La nube. creación ¿? Si el autor está de acuerdo le ruego me lo haga saber y pondré su nombre.
Su mensaje
-Sólo yo puedo entender su mensaje,
lo digo sin petulancia alguna, de hecho soy el Chacal y el traductor de su
voluntad. Soy el que transcribe los silbos del aire y la luz de la terrible nube,
la membrana sonora y teófoba que cimbra el cielo. Por este motivo y otros no
menos importantes, puedo hacer lo que me venga en gana. Soy yo el que mueve sus
recordatorios; me tomo todas las licencias y por ello soy responsable de todos
los desatinos.-
Eso dice y en ocasiones me imita, no obstante intento que él sea fiel a su voz. Lo afirmo con honestidad, han sido años de ensayo escuchando el clamor de la naturaleza, horas enteras con los ojos atentos en un agujero para ver como los rayos de luz penetran y fecundan una idea luminosa. Ha sido mi vida dispuesta en la cara oculta del mundo para que ahora pueda ajustar el tono de algunos principios, entre ellos el cuerpo de los sueños.-
Eso dice y en ocasiones me imita, no obstante intento que él sea fiel a su voz. Lo afirmo con honestidad, han sido años de ensayo escuchando el clamor de la naturaleza, horas enteras con los ojos atentos en un agujero para ver como los rayos de luz penetran y fecundan una idea luminosa. Ha sido mi vida dispuesta en la cara oculta del mundo para que ahora pueda ajustar el tono de algunos principios, entre ellos el cuerpo de los sueños.-
Cubre la roca
Mis lamentos
indican
Su cobertura
Un bosque habla con su voz esplendorosa, con el perfume que exhalan las ramas, con la vida que genera la tierra entre los restos putrefactos. Su voz es poderosa y cimbra el aire, se mueve como las hojas escritas en otoño, vuelan, revolotean y describen su estado. Las hojas son mensajeros que susurran los mensajes con el ánimo y enuncian su vitalidad al instante; ¡tintinean en el fermento del barro, crecen en primavera y verdean versos en todos los tiempos! Se observan activas en la exuberancia de los árboles, se mueven junto a la variedad de formas vivas y ríen en el vigor de los brote tiernos; ¡los matices son infinitos!
Con que sigilo
Secan los océanos
En mi garganta
Entre esa floresta
vigorosa, un árbol fuerte y hermoso acaba de morir; ¡no se como llorarlo! Un
remolino laborioso y vivo, una tormenta voraz y celestial se dispone para el
gran festín; ¡no se como celebrarlo y me siento confundido!
Todo eso esta ahí, es
visible hasta para los más ciegos, si no lo ven es que les mueve la maldad o la
falta total de conciencia. ¡Mirad la nube, es una garganta de cuchillos que
corta el aire, una espada digital que nos confunde la mente!. Los ojos ven
ensueños; la muerte, ¡ay...! aliento que se funde en la nube! De regreso vuela, nos lleva al
paraíso perdido.
Mira tus manos
Forman el
testimonio
Del universo
La contemplación del
espectáculo nos llena de calma y aceptación; estamos sentados en la primera
fila, observamos el gran espectáculo de la vida y la muerte. Lo que vemos es real, no hay
simulaciones, no son metáforas, no hay palabras fermentadas de consuelo. Vemos con asombro que eso es todo, no hay enlaces con el misterio, él es el requiebro final y ahí está el encuentro con el sol, la entrega evaporada con la nube que nos lleva para siempre…
La hecatombe
Ya no se entiende
Entre las piedras
El viaje mineral lo he contemplado
durante años, para sentirlo plenamente he tomado directamente las sales de la
tierra, he respirando el aliento de la montaña y perforado pozos interminables,
he dejado la palabra fundida en el mar, he recogido el aliento y protegido el
ADN de la generación Índigo. He escuchado la declamación de las cañas, los
siseos de las sabinas y los clamores del río y lo más dramático; hasta me
cuesta dolor explicarlo, he reventando piedras con un martillo. Las he golpeado
hasta que, paso a paso, ya rendidas a mi furor, me descubrían lo que ocultaban
dentro. He hecho todo eso y mucho más hasta quedar rendido. Lo hice con la
intención de dejar los lamentos escondidos para siempre. En cajas de bronce han
quedado ocultos los suspiros minerales. Todas estas acciones i muchas más que
no enumero, han sido el aprendizaje de un oficio sin futuro, pero son las que hoy
me proporcionan autoridad para hablar de la naturaleza y descifrar su mensaje.
