Las sombras tienen razón de ser... están muy adaptadas al cuerpo. La Musara. Tarragona 2010
II Encuentro
Un día de primavera, confundido entre las
luces del alba, lo encontró encaramado en una piedra. Firme como un
vigía, rápido y preciso, hacía girar en el aire un paraguas plegado. Con él ahuyentaba las
tinieblas y con el brazo extendido y la mano entreabierta acariciaba los rayos
del sol. Los dejaba pasar a capricho y en ocasiones los atrapaba para beberlos más tarde a sorbos chiquitos.
¡Era una visión insólita, quizá
extraordinaria!
Allí danzaba de manera compulsiva; como un
poseído saltaba, subía y bajaba sin cesar y a su vez, lanzaba al
aire puñados de tierra para que el viento la esparciera como calima. Encorvado
pero fuerte, pesado y frágil de corazón, se movía como un danzarín inspirado.
Ella lo miró con atención y vio en él el
sembrador de sueños; también el que demanda permanentemente sin ser atendido. Le preguntó con un chasquido inaudible en los ojos.
-¿Qué sueñas tan de mañana?-
-A lo que él contestó-
Busco a la madre tantas veces vaciada... ¿?
¡Ahora se trata del nacimiento de un ser
con la mente enfocada…!
Aunque madura, ella tenia todos los
atributos para seducir al instante; sacó del blusón un pecho turgente y
teniendo invertida la mano, apretó con el índice y el pulgar el botón del pecho
izquierdo. Al instante, de él surgió un chorro de leche cálida y fresca que
trazó una elipse preciosa en el aire. El hilo blanco surcó espacios
inconfesables y fue a parar a los labios del fundidor de los limbos, atravesó
la garganta y encendió todos los fuegos internos…
No hace falta relatar nada más: él tomó el
néctar de su cuerpo, lo destiló en la sangre y quedó seducido al instante. Su
cuerpo se transmutó en las semillas del mirto; ya conocéis, las que quedaron ocultas en el
surco... ¡memorias de un hecho ya relatado!
no estamos ni tan cerca ni tan lejos de nada
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