha formado una llaga que no cierra nunca, sus cicatrices serán difíciles de cerrar, todos estamos heridos y enfrentados. ¡Ay gemido de mi desconsuelo! si no ponemos remedio terminará siendo una tumba colectiva; otra fosa de los ausentes.

Dados los sucesos, sin duda una de estas grietas, quizá también abismal, tendría que abrirse justo delante de La puerta del sol, otra en las Cortes Generales en Madrid y para mayor justicia, muchas más en el resto de los pueblos de España…


Gregorio Bermejo Tarragona 15/5/011

1 comentario:

  1. para mi la grieta, el pozo, también es la conciencia del mal, empieza en un pequeño resquebrajo que se va abriendo en cada acto (conscientemente) mal hecho, efectivamente no somos tan cándidos peró no hay ningún mal en serlo

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