Antoni Tàpies. La materia que somos, el cuerpo que habitamos. 2009
Retorno
Con la voz quebrada dice que
desea renacer y piensa que lo ha de hacer de las heces de la muerte, de las
excreciones que supuran sus heridas. Quiere nacer de las fuentes del dolor como
el divino crucificado. Piensa que este es el ciclo eterno de la vida; ¡el
reciclado de los despojos!
Con este fin aviva las
úlceras de su alma, las hace ponzoñosas y en permanente fermentación; no habrá
descanso hasta el retorno! En ese estado de descomposición repasa cada día las palabras
que salen de su boca, escoge aquellas que son más lacerantes y con ellas
afirma.
-Si explicara
las cosas angustiosas que me suceden, si vertiera en palabras las llagas que dibujan
el perfil de mi destino, nadie me creería y dirían que soy una llorona
convulsiva, ¡la quejicas de los soportales! Todos pensarían que soy adicta al
dolor por conveniencia, que me recreo en sus perversiones para sacar beneficio.
Mi lucha es beber la noche, ahuyentar las tinieblas y llegar al nuevo día.-
Veneno dulce
Devoro cada noche
Para regresar
No puede ser la plañidera de
los domingos, pero tiene momentos para todo. La conozco un poco y se que las
plegarias las esconde en el hueco de la garganta; ¡allí las comprime! Cultiva
las palabras con mimo antes de convertirlas en verso, en canto enamorado. Las amasa
entre los dientes hasta hacerlas pastelitos codiciosos, juguetitos del sentimiento
colectivo. Una a una las cincela en el balaustre de las oraciones, o bien, con
cuidado las encasta en su piel como un tatuaje. Con ellas forma las secuencias
vitales de su memoria; ¡son su vida! Las quejas las extirpa directamente de la
carne, las arranca del lugar donde se ocultan y las deposita con cuidado en el
hilo enmarañado de los recuerdos. Como legajos quedan ordenadas y secretas en los
anaqueles dormidos de su garganta. Un día saldrán con la fuerza de una soprano
y en un instante destrozará las cristalerías de Bohemia. Son descargas de
sufrimiento acumulado que buscan su liberación, arpones de descabello que se
hincan en cada palabra que escribe. Es una acción temblorosa que ella da
aliento penetrante al recitarlas en forma de letanía. Son espinas del rosal que
fija en la carne para afianzar el motivo de su dolencia.
Entre el dolor
Condición de mujer
Que se agita
Sabe que ese es el camino
del mártir, el sendero del héroe, la trocha de los que están llamados a ser
testimonios de grandezas invisibles. Sin testimonios ni grandes propósitos, quiere
hacer del amor perdido su propia cruzada, su lucha redentora. Se amuralla dentro
del motivo que ha encastado en la piel, es ya una cutícula fascinada que forma
un tatuaje imborrable. Es una idea endurecida que se ha hecho armadura permanente,
cota de plegarias que blinda sus sentimientos. Con la repetición de los gestos
se escarnece y en ellos se encuentra heroica. La máscara del dolor la sitúa
espiritualmente en el pedestal de los derrotados y allí se contempla exultante
de pasión, henchida de soberbia. Como la mártir cuando tuvo que sacarse los
ojos para entregarse a Dios, también Lucía vive el éxtasis en el dolor y
exclama.
Mayor dulzura
Mis llagas
supurantes
Cazos de miel
En cada mirada que ejecuta advierte
al Ausente, lo presiente en todas partes; en los rizos del agua, en los
remolinos del viento y el vuelo de la alondra. Él es pura omnipresencia en su
mente y lo ensalza hasta niveles míticos; ¡ya nada puede haber que le iguale!
Nadie puede rivalizar con sus hazañas amorosas y, la verdad sea dicha, eso
espanta al más atrevido de los hombres. Así aleja a los posibles pretendientes,
los disuelve en el aire como se ahuyentan las tinieblas con un palo. Sólo el
Chacal es capaz de acercarse y aún así, se mortifica para encontrar el modo de
hacerlo. Se sugestiona para el encuentro, se inventa los discursos, se confunde
entre palabras hasta que se trasfigura en el amante de arrayanes. Cansado de
tanta intriga, le dice…
Tienes el sexo
Como las
serpientes
Más sigilosas
Lucía no es inocente ni
desvalida, hace sangrar las heridas intencionadamente, como Penélope con su
tapiz, lo hace para que no cautericen nunca. Así ofrece su vida, es la
expiación de una culpa inexistente; un caso similar al que hizo la Santa.