Con un martillo
Golpeo los
guijarros
Para que canten
Ahora habla el Chacal con voz de niño, imita mis palabras hasta la reproducción del eco.
-Le transcribo a Lucía los
murmullos del Ausente y animada por su presencia llega a tener temblores
virtuales, su cuerpo se estremece de placer igual que un beato en la montaña lo
hace de frío. Así crea en el recuerdo un vínculo misterioso, el espectro se
hace presente en forma de presentimiento y se entrega a él en ofrenda enamorada.
Se desnuda y se tumba en el lecho, se cubre con pétalos de jazmín y se deja
inundar por recuerdos lúbricos. Sacrificio de placer y ofrecimiento
de un beso a la muerte, obsequio que acompaña con libaciones de saliva hasta
llegar al arrobamiento amoroso. Este ritual lo establece cada noche, ya se ha
hecho vagido perenne, sollozo crónico, alfiler
penetrante, garrote de dolor y placer que sólo el tiempo y el calor de la
tierra serán capaces de entender y disolver.-
Botón del placer
Que tocas con gemidos
Y me desplomas
Tomo la palabra y observo
como ahora se consume entre lamentaciones. Apenado escucho sus estremecimientos
y reparo como su voz se quiebra, su discurso se cuartea y lentamente empieza a
amasar las palabras. Las modela como un artesano trabaja el barro, así
construye la vasija de la tristeza. Después deja caer en ella los rumores que
se desprenden de su mente, los fragmentos de lo pensado, los residuos
permanentes. Es un recipiente de sonidos donde acumula todos los suspiros
nocturnos, todas las peticiones no atendidas…
Si algún día practico la mentira
entre los juegos del amor,
seré invariable y casta,
comprensiva y justa,
impasible a la fatiga,
libre ante los besos de suerte.
Ella intuye que estos relatos
son embrollos verbales, cantinelas de mi invención que no tienen destino. Piensa
que lo que le explica el Chacal es una imitación burda de sus sueños, y para mi lo más grave, que mis
relatos no sustituyen ni la sombra de su amado. Sólo pensar en la superchería
le dan arcadas; me lo ha manifestado en infinidad de ocasiones...
No te comprendo
Llevas entre
mentiras
Trampas de lobo
Digo yo que así lo presiente
ya que me rehuye y me insulta…, pero también es verdad que tras leerlos se tranquiliza y en algunos momentos de lucidez me lo
agradece. No obstante detecto que no ve nada claro, se sacó los ojos y por ello
cree más que piensa. En su anoréxica esperanza se consume, entonces deduce que nada es
verdad y se revela ante la adversidad, se estremece y vuelve al llanto. La rabia y la
frustración la ciegan más todavía. Pero su enfado es más llevadero que el duelo,
detecta que las provocaciones la ponen vigilante y por ello hace esfuerzos considerables para
pensar sobre la gravedad de la muerte. La creencia huye y constata que una
realidad nueva la alimenta, en cierta manera la furia que le genera mi insolencia
la aviva y le proporciona claridad mental. Me dice…
Entre dientes
Nacen tus
cantilenas
De verduguillo
En los crepúsculos el Chacal lanza un aullido en
celo, con él cubre el prado verde oscuro de la noche.
-Ahí se consumen sus miedos y desconfianzas, en el fondo está atrapada por sentimientos pasionales y contradictorios. Advierte que tiene que encontrar los restos mortecinos del Ausente en los reflejos vivos de alguien. Entonces yo, ladino y taimado, estoy a su lado con la voz de los tiempos, le transcribo las voces y le alivio los instantes; soy un rincón calmado en su desventurada travesía. Con este fin le cuento las desgracias que pasan por el mundo; le explico la tragedia del infortunio en blanco y negro. Le canto en una antífona la brevedad de la vida.-
Son castañuelas
Huesitos que
rebotan
En el asfalto
Al final del día, una
llamarada viva emerge de su pecho, se forma un nudo en la garganta y se escapa
como un murmullo por la boca… Entonces contempla al amado en los últimos rayos
de sol, en el vuelo rasante de una torcaz, en el chasquido de las hojas. El
Chacal es una sombra que huye por las torrenteras, Lucía vislumbra la presencia
del Ausente en el calor de la luz y le habla con las tinieblas de sus ojos.
-¡Buenos días amor, buenos días! Le dice al dorado sol de la aurora, también a los serenos claros que ahuyentan la noche.-
En la tarde reverberante y con la luz crepuscular, cuando el sol ya ha caído detrás de La mola de coll de jou, vuelve a llorar desesperada y le susurra en silencio…
-¡Adiós, adiós amado! -
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