Inclusive suele afirmar que desea emerger del sufrimiento como lo hizo Jesús
del calvario; todo lo quiere hacer en silencio.
El Chacal le interpela
intencionadamente; ¡quiere confundirla!
-¿Qué habría sido de la cristiandad sin la cruz? Le pregunta y le contesta casi simultáneamente: ¿qué habría sido del martirio, del dolor que conlleva la pérdida sin estos relatos? ¿Para qué escarnecer la herida de la pasión si después ha de quedar entre el polvo del olvido?-
Lucía contesta.
Entre pústulas
Avivo los placeres
Mortificantes
Yo le digo que sea prudente,
que lo que hace es un acto de arrogancia, que no puede ceder ante los ardides
de la ilusión y que tiene que luchar por la vida. Pero ella está turbada y me rebate
con desaires; hasta me insulta equiparándome a animales que se arrastran por el
suelo.
-Lombriz de brazal, perro de monte, rata de trigal; ¡no entiendes nada! ¿No ves como estoy luchando en un océano de tragedias? ¿No ves que mi destino es el dibujo hiperreal de la mala fortuna?
Como la flor de loto nace
del fango, tengo que germinar y florecer de estas llagas incurables, emerger de
las tinieblas igual que el sol lo hace cada día; ¡nada se iguala a un instante
de amor en plenitud!-
Se duerme
En los inicios del sueño siente un rumor leve y se encuentra con él, es su voz mineral que se deja notar, transpira entre los muros y lo identifica. Entonces, una punta incisa rasga el lienzo del lugar y en el sueño ella recupera plenamente la visión. Ve como un texto sutil se formula lentamente en el aire, se dibuja con forma de ánfora caprichosa. Ella sigue con los ojos la aparición del texto y súbitamente queda confundida.
En los inicios del sueño siente un rumor leve y se encuentra con él, es su voz mineral que se deja notar, transpira entre los muros y lo identifica. Entonces, una punta incisa rasga el lienzo del lugar y en el sueño ella recupera plenamente la visión. Ve como un texto sutil se formula lentamente en el aire, se dibuja con forma de ánfora caprichosa. Ella sigue con los ojos la aparición del texto y súbitamente queda confundida.
-¡Estas palabras no pueden ser suyas!-
Dice con palabras incrédulas, con el mentón tembloroso y las manos en el rostro, se sujeta las mejillas para contenerlo… Se tapa la boca y exclama.
-¡Estará sufriendo por la
ficción de mi cautiverio!-
en
la tierra se
abaten los ensueños.
Cabalgué entre mil dudas
y miré en tus ojos para redimirme.
Un aullido cálido regalé al desierto;
¡siempre pienso en los amores perdidos!
Mis heridas se han lacrado; ¡casi todas!
como se cierran las nubes del cielo
antes de caer la lluvia.
Queja de la amargura
entre enemigos firmes
que animan el exterminio.
!Cuantos huesos bajan al foso!
!cuantas piedras marcan el centro!
!cuantos sueños se pierden sin esperanza!
Tú, siempre entretenida entre las dudas y el miedo,
me haces vagar por el aire como un estornino errante.
Lo leyó y quedó pensativa,
no pudo salir del duermevela en toda la noche… Al final de la visión-sueño dijo.
-¡He de hacer algo!
Quizá, ¿dejarle marchar?
¿No invocarlo con deseos
lascivos?-
Al final se puso a llorar llena
de arrepentimiento, las lágrimas caían en torrenteras y el campo visual lo
tiñeron de colores. Su garganta se negó a pasarse la angustiosa saliva que se
formaba en su boca. Por un momento pensó que se iba a ahogar en su propio pesar
y que una mano inductora y familiar la estaba llevando al olvido.
-¿He de borrarlo como un verso, un quejido que se pierde. Dejarlo descansar en una nube errante, confusa y oculta entre mis apariciones?